sábado, 15 de enero de 2011

Euskadi trata de frenar a la avispa asiática

Preocupación entre los apicultores vascos, dado que la avispa, que procede de Francia, es capaz de arrasar una colmena en pocas horas
El Gobierno vasco detecta en Guipúzcoa ejemplares del insecto invasor, que ataca a las abejas

Es una guerrera temible. Diez de ellas se bastan para arrancar la cabeza de miles de adversarias y devorar sus cuerpos en pocos días. Se reproducen de manera fulgurante y ya están en Euskadi. Han llegado a Irún, Hondarribia y Oiartzun, pero pronto se extenderán a otras zonas si no se hace nada para evitarlo. Su nombre científico es 'Vespa velutina' y se la conoce como avispa asiática. La batalla, según garantiza el Gobierno vasco, ha comenzado.
Se trata de una especie invasora que se alimenta preferentemente de abejas domésticas comunes, lo que ha puesto en pie de alerta a los apicultores vascos, que temen que la voracidad de las nuevas avispas ponga en peligro sus colmenas. De momento, sólo las guipuzcoanas, pero nadie está seguro de que la avispa no se extienda con rapidez a otros territorios limítrofes. En un intento de atajar la plaga, o por lo menos de frenarla, el departamento vasco de Medio Ambiente ha puesto en marcha medidas de control a través de la colocación de trampas en colmenares y de la destrucción de avispas reina y de los nidos del insecto invasor.
La presencia de avispas asiáticas fue detectada el pasado verano por la Asociación de Apicultores de Guipúzcoa, que envió varios ejemplares a los laboratorios de Neiker-Tecnalia. Su diagnóstico fue preocupante. Los investigadores llegaron a la conclusión de que las muestras procedían de diferentes nidos y, por tanto, concluyeron que su aparición no era casual, sino que se estaba produciendo un desplazamiento de enjambres desde Francia a este lado de la muga.
El pasado mes de noviembre, cuando se conocieron los resultados de los análisis, los apicultores guipuzcoanos difundieron un mensaje inquietante. «Ya la tenemos entre nosotros, se expandirá rápidamente y debemos aprender a controlarla», dijeron. Fue la misma alarma que habían lanzado en 2005 sus colegas de la zona de Aquitania, en Francia, donde a finales de ese año se detectó por primera vez en Europa a la avispa asiática.
La 'Vespa velutina' viajó hasta el continente sobre una fruta de caqui que llegó al puerto de Burdeos dentro de un contenedor repleto de alfarería o madera importado de China. Desde allí, se extendió con una enorme rapidez a 32 departamentos del sur de Francia.
La avispa asiática vive al norte de la India, en China y en las montañas de Indonesia, en zonas con climas comparables al del sur de Europa, lo que hace temer que se aclimate fácilmente a su nuevo hábitat. Los expertos consideran que las condiciones atmosféricas actuales son especialmente favorables a la multiplicación de especies originarias de regiones más cálidas, por lo que entienden que el riesgo existe.
Inconfundible
Su aspecto es inconfundible. Mide alrededor de 3 centímetros y las reinas pueden alcanzar 4 o 5 centímetros. Tiene una coloración oscura y patas de color marrón amarillas en los extremos. Los investigadores creen que es poco violenta hacia los humanos ya que hasta ahora no ha mostrado ninguna señal de agresividad particular, ni en vuelo ni cerca de su nido, incluso en presencia de movimientos humanos importantes o de fuertes ruidos.
Entre las medidas que hasta el momento han obtenido algunos resultados contra la plaga se hallan la reducción de la entrada a las colmenas de las abejas, la captura con trampas de avispas asiáticas sobre los colmenares de fecundación y la destrucción de nidos. Encontrar estos últimos no es difícil. Son esféricos, del tamaño de un balón de balonmano a uno de fútbol y están colgados en árboles a gran altura, por encima de los cuatro metros.
Las abejas autóctonas de Euskadi no 'saben' todavía cómo defenderse de la nueva especie, algo que sí han aprendido las originarias de Asia. Allí, las abejas rodean a la invasora en grupos numerosos formando una bola y generan por acumulación una temperatura elevada que les permite defenderse.