viernes, 29 de febrero de 2008

Una varroa cada vez más virulenta

Por Fernando Calatayud

Esta es la apreciación que tienen los apicultores después de lidiar sin tregua durante casi 20 años con este fatídico parásito de las abejas. En lo referente a la sanidad apícola, los dos últimos años han sido bastante dramáticos por los efectos del "Síndrome de despoblamiento". Las pésimas condiciones climatológicas, marcadas por una intensa sequía, han actuado como detonantes de un decaimiento general de las colmenas, en el que también pueden haber colaborado otros factores según las regiones, como la nueva Nosema (Nosema ceranae, tóxicos ambientales como ciertos insecticidas persistentes de nuevo uso, las virosis y su vector por excelencia, la Varroa. El elevado número de colmenas que mostraron despoblamiento muy grave, con un porcentaje de mortalidad medio entre el 30-50 y una marcada disminución del rendimiento, han determinado que este episodio haya llegado a ser, en muchos casos, más grave que el primer embate de la Varroa a finales de los 80.

Durante 2006, los indicios han sido más favorables, no obstante la gravedad de la situación pasada ha provocado que se inicien varios proyectos de investigación sobre estos intensos cuadros de despoblamiento en las colmenas. Hay cambios que justifican con creces este estudio: Una nueva Nosema, nuevos tóxicos ambientales y una nueva Varroa, que parece que embiste con una renovada virulencia. Conocemos muy bien a la Varroa que nos colaron en 1986, pero ¿Es la misma después de 20 años?. Algunos cambios han detectado los científicos para rebautizarla con el nombre de Varroa destructor. Por un lado está la pérdida evidente de la eficacia de los productos acaricidas contra la Varroosis. Llevamos muchos años confiando en las mismas materias activas, no más de tres, que hemos usado con demasiada generosidad y muy poca coordinación y es una realidad tangible que el ácaro ya no muere tan fácilmente como hace 20 años. Con esta reducida oferta de acaricidas, la confianza inicial se ha tornado, después de 20 años, en incertidumbre.

El coste del control de la Varroosis puede suponer el 10-15% de los ingresos obtenidos por la actividad, o bastante más si los productos no son eficaces, y esto no es nada compatible con los bajos precios de la miel y los elevados costes de produción.
Pero la tolerancia de Varroa a los acaricidas es un término que abarca no sólo su capacidad para eliminar o neutralizar fisiológicamente una molécula tóxica, también incluye los mecanismos que implican cambios en el comportamiento que les pueden ser ventajosos porque disminuyen el tiempo de exposición a los tóxicos, aumentando su supervivencia.

Un cambio en el comportamiento de varroa que encaja muy bien en este contexto sería una disminución del periodo forético. Los acaricidas sólo pueden atacar al ácaro durante la fase que está sobre la abeja adulta, ya que no hay ningún tóxico que atraviese el opérculo y actúe eficazmente en el interior de la celda de cría. A mayor periodo forético, mayor probabilidad de que una varroa sea afectada por el acaricida, de ahí la recomendación de que se realicen los tratamientos con la mínima presencia de cría operculada. Pero desde el punto de vista del parásito, le resultaría ventajoso para su supervivencia reducir al máximo este periodo para eludir el contacto con el tóxico.

En colmenas debilitadas se produce un retraso en el desarrollo de la cría y una prolongación de la fase de cría operculada favoreciendo la multiplicación de Varroa. En las colmenas con reinas deficientes, con micosis, con virosis o con nosemosis, la temperatura del nido baja, las nodrizas se sobrecargan y la nutrición de las larvas es deficiente, con lo que estas colmenas caen en la situación comentada anteriormente. Pero además, en estas colmenas debilitadas se descuidan otras labores normales de la colonia y esto también tiene una repercusión clara en el curso de la infestación por o en el pronóstico de la micosis.

