La desesperación por la situación económica lleva ahora a 'atreverse' con las colmenas, un negocio muy lucrativo
Ni la Alpujarra, un lugar tranquilo y pacífico, se escapa ya a los robos en el campo. Tal y como se están poniendo las cosas en este momento, tampoco es ningún conveniente que exista peligrosidad a la hora de robar un producto como una colmena de abejas. En lo que va de año, el Consejo Regulador de la Miel de Granada tiene constancia de 7 denuncias por sustracciones de este tipo en la provincia, una cifra récord. El montante al que ascienden estos robos es muy elevado, ya que entre los denunciantes hay personas a las que les han quitado 52, 48 colmenas … Teniendo en cuenta que cada una tiene un valor de entre 60 y 90 euros, supone un auténtico negocio. Además, está el perjuicio añadido de que se llevan el enjambre, la cera y, aparte, dejarán al apicultor sin miel durante una buena temporada.
El secretario del Consejo Regulador de la Miel de Granada, José Orantes, afirma que "siempre han existido robos en el campo y también de colmenas, pero como este año no". No sólo se refiere a cantidad, sino a la zona. "Ahora hay robos donde antes no se producían, como en las laderas de Sierra Nevada, en concreto en pueblos como Aldeire, mientras que era más común que hubiera alguno en Motril, Almuñécar o el Valle de Lecrín".
El motivo está en el elevado precio de las abejas, debido a su escasez. "Este año ha sido malo, de lluvias, por lo que se han muerto muchas abejas", dice Orantes. Eso hace que se incremente su valor. Éste es uno de los factores, otro es la invasión de ácaros, la cual ha diezmado la población de estos animales. El resultado es un brusco descenso de abejas de calidad y las convierte en codiciadas a las pocas que quedan.
El fenómeno del descenso de abejas y el elevado precio de las mismas se está produciendo a nivel mundial, hasta el punto que el mismísimo periódico The Guardian se ha hecho eco de esta problemática. "Se extienden los robos en todo el país y parece que una sofisticada mafia se está desarrollando alrededor de esta actividad delictiva. A los apicultores británicos les sustraen colonias enteras". En este país se llegaron a sustraer hasta un millón y medio de abejas.
En Estados Unidos ocurre algo parecido. En Central Valley de California están pasando por una auténtica "epidemia" de robos de colmenas, por lo que han optado por marcarlas con microchips.
José Orantes cree que ésta sería una buena idea para importar en Granada, ya que "ayudaría a identificarlas". Sin embargo, cree que mientras tanto es precisa una mayor presencia e intervención de la Guardia Civil y de los agentes forestales, para tener más control sobre los invernaderos y que exijan facturas y contratos que acrediten la procedencia de los panales de abejas. Las sospechas apuntan "no tanto a los apicultores sino a quienes se dedican a alquilar las colmenas o comerciantes de colmenas que, ante la necesidad de adquirir colmenas para invernaderos, la manera más fácil de conseguirlas es robándolas", explica Orantes.
Se trata de uno de los delitos más difíciles de investigar por sus características. También hay que añadir la nocturnidad con la que tienen que actuar los cacos, ya que es cuando ocurre la mayoría de los robos. Tampoco lo puede cometer cualquiera, como si fueran naranjas. En 2007 se desmanteló una red en Cúllar que había robado 377 colmenas cuyo valor ascendía a 60.000 euros. Al final, resultó ser el autor un apicultor que vendía las colmenas a poblaciones de Castilla-León o Levante.
Recientemente, la Guardia Civil de Almería ha detenido a otro apicultor por 6 delitos de robo y 2 de faltas de hurto por la sustracción de 250 colmenas con 12 panales cada una, cuando tenía prevista una venta a un vecino de Salamanca. Aunque se recuperen las colmenas, se suelen perder muchas de ellas y las abejas habitualmente están mal cuidadas. También está el problema añadido para la salud pública, puesto que no se someten a controlos sanitarios.