lunes, 23 de febrero de 2015

Apicultura: los retos de una actividad milenaria

Castilla y León es una de las principales comunidades productoras de miel de España / La provincia alcanzó las 472 toneladas en el 2014
C.V.G.
21/02/2015 (12:00 horas)La relación del hombre con las abejas se remonta a los primeros homínidos, aunque no fue hasta la época romana cuando se constató que se practicaba la crianza de abejas para el aprovechamiento de sus productos en tierras castellanas y leonesas, actividad de la que todavía quedan algunos vestigios en forma de colmenares. Así, la apicultura constituyó a lo largo de los siglos una labor agrícola-ganadera complementaria que no solo contribuía al alimento de los habitantes del medio rural sino que jugaba un destacado papel en el mantenimiento del ecosistema y contribuía a obtener mejores cosechas. Hoy, Castilla y León se alza como una de las principales productoras de miel de toda España, país que a su vez está a la cabeza de la Unión Europea. Con unas 250.000 colmenas, casi 4.000 apicultores de los que 500 son profesionales y una producción anual que ronda las 4.000 toneladas, la calidad de su miel es reconocida y aplaudida por consumidores y expertos. Aunque la base de la tradición en el manejo y manipulación de las colmenas se sigue manteniendo después de siglos, los apicultores de hoy se enfrentan a nuevos obstáculos y retos. Desde la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) se denuncia que los problemas sanitarios y los ataques de otros animales, algunos de ellos foráneos, llevan a una reducción anual de la población de abejas que ronda entre el 30 y el 40 por ciento.
Durante todo el fin de semana, unas jornadas nacionales organizadas por UCCL y la Asociación de Apicultores de Palencia (APA) abordan en la capital palentina los principales problemas que preocupan al sector. Desde la organización agraria se asegura que buena parte de ellos están llegando de fuera como consecuencia de la globalización. El transporte de mercancías está trayendo especies exóticas invasoras y el libre comercio, miel procedente principalmente de China cuya calidad pone en seria duda. A ellos hay que añadir las enfermedades como la varroa o el síndrome de despoblación que azota mucha explotaciones y la existencia de medidas proteccionistas frente a sus depredadores naturales que hacen de esta actividad milenaria una práctica muy dependiente de la investigación y de las ayudas.
Especies exóticas invasoras
Sobre las especies exóticas invasoras, Juan Carlos Pérez, responsable de Apicultura de la UCCL, alerta que en algunos casos constituyen verdaderas plagas. Una de las que más daños está produciendo en la 'vespa veluntina', una avispa de origen asiático que llegó probablemente desde algún puerto marítimo de Francia y que está causando graves consecuencias en la Cordillera Cantábrica y dentro de la Comunidad especialmente en Burgos. La 'vespa velutina' se alimenta de las abejas y se caracteriza por su voracidad. Los daños que causa en los enjambres no solo vienen de que se comen a sus moradoras, sino que además cuando las abejas detectan su presencia no salen de la colmena, no se alimentan, dejan de criar, no producen miel y acaban muriendo.
Pero si alarmante es la presencia de esta avispa asiática, mucho más preocupa la consecuencia que podrá tener la que parece la inminente llegada a España del pequeño escarabajo de la colmena, originario de Sudáfrica, y cuya presencia ya se ha confirmado en Italia. No solo afecta a las abejas, alimentándose de cría, polen y miel de la colmena, sino que en presencia de sus deyecciones la miel llega a fermentar y se estropea, incluso, después de extraída en los bidones.
Francisco Salvador, coordinador de UCCL de Palencia y apicultor, denunció que la responsabilidad de estas especies invasoras es del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, “que no está haciendo prácticamente nada para erradicarlas”. “Falta investigación entorno a ellas para saber cómo combatirlas pero desde el Gobierno no se hace. Lo poco que hay lo llevan a cabo las asociaciones que no tienen capacidad para ello”, agregó.
Ataques de especies protegidas
Junto a las especies invasoras exóticas, los apicultores tienen que enfrentarse a los ataques de los animales autóctonos protegidos. Es el caso del oso pardo, en el norte de la Comunidad, principalmente Palencia y León, y del abejarruco, en la zona sur pero con especial incidencia en Segovia donde este pájaro “constituye en serio problema”, indicó Juan Carlos Pérez.
Los responsables de UCCL reclaman a la Junta de Castilla y León compensaciones económicas acordes con los daños que causan estas especies protegidas que, recuerdan, son responsabilidad del Gobierno autonómico
Por lo que respecta a los problemas sanitarios, los apicultores se enfrentan a una complicada situación por la aparición de resistencia por parte de varroa a los distintos principios activos que forman parte de los medicamentos veterinarios y denuncian que existe un escaso interés de los laboratorios en el desarrollo de nuevos productos. Además, se sigue desconociendo por falta de investigación el síndrome de despoblación, que hace que las colmenas se queden vacías sin que se llegue a conocer el paradero de sus moradoras.
Además de los problemas con los que se encuentran en sus colmenas, los apicultores tienen que enfrentarse a la importación de miel de China que llega a precios más bajos y con una calidad que desde UCCL tachan de dudosa. Juan Carlos Pérez incluso denuncia que pudieran estar compuestas por azúcares no procedentes de la miel. Frente a ello, exige, por un lado, un etiquetado que refleje no solo la procedencia del producto, como ahora se obliga, sino que también los porcentajes en caso de mezclas. “No estamos en contra de las importaciones, pero sí que defendemos que el consumidor tenga la información suficiente para poder elegir”, apunta. Por otro lado, apela a que se efectúen análisis más rigurosos que clarifiquen la composición de todas las mieles que están en el mercado.
Otra de las cuestiones que preocupa al apicultor castellano y leonés son las subvenciones que recibe a través de los Programas de Desarrollo Rural (PDR) en forma ayudas agroambientales. Salvador denuncia que las correspondientes a 2013, de una media de entre 5.000 y 6.000 euros por productor, llegaron en 2015. Las que se convoquen para este año, alerta UCCL, podrían demorarse en el cobro hasta tres ejercicios, lo que haría insostenible el mantenimiento de algunas explotaciones.
La producción
Castilla y León produjo en 2014 un total de 3.980 toneladas de miel en lo que fue una cosecha regular debido a las bajas temperaturas de la primavera y el corto verano. La provincia con mayor volumen de producción fue Salamanca, que sumó 2.342 toneladas, seguida de León con 472, Zamora que recogió 447, Burgos con 206 y Soria con 147. A la cola se sitúan Palencia, que recolectó 141 toneladas, Segovia con 115, Ávila que recolectó 71 y Valladolid con un total de 39 toneladas.
En Castilla y León hay, a grandes rasgos, dos zonas productoras de miel. Por un lado, la que se produce en las llamadas zonas tardías, de miles de bosque que presenta un color oscuro y que se elabora con néctar del brezo, principalmente. Corresponde a las sierras de Palencia, Burgos, León y Segovia. La otra zona productora se localiza al sur de la Comunidad donde la floración es más temprana y la miel presenta un color más claro.