Disminuye el comportamiento higiénico de extracción y eliminación de la cría afectada, que aunque en el caso de la Varroosis no sea muy eficaz, sí lo puede ser en el caso de la micosis o loque americana.

Además, desde la entrada de la Varroosis podemos decir que las colmenas padecen infecciones casi crónicas de virus alentados por la parasitación de Varroa y que éstas conllevan una disminución crónica de la esperanza de vida de las obreras. Muchos de los casos de micosis y loque americana también tienen una relación directa con los efectos de Varroa.

(*) Fernando Calatayud es Biólogo y apicultor

sábado, 23 de febrero de 2008

Los apicultores de la comarca celebraron un foro para tratar los problemas de sus colmenas


Los apicultores de la comarca celebraron esta semana su encuentro mensual en el Centro de Promoción Rural EFA Fonteboa para, entre otras cosas, hacer una evaluación del estado en el que se encuentra el colectivo, así como las colmenas de la zona. Al acto asistieron en total una treintena de apicultores de la zona de Bergantiños.
Uno de los temas que se trataron en el encuentro fue el de las consecuencias del adelanto de la primavera para la comunidad de abejas de la zona, ya que, según estos especialistas, el buen tiempo ha provocado que los insectos estén ya en su fase de cría. Además, varios cultivadores de la comarca participaron el pasado fin de semana en la Mostra Apícola que se celebró en Arzúa, por lo que, en el acto de esta semana compartieron las experiencias vividas durante el encuentro con los demás participantes de Bergantiños.
Los apicultores abordaron también la cría de abejas reina, ya que algunos asistentes manifestaron la necesidad de disponer de una reina para su colmena, lo que abrió el foro entre todos los asistentes sobre las alternativas a la cría de esta clase de insectos.
La próxima reunión será, según miembros de este colectivo, dentro de un mes en la sede de Fonteboa.

martes, 5 de febrero de 2008

La Casa de la Miel organiza un programa formativo con 18 actividades para este año

Santa Cruz de Tenerife, 02 (EP/IP)
La Casa de la Miel, centro dependiente del Cabildo, ha aprobado un programa formativo que incluye la organización de un total de 18 actividades durante este año y que suponen más de 130 horas de formación. El consejero insular de Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo, José Joaquín Bethencourt, señala que 'este programa se engloba en el conjunto de acciones formativas dirigidas al sector por parte de la Corporación insular'.
Las primeras actividades se centrarán en la iniciación a la apicultura, además de otras materias vinculadas a la multiplicación del colmenar, castra, preparación para invernada, entre otras. Asimismo, este año se realizarán también otros cursos de iniciación a la cata de mieles nivel II, y de reciclajes de catadores de miel.

Entre los meses de mayo y septiembre se celebrarán cursos de manipulador de alimentos para el sector de la miel y que permitirá a los apicultores tinerfeños contar con este certificado de manera gratuita. Igualmente, coincidiendo con la entrada en vigor de la nueva norma de Miel de Tenerife, integrada en la marca Tenerife Rural se celebrarán jornadas explicativas sobre la certificación de la calidad de productos agroalimentarios, con las que se pretenden divulgar entre los interesadas los esquemas de funcionamiento de esta nueva marca de calidad.

Como novedad se incorporan dos acciones relacionadas con la apicultura, una sobre la lucha contra la varroa por métodos alternativos y otra sobre seguimiento del colmenar para intentar dar respuesta a los apicultores en activo. Las personas interesadas en participar en los cursos pueden llamar al número de teléfono: 922 56 27 11 o bien enviar un correo con sus datos personales a: casamiel@cabtfe.es.

domingo, 3 de febrero de 2008

Cataluña promete a los apicultores aumentar a 600 ha las Unidades de Tierras Ambientales


Así lo acordaron ayer el Gobierno catalán y el sector donde también eliminaron el compromiso de aplicar un sistema de lucha integrada contra determinadas enfermedad con la consecuente reducción de las ayudas agroambientales.

