se ha conseguido sentar un precedente
Seis meses de prisión en la primera condena en La Rioja por robar colmenas
El condenado, sin antecedentes, hurtó diez colmenas y cuatro núcleos en San Vicente de la Sonsierra
16.08.13 - 01:04 -
Miel, abejas y colmenas no solo son palabras relacionadas
conceptualmente con el mundo de la apicultura, sino el objeto de una
serie de robos que se llevan produciendo desde hace años. En La Rioja ya
se ha conseguido sentar un precedente con la primera condena, según
tienen conocimiento desde la ADS Apicultores de La Rioja, por un hurto
de estas características.
Seis meses de prisión, 1.130 euros y el pago de las costas
es la condena establecida por el Juzgado de lo Penal nº 2 de Logroño
contra A. F. M. por la sustracción de diez colmenas (cuatro con veinte
panales y seis con diez) y cuatro núcleos (colmenas en formación). Los
hechos ocurrieron el 17 de abril de 2011 cuando el acusado, que carecía
de antecedentes penales, entró en una finca abierta ubicada en San
Vicente de la Sonsierra y se llevó el citado botín.
La víctima asegura que el ladrón «es un hombre de unos
setenta años que iba siempre acompañado de tres o cuatro jóvenes que
eran quienes ejecutaban los robos mientras él daba las órdenes». Según
sostiene, «este señor iba al campo, miraba las mejores colmenas y
estudiaba los horarios de sus dueños y aprovechaba para robar cuando no
estaban». En concreto, el robo que ha sido objeto de esta sentencia se
produjo entre las ocho y media de la tarde y las ocho menos cuarto de la
mañana del día siguiente.
Añade que el acusado robaba las colmenas y luego las
cambiaba para que no pudieran ser identificadas. Precisamente, cada una
de ellas lleva una marca hecha a fuego o pintada para poder ser
reconocida. Algo que, en realidad, con ser raspado o borrado dificulta
su reconocimiento. Así, según el afectado, «ha habido casos en los que a
una persona le han llegado a ofrecer sus propias colmenas que
anteriormente le habían robado».
Discusión y persecución
Cuando descubrió quién era el autor de estos hurtos, se
dirigió junto a otras víctimas hasta el lugar donde residía el acusado.
Allí, según relata, descubrió algunas de sus colmenas ya transformadas
para no ser reconocidas. Entonces empezó una acalorada discusión con
amenazas verbales y físicas de por medio que culminó con una persecución
en coche por diferentes pueblos, a una velocidad tan alta, que la
víctima afirma que «pensaba que me iba a matar».
Sin embargo, para él no ha sido ni el primer ni el último
robo. El año pasado otra persona, de la cual parece haber descubierto la
identidad pero no el lugar donde esconde lo que ha sustraído, se llevó
ocho núcleos y diez colmenas de su propiedad. Una situación que le está
llevando a él y a la mayoría de apicultores a «ir a trabajar sin
alegría, pensando si nos habrán o no robado».
Aunque considera que «lo mejor es llevarte las colmenas si
te las han quitado y tienes la certeza de que son tuyas». Una tarea que,
a veces, no resulta fácil debido a que los apicultores no siempre
pueden asegurar que sean suyas y a que algunos autores de estos robos
guardan las colmenas en recintos privados.
Aun así, quiere reconocer la labor desempeñada, cuando
sucedieron los hechos, por el sargento de la Guardia Civil del puesto de
San Asensio que «en todo momento se implicó en el asunto y mostró su
determinación a ayudarme».