Queman medio millar de avispas asiáticas que anidaron en Vigo
Los apicultores temen que la colonia avance y diezme las colmenas
«Estabamos nerviosos, como en calquera primeira
vez e había moita expectación; pero acabamos co niño de vespa asiática e
sen unha soa picadura». José Ramón Suárez y su amigo Rosendo,
experimentados apicultores de O Val Miñor, salieron así victoriosos del
desafío. En un mano a mano y, extremando todas las medidas de
seguridad, abatieron el sábado por la noche el primer nido de avispa
asesina localizado en el municipio de Vigo; el tercero de Galicia.
No era un enemigo fácil. Este agresivo carnívoro
devora abejas y otros insectos. Al ser humano solo lo ataca si se le
provoca. Pero tienen un aguijón que triplica el de la avispa autóctona,
al igual que el resto de su cuerpo. El efecto de esa picadura es
directamente proporcional al resto de sus medidas, dicen los expertos.
Hubo ataque. El sábado poco después de las 21.45 horas, en Saiáns. Los
pocos que se arriesgaron a acompañar a los expertos, siguieron su
trabajo en silencio, tres metros por detrás. Ellos, enfundados en sus
trajes de apicultor, con máscaras y armados con sopletes, cual remake de Cazafantasmas,
apuntaron y lanzaron una llamarada directa, durante unos dos minutos
seguidos sobre el nido situado en la esquina de la fachada de una casa
de Saiáns. «Todas estaban dentro e xa non poideron sair, como o niño
aínda non superaba os vinte centímetros, ao final foi sinxelo queimalo»,
recuerda José Ramón Suárez. Y eso que entonces, aun no sabía cuántas
avispas asesinas habían eliminado de un fogonazo. Las cuentas salen
igual en las dos riberas del Miño. En un nido grande, de un metro, puede
haber hasta 3.000 frente a los 30 de media. José Ramón Suárez y su
compañero eliminaron 500 ejemplares; los suficientes para arrasar varias
colmenas y que, tras la hibernación, podrían haberse vuelto a
triplicar. «Ao desfacer o niño, feito coa pasta da súa saliva ácida e
madeira, atopamos tres panais unidos, con larvas a punto de sair, outras
anteriores, ovos e 250 insectos xa grandes», explican. Suárez descubrió
además en Sabarís el primer nido de la provincia el año pasado. Los
avistamientos son continuos y él insiste para que no se demore más un
ataque institucional; como en Portugal. «Eu non sei cantas abellas
necesitan ao día para alimentarse; pero se isto non se controla xa, imos
ter un gran problema», reitera.