domingo, 14 de marzo de 2010

Los apicultores del alto Aller alertan de la desaparición de miles de abejas

abañaquinta (Aller),

L. CAMPORRO

Los apicultores alleranos tienen la mosca detrás de la oreja debido a que han dejado de oír el zumbido de las abejas. Los recolectores que mantienen viva esta actividad llevan ya varios meses detectando un preocupante descenso del número de estos apreciados insectos. La alarma es grande entre los aficionados, ya que desconocen a qué se debe la desaparición de estos animales. En u n primer momento lo relacionaron con cambios de hábitos causados por la presencia de antenas de telefonía móviles, pero tras analizar más detenidamente la actividad de las colmenas se inclinan por un masivo fallecimiento de estos insectos debido a la presencia de algún parásito.

Con la primavera ya a la vuelta de la esquina, muchos apicultores alleranos se están planteando dejar la actividad ante la drástica reducción de las diferentes comunidades. El concejo supera en estos momentos las 5.000 colmenas repartidas por toda su área geográfica, sin olvidar aquellas que se explotan de manera trashumante y que se convierte en un añadido significativo para la economía local. Hace unos años, los apicultores se vieron sorprendidos por el ácaro conocido como Varroa, que generó la muerte de miles de abejas y que finalmente se pudo atajar mediante un producto diseñado contra este peligroso parásito. Miguel Ángel Rodríguez, un veterano apicultor del Valle de Río Negro que ejerce de portavoz de esta comunidad, asegura que ahora desconocen si se trata del mismo problema. «Nos sentimos indefensos ante el despoblamiento de los enjambres». Los recolectores están desconcertados: «Primero se nos dijo que podía ser debido a la proliferación de teléfonos móviles, cuyas ondas desorientaban a las abejas provocando que no encontrasen el camino de vuelta, pero ahora se habla de un virus desconocido sin identificar». A la espera de recabar más información sobre el causante de la «epidemia», los apicultores alleranos están actualmente bajo mínimos y la producción de miel en el concejo corre el riesgo de sufrir un drástico recorte. «La verdad es que en los últimos tiempos muchos aficionados, como es mi caso, tenemos las colmenas poco menos que para decorar», señala Rodríguez. Y añade: «Yo ha perdido mas del cincuenta por ciento de los enjambres y si no hay soluciones, esta temporada me quedarán vacíos el resto, sin ninguna esperanza de recuperar la actividad a corto plazo».