Lérida. 25/01/2008
Mónica Carrasco

El director general de Desarrollo Rural del departamento de Agricultura, Alimentación y Acción Rural (DAR), Jordi Bertrán, acordó con los representantes del sector apícola de la comunidad subir de 300 a 600 hectáreas las Unidades de Tierras Ambientales (UMCA), para que sean los profesionales los que realmente se beneficien de esta ayuda. Por otra parte, también se pactó que esta ayuda se limiten a los agricultores a titulo principal.

Bertrán explicó a los representantes del sector apícola que las ayudas para medidas agroambientales se han rebajado a 8,6 euros por hectárea (hasta ahora eran 10,52 euros por hectárea) porque se ha excluido el compromiso de aplicar un sistema de lucha integrada contra la varroasi y las enfermedades asociadas, de manera que, “al reducirse las exigencias, y por tanto los costes, también se tiene que reducir la prima”. El resto de comunidades autónomas mantienen la prima porque no han quitado este compromiso.

El representante del DAR también acordó mantener un próximo encuentro con los representantes del sector apícola para poder hacer acciones encaminadas a impulsar este sector a través de las ayudas de modernización.

ALBACETE / La apicultura confía en las nuevas ayudas agroambientales para mantener el sector


La apicultura albaceteña confía en que las ayudas agroambientales destinadas a esta actividad que, por primera vez este año, se van a poner en marcha en Castilla-La Mancha, contribuyan al mantenimiento de este sector, afectado por la climatología adversa, los bajos precios derivados de las importaciones y los problemas sanitarios.

El representante de la Asociación Provincial de Apicultores de Albacete (Asapa-UPA), Jesús Miranda, aseguró ayer que estas ayudas, cuyas bases reguladoras se publicaron el pasado 18 de enero, son fundamentales para garantizar la supervivencia de las explotaciones, aunque hay cuestiones que deberán concretarse para que su aplicación práctica resulte viable, según indicó.

En este sentido, se refirió a algunos de los requisitos que se plantean, como las dos hectáreas susceptibles de polinizar con las que deberá contar cada colmena; las restricciones a la trashumancia durante seis meses al año o la necesidad de que cada explotación que se acoja a las ayudas disponga, como mínimo, de 150 colmenas.

Miranda recordó que buena parte de la actividad apícola en la provincia albaceteña se realiza en zonas de sierra y, más concretamente, aprovechando las parcelas dedicadas al cultivo del olivar o de la almendra, y señaló que muchas explotaciones están por debajo de las 150 colmenas requeridas para percibir las ayudas, por lo que se mostró partidario de que la Administración regional sea más flexible para garantizar que este apoyo alcanza al mayor número posible de productores.

En cuanto a la cuantía de las ayudas -para las que aún no se ha convocado el plazo-, el representante de Asapa-Upa indicó que al contabilizarse dos hectáreas por colmena, ascendería como máximo a 23,5 euros por colmena, una cifra que puede contribuir a compensar las pérdidas que padece el sector, en cuya base se encuentran factores como el incremento de los costes de producción.

«El apoyo que supone esta línea de ayudas, orientadas a la mejora de la biodiversidad en zonas naturales, resulta clave para que los productores que se están planteando abandonar la actividad no lo hagan», comentó Miranda, quien señaló que la asociación a la que representa está integrada por 180 apicultores, con unas 30.000 colmenas en total.

Respecto a la campaña de este año, señaló que las perspectivas «no son demasiado halagüeñas» debido a la falta de lluvias y a las temperaturas suaves de este invierno, que están provocando el adelanto en la actividad de las colmenas y el temor a las consecuencias de los hielos tardíos.

Un riesgo para la naturaleza

las abejas están desapareciendo. Sin dejar rastro. En ocasiones, en número de varios miles de individuos -una colmena entera- a lo largo de una sola noche. El fenómeno es de suma importancia, pues dependemos de ellas en mayor medida de lo que pensamos. Sin abejas, desaparecerían muchas especies vegetales. Y tampoco tendríamos numerosos frutos o plantas de los que habitualmente nos alimentamos. O sí los tendríamos, pero sin el gusto y color con los que los conocemos.

Mientras que para la mayor parte de las personas, las abejas resultan unos insectos molestos e incluso peligrosos por causa de su picadura, para el conjunto de la naturaleza alcanzan gran importancia, hasta el punto de que, sin ellas, numerosas especies, principalmente vegetales, no existirían.

labor polinizadora

Rábano, cebollas, perejil...

Se estima que las abejas existen en nuestro planeta desde hace unos 80 millones de años. Su estilo de vida ha conllevado el que necesiten del néctar y del polen de las flores para su subsistencia, con lo que en su diario ajetreo van transportando este último de unas plantas a otras. De esta manera, no sólo se logra la fecundación de las plantas (reciben los granos de polen de otras flores, aportados por las abejas en sus numerosos vuelos), sino que con ello se consigue una diversificación de las características de cada vegetal, algo que resultaría imposible sin la inestimable ayuda de estos insectos.

La labor polinizadora de las abejas resulta esencial para el desarrollo de árboles y plantas como manzanos, perales, albaricoqueros, almendros, pepino, tomate, rábano, fresa, col, girasol, colza, zanahoria, apio, perejil, cebolla, puerro, mostaza, lavanda, tomillo y romero, por citar ejemplos bien conocidos. Todas ellas dependen, para su desarrollo habitual, de la fecundación por medio del polen que les aportan las abejas en su diaria visita, por lo que, sin la labor de estos insectos, perderíamos la posibilidad de alimentarnos con sus productos. En concreto, el 80% de las plantas con flores que se cultivan en Europa depende, para su desarrollo, de la labor polinizadora de las abejas (cabe señalar que ni el trigo, ni el maíz ni el arroz precisan de la labor polinizadora de insecto alguno). En general, el 35% de la producción de alimentos se obtiene gracias a estos insectos.

Obviamente, podría cuestionarse la posibilidad de una polinización artificial, para el caso de que las abejas no pudieran llevar a cabo su labor diaria. Pero estudios realizados a tal efecto han demostrado una vez tras otra que, de un lado, la fecundación manual resulta una tarea sumamente lenta y costosa y, de otro, los resultados obtenidos no llegan ni de lejos al nivel de sabor, color y diversidad que se logra con la labor de las abejas.

Desaparición progresiva

Sin dejar rastro

Realmente, hace ya algunas décadas que se ha ido observando una progresiva desaparición de las abejas en los distintos continentes. No obstante, tal desaparición está resultando catastrófica durante los últimos años tanto en Europa como en Asia o en América. En Europa se han indicado disminuciones notables de la población de abejas durante los últimos años en Francia, Bélgica, Italia, Alemania, Suiza, Reino Unido, Grecia, Polonia, Holanda y España.

Pero el acontecimiento más llamativo -por su potencial de alcance en los medios de información- ha ocurrido recientemente en Estados Unidos, en lo que se ha dado en llamar el Síndrome del Colapso de Colmenas (Colony Collapse Disorder=CCD). Allí, y solamente durante la pasada primavera, se ha reportado la pérdida del 25% de las colmenas (unas 500.000) en alrededor de 30 de los 50 estados de la Unión, lo que mantiene desconcertados a los apicultores y a los investigadores.

Por añadidura, estos desastres vienen acompañados de otros comportamientos bien llamativos. Prácticamente no aparecen insectos muertos en el entorno de las colmenas; las obreras se dan a la fuga abandonando todas sus tareas e incluso a la reina; y la reina misma, a pesar de todo, puede quedar sola en la colmena dedicada a su tarea de puesta constante de huevos (que, por falta de obreras que los transporten y les alimenten, resultarán inservibles).

¿por qué se van?

Insecticidas, indefensión...

Numerosas son las causas que se han barajado, tendentes todas ellas a intentar explicar este repentino fatal desenlace de este imprescindible insecto. Fueron primero los insecticidas objeto de sospecha, y más concretamente los comercializados bajo los nombres de Gaucho y de Régent, fabricados ambos por entidades farmaco-químicas de Alemania. La composición y la actuación de estos insecticidas fue investigada durante extensos procesos en Francia, cuyo gobierno llegó a prohibirlos (debieron ser retirados del mercado) al estimar que provocan daños irreversibles en las poblaciones de abejas.

Hay que indicar al respecto que entra dentro de lo posible que los efectos de los insecticidas Gaucho y Régent hayan podido provocar un descenso en la población de abejas de Francia o de otros varios países de Europa. Pero hay que aclarar que parece difícil que sus componentes químicos hayan resultado capaces de provocar el síndrome del CCD en Estados Unidos (síndrome éste bastante posterior a la retirada de Gaucho y de Régent de los campos europeos, bien alejados, además, de los americanos).

Se ha considerado también la posibilidad de que las abejas sufrieran los efectos del polen y néctar procedentes de plantas modificadas genéticamente (transgénicas). Ciertamente, ensayos realizados con ciertos componentes de estas plantas demostraron que hasta un 40% de las abejas afectadas morían a causa de ello. No obstante, se duda de que la mortandad de estos insectos se deba exclusivamente a los efectos de las plantas transgénicas, pues existen amplias regiones -como es el caso de Europa- en donde los cultivos de tales plantas resultan poco extensos, y donde, desde luego, se han registrado caídas notables en la población de abejas. Aunque, de otro lado, sí que podría resultar esta posibilidad válida para el caso de EEUU, en donde los cultivos de plantas transgénicas resultan hoy en día abundantes, así como amplia es allí la mortalidad de las abejas.

Recientemente, se ha llevado a cabo el estudio del genoma de la abeja, que ha demostrado que este insecto no posee un sistema inmunológico especialmente dotado para defenderlo, lo que le dejaría expuesto a fáciles ataques por parte de bacterias, virus y hongos, entre otros.

enfermedades

Parásitos y virus

A consecuencia de lo indicado anteriormente, se ha estudiado con detalle el parasitismo de las abejas. Y, especialmente, las enfermedades que les provoca el parásito Varroa Destructor, un ácaro que se encuentra presente en las comunidades de abejas de todo el planeta, salvo en Australia, y que tiene un tamaño que ronda los 1 ó 2 milímetros. A la acción del varroa se atribuyen las pérdidas de colonias de abejas habidas durante los últimos 20 años aproximadamente, pero su actuación no explica de manera significativa la hecatombe habida en los meses recientes, especialmente en Estados Unidos.

Cabe destacar que, desde hace 5 años, se conoce la existencia de un virus, conocido como IAPV -iniciales, en inglés, de Virus Israelí de Parálisis Aguda-. Descubierto en Israel, este virus aparece, curiosamente, en todas las poblaciones de abejas en las que ha ocurrido un síndrome CCD. Originario de Australia -en donde aparentemente no provoca efectos desastrosos en las colmenas (recordemos que allí no se encuentra el ácaro parásito varroa)-, ha podido irse repartiendo por el planeta debido a que numerosos apicultores han adquirido y adquieren abejas reinas en aquella isla-continente. Se cree que su traslado ha podido conllevar mutaciones en el propio virus IAPV que, combinado con la acción del varroa, sería capaz de superar las defensas del insecto y ocasionar la muerte a buena parte de los miembros de una colmena (o a la totalidad de ella).

E interesa conocer que se acaba de descubrir en el Centro Apícola Regional de Marchamalo (Guadalajara) que un hongo, conocido como Nosema Cerana, puede, si no causar directamente la muerte de estos animales, sí atacarles y debilitarles hasta el punto de preparar el camino para que otros agentes -como el varroa o el IAPV- les fulminen con facilidad.

Se han estudiado además los factores ambientales (los cambios habidos en el clima), la malnutrición reciente de las abejas (falta de plantas adecuadas para su alimentación), el estrés provocado por largos viajes (los apicultores llevan sus colmenas a lugares en ocasiones muy distantes, con objeto de que polinicen árboles en diversas zonas), la contaminación de la cera que fabrican ellas mismas e, incluso, la pérdida de diversidad genética (al tener que mezclarse abejas de unas mismas colmenas, siempre las mismas, situadas a corta distancia las unas de las otras).

Orientación

Ondas electromagnéticas

Y se ha tenido en cuenta el efecto de las ondas electromagnéticas. En efecto, las abejas podrían haber perdido su orientación natural, basada en la posición del sol (y, de esta forma, haberse desorientado y olvidado el camino de retorno a su colmena), hecho que podría tener su origen en la interacción producida por el importante y reciente aumento de las radiaciones electromagnéticas de todo tipo, aunque con especial incidencia de las recibidas y emitidas por los teléfonos móviles y por las antenas que les sirven de enlace o cobertura. Y, aunque se conoce de varias personalidades muy importantes del mundo científico que aseveran que no les cabe duda alguna del efecto nocivo de tales ondas o radiaciones sobre, en concreto, las abejas, lo cierto es que en estos momentos no se dispone de suficientes elementos de juicio como para señalarlas como único o primordial fenómeno causante del síndrome del CCD.

Así las cosas, la solución al origen de tal catástrofe parece encontrarse en una "sinergia" o reunión de varias de las causas citadas.

Una parte de los investigadores cita como elementos o efectos nocivos causantes de la desaparición de las abejas una combinación de actuaciones de hongos, bacterias y virus, más la acción de la polución electromagnética y, en menor medida, de los pesticidas (especialmente de Gaucho y de Régent, así como de Calypso).

Otro sector señala como causas más importantes del CCD las enfermedades propias de las abejas, y la presencia en ellas de virus, parásitos y hongos, todo ello combinado con una notable degradación ambiental (los cambios climáticos, las modificaciones en las flores, y una sobredosis de productos químicos en el ambiente).

Es importante recordar que las abejas constituyen un fiel indicador de la salud del entorno en donde vivimos. Y que, por tanto, su desorientación, sus problemas para vivir o, en definitiva, su desaparición, deben interpretarse sin demora como señales sumamente importantes con relación a la especie humana.

El Fapas instalará en primavera 450 colmenas en 28 concejos asturianos


El proyecto persigue paliar la baja densidad de abejas en la Cordillera
Oviedo, M. ALONSO

Más abejas en los montes asturianos. Ése es el objetivo de una nueva iniciativa del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas). El presidente de la entidad, Roberto Hartasánchez, presentó ayer un nuevo proyecto que se centra en instalar 450 colmenas en 28 concejos de montaña, donde el Fapas ha constatado una baja densidad de abejas silvestres. El proyecto ha sido financiado con 136.000 euros procedentes de la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente.

Esta iniciativa se desarrollará a partir de esta primavera en colaboración con la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias. Las colmenas serán cedidas a 50 apicultores y se instalarán en zonas de alta montaña repartidas por toda la cordillera Cantábrica.

El FAPAS instalará 450 colmenas en 28 concejos para garantizar el alimento al oso pardo y el urogallo


Un proyecto conjunto con apicultores y el Ministerio de Medio Ambiente investigará las causas del descenso del número de abejas
«Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida». La frase de Albert Einstein describe, de forma clara y tajante, la importancia del insecto en la vida en la tierra. Asturias no se escapa de los efectos que han tenido en los últimos años varias enfermedades, como la varroasis, que han mermado los ejemplares hasta el punto de acabar con la abeja silvestre. Además, su descenso tiene repercusiones en el oso pardo y el urogallo. Es una cadena natural. A menor número de abejas, menor polinización, lo que conlleva bajos niveles de producción de frutos silvestres, de los que se alimentan las dos especies salvajes en peligro de extinción.

El Fondo Asturiano para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) instala desde hace tiempo en Asturias estaciones de polinización con colmenas. Ahora intensificará sus acciones con la colocación de 450 colmenas en valles de montaña de 28 concejos, que coinciden en los de mayor presencia del oso y el urogallo. Incidirán especialmente en aquellos donde hay menos enjambres: Yernes y Tameza, Peñamellera Alta, Amieva, Degaña, Ponga, Cabrales, Quirós, Cangas de Narcea, Belmonte de Miranda y Proaza.

Esta vez, además, lo hará en colaboración con la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias y la financiación de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio de Medio Ambiente. La iniciativa de largo nombre (Proyecto de recuperación de la abeja en estado silvestre y reforzamiento de la polinización en ecosistemas de montaña en la Cordillera Cantábrica) tiene además otro objetivo: investigar cómo la desaparición de la miel está influyendo en la conservación de especies.

Descenso de producción

Estudiarán tanto las colmenas que instalen como las ya existentes, por cierto, en progresiva reducción a lo largo de los últimos siglos. En el XVIII, el Catastro del Marqués de la Ensenada recogía 65.000 en toda Asturias. Y no estaban todas, al tratarse de un documento con fines recaudatorios. Según datos del Principado, hoy hay 24.000. Las mayores concentraciones se encuentran en Tineo y Allande. Las explotaciones registradas son 1.059.

En este sentido, el proyecto busca incentivar la producción de miel como «un valor añadido de protección del medio ambiente». «El 'abelleiro', sobre todo en el Occidente, está cayendo en desuso», explicó Cristian Ozers, técnico apicultor del FAPAS y director de la campaña. Así que sus responsables tratarán de animar a la gente joven a que aprecie la apicultura como lo que es, según sus responsables: «Una actividad rentable», compatible y complementaria con otras actividades, como la agricultura, la ganadería y el turismo rural.

También, y bajo el lema 'Consume miel de Asturias', el FAPAS promocionará en la región el consumo de «un producto de buena calidad» según aseguró su presidente, Roberto Hartasánchez. Además de disfrutar de su sabor, recordó que los ciudadanos «consumiendo miel de Asturias, están beneficiando a la biodiversidad».

1 OPINIONES

Jose M. Salines
Se encabeza la noticia con frase de Albert Einstein, y conviene recordar que si para la Consejería correspondiente de Asturias la polinización tuviera la menor importancia pagarían como hacen otras comunidades la prima por polinización por cada una de las colonias inscritas en el correspondiente registro. En la Consejería están muy preocupados por conseguir un sector "fuerte y productivo" según sus palabras y a la vista está el fracaso de esa política. Cuando las abejas producían miel para alimentar a los campesinos, en las caserías había abejas. Ese maravilloso proyecto (al que deseo mucho éxito) languidecerá como otros tantos proyectos bienintencionados. http://salines.org

Asturias. La mejora genética, tarea complicada

La genética podría ser una vía de erradicación de las patologías que afectan a la abeja, entre ellas la varroasis, provocada por una garrapata. De hecho, hay líneas de investigación que buscan la limpieza de las abejas. Pero no es una solución eficaz al cien por ciento, porque se erradican las enfermedades en las reinas, pero no en los zánganos. Una alternativa es la inseminación artificial, pero es «cara» y «complicada», explicó Juan Menéndez, veterinario de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias, que colabora con FAPAS en el proyecto. Explicó que los productores asturianos utilizan tratamientos, pero los autorizados, añadió, son pocos y al final los parásitos acaban ofreciendo resistencia.