jueves, 31 de marzo de 2016

Enfermedades de las abejas adultas

 

A continuación se presentan las distintas patologías que pueden aparecer.
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Son varias las enfermedades que pueden sufrir las abejas como resultado de la acción de diferentes agentes patógenos.
Por lo general para el control de las enfermedades, es fundamental un adecuado manejo de las colmenas y un control periódico para evitar cualquier situación que desencadene o favorezca el desarrollo del agente patógeno.
Virosis
Tradicionalmente se ha aceptado que en cualquier cuadro patológico que presente una colmena, si no se puede identificar el agente causal, está originado por un virus. De esta forma las virosis en apicultura se han convertido en un gran “cajón de sastre” en el que se incluyen una serie de patologías raras y/o de agente causal desconocido.
Un primer aspecto a tener en cuenta sobre estos agentes patógenos es que probablemente siempre están presentes en las colonias de forma latente o no evidente. Además varios de ellos pueden estar presentes de forma simultánea y si examinásemos las abejas estas no presentarían ningún tipo de síntomas, es decir, la presencia de virus en una colonia no está asociada forzosamente a una enfermedad.
La presencia o ausencia de síntomas en las abejas depende de la dotación genética, la vía de entrada y el entorno o medio ambiente. También es importante saber que Varroa actúa en muchos casos como un vector transmisor, o activador de estos agentes patógenos. Se sabe que algunos de los virus que afectan a Apis mellifera pueden ser inducidos o activados simplemente realizando punciones a abejas sanas.
Otro aspecto importante a destacar es que algunas enfermedades virosicas se manifiestan solamente cuando otro agente patógeno desencadena su acción.
Se conocen alrededor de diez virus que pueden afectar a las abejas, y que desencadenan alguna de las acciones patógenas expuestas anteriormente. Todos excepto el virus filamentoso (que contiene ADN) usan como material genético el ARN.
La dispersión se produce a tres niveles diferentes:
– Dentro de la colmena: debido a la densidad de animales o debido a la acción de otro organismo como puede ser Varroa destructor.   En el colmenar: mediante la deriva de los insectos, el trasvase de abejas entre colmenas y el pillaje.
– Entre colmenares: mediante las prácticas trashumantes y el trasiego de material contaminado.
Virus más comunes
Virus de la parálisis crónica: Este virus es frecuente en colonias en las que las abejas están confinadas durante largos períodos de tiempo.
Presentan temblores en las alas y el cuerpo, no pueden volar y se arrastran por el suelo o cerca de la piquera, a veces en masas de cientos de individuos.
En muchos casos el abdomen se encuentra hinchado (debido a una distensión del buche de la miel) y pueden presentar diarreas. Las abejas enfermas suelen morir a los pocos días de la aparición de los síntomas.
Además, las abejas van adquiriendo una coloración negra brillante y un aspecto grasiento. Aunque al principio pueden volar, cuando vuelven a las colmenas no son reconocidas por las guardianas y se les niega el acceso, por lo que en algunos casos los apicultores piensan que son abejas procedentes de otras colmenas que se están dedicando al pillaje. En pocos días pierden la capacidad de volar, comienzan a temblar y mueren rápidamente.
Virus de la parálisis aguda: La sintomatología que pueden desencadenar los dos virus suelen ser similares. Si se inoculan en abejas sanas producen temblores y parálisis a los pocos días de su inoculación. La diferencia radica en que las abejas inoculadas con el virus de la parálisis aguda mueren antes que las inoculadas con el de la parálisis crónica.
Su presencia en las colmenas no se asocia en la mayoría de los casos a la aparición de ninguna sintomatología específica, debido probablemente a su reproducción en tejidos no imprescindibles para el mantenimiento de la actividad vital, o bien a que su tasa reproductiva sea baja.
El virus de la parálisis aguda puede llegar a exterminar un colmenar, pero lo más frecuente es que la sintomatología que desencadena su acción aparezca bruscamente, mate algunas colonias y debilite otras, produciéndose a continuación una lenta recuperación.
Virus de alas opacas: Se descubrió en extractos de abejas adultas que habían sido mantenidas en el laboratorio para estudiar otros virus.
El principal síntoma que presentan las abejas infectadas por este virus es la pérdida de la transparencia de las alas. Las partículas víricas se localizan en la cabeza y el tórax.
Los estudios realizados indican que este virus puede estar presente de forma inaparente en algunas colonias, infectando a la cría en desarrollo.
Virus de las alas deformes: Se encuentra actualmente ampliamente distribuido. Las abejas afectadas tienen un tamaño inferior al normal y las alas presentan deformidades o se encuentran atrofiadas.
Este virus puede afectar a las abejas adultas y la cría, además sabemos que Varroa actúa como vector de transmisión entre insectos sanos y enfermos, y a la cría en desarrollo.
Además de su presencia en la cría de obreras, y en las obreras y zánganos adultos. Se ha detectado este virus en las reinas, en la comida que se administra a las larvas, y en el esperma de los zánganos.
Virus de la parálisis lenta: Cuando ataca a las abejas adultas, estas mueren a los 12 días. Un síntoma típico de la acción de este virus es que el día anterior a la muerte, o dos días antes, las abejas sufren parálisis en los dos pares anteriores de patas.
El incremento en la incidencia de este virus se ha asociado al progreso de la Varroa. Probablemente la parasitación de las larvas por Varroa y específicamente la actividad de alimentación del ácaro activen la replicación del virus.
Virus Kashmir: Se considera como uno de los virus más virulentos, ya que pueden matar en pocos días a las abejas. También causa la muerte en sólo tres días de las pupas a las que se les inyectan 35 partículas víricas. También es importante indicar que se puede encontrar en muchas colonias sin producir síntomas evidentes. De hecho la infección de este virus nunca se ha asociado con la aparición de unos síntomas clínicos específicos.

Este virus se encuentra ampliamente distribuido por el planeta y su prevalencia es generalmente baja, con la posible excepción de Norte América y Australia.
Bacteriosis
En las abejas adultas las infecciones bacterianas suelen producir diarrea y septicemia, esta es una infección generalizada. Los síntomas son bastante inespecíficos y las abejas afectadas se suelen arrastrar sin poder volar, además en la colmena hay un fuerte olor a descomposición. El agente causal es Pseudomona auriginosa y parece ser que los brotes aparecen en colonias fuertemente estresadas. Se piensa que la puerta de entrada de este patógeno en las abejas son las aberturas respiratorias.
Enfermedades producidas por protozoos
Los protozoos que pueden producir enfermedades en las abejas adultas se suelen encontrar en muchos casos presentes en los cuerpos de los insectos, y solamente bajo determinadas circunstancias (causas predisponentes) van a desarrollar su acción patógena. Aunque son varios los protozoos que pueden afectar a las abejas, el que presenta una más alta incidencia es Malpighamoeba mellificae, que produce Amebosis. Las abejas ingieren los quistes (agente patógeno) oralmente, estos una vez que se encuentran en el intestino pasan a una fase de vida móvil y se dirigen al sistema excretor.
No se considera una patología importante ya que se necesitan niveles de infestación muy altos para que este agente patógeno pueda llegar a ocasionar la muerte. En su ciclo biológico parece presentar dos picos anuales, uno en primavera y otro en otoño.
Enfermedades producidas por hongos
Aquí se describen dos especies diferentes de hongos patógenos que producen Nosemosis.
La Nosemosis es una de las principales patologías en los climas fríos, donde las abejas permanecen durante largas temporadas en el interior de las colmenas.
Originariamente en Europa esta enfermedad estaba causada por Nosema Apis, que afecta a los animales adultos desencadenando cuadros diarreicos (debidos a la multiplicación del protozoo en el epitelio del ventrículo del sistema digestivo) que originan excrementos fétidos de un color que va del marrón claro al casi negro.
Nosema Ceranae, es un parásito que originalmente atacaba a la abeja asiática Apis cerana. Desde su descubrimiento en China su extensión por todo el planeta ha sido muy rápida.
Enfermedades producidas por artrópodos
Varroa: Pone el primer huevo aproximadamente a las setenta horas después de la operculación de la celdilla de cría. Los huevos posteriores los pone con una cadencia de unas 30 horas. El primer huevo puesto originará un macho y los siguientes hembras. Las varroas hembras recién nacidas tardan algo menos de seis días en completar su desarrollo y los machos algo más.
La hembra progenitora que penetra en la celdilla de cría, con sus quelíceros realiza una incisión en la cutícula de la pupa para que sus descendientes puedan alimentarse. Su localización es próxima a otra zona muy importante denominada “lugar de acumulación fecal”, que como su nombre indica cuenta con restos fecales, pero además esta es la zona en la que se localizan los machos a la espera de que lleguen a ella las hembras y poder fecundarlas. Las hembras una vez alcanzada la madurez se van apareando sucesivamente con el macho (normalmente su hermano) que está dentro de la celda de cría. Los machos son maduros sexualmente entre los 5,5 y 6,3 días de edad y los restos fecales depositados en las paredes de las celdillas actúan como puntos de “encuentro” en los que los machos van a fecundar a las hembras.
Las abejas que han sido parasitadas no suelen morir, pero sus capacidades fisiológicas suelen estar mermadas y se considera que no son animales muy productivos para la colonia. Una obrera que ha sido parasitada durante su desarrollo presenta al nacimiento una pérdida de peso del 7 por ciento, y un zángano alrededor del 15 por ciento. Esta parasitosis se transmite por contacto entre los animales y puede destruir los enjambres o colonias al originar un alto número de obreras con malformaciones (alas atrofiadas o animales de pequeño tamaño) y propensas al ataque de diferentes agentes patógenos (virus), realmente no son animales con unas condiciones óptimas para el desempeño de las labores de mantenimiento de las colonias.
Acarapidosis: Es producida por el ácaro Acarapis woodi, que vive en el sistema respiratorio de las abejas adultas (traquea y sacos aéreos).
El ciclo vital es de 15 a 20 días. A los 4-5 días de penetrar en la tráquea de una abeja, la hembra pone entre 5 y 6 huevos de gran tamaño. El desarrollo de los huevos hasta la fase adulta es de 11-12 días para los machos y 13-16 días para las hembras. La propagación se efectúa por contacto con una abeja infestada con una abeja joven, debido a que con la edad los pelos que rodean los espiráculos se van endureciendo y forman una auténtica barrera que impide la entrada, pero no la salida de los parásitos. La dispersión de los parásitos se inicia cuando las abejas alcanzan una edad de 13 días con un pico de este proceso entre los 15 y 25 días de edad. Las hembras del parásito son atraídas al nuevo hospedador por el aire expulsado por el espiráculo protorácico así como por varios hidrocarburos presentes en las cutículas de las abejas jóvenes.
Esta parasitosis suele cursar de forma asintomática. Como ocurre con casi todos los parásitos la población de este ácaro no se mantiene estable en una colonia a lo largo del año. En los climas templados el mayor incremento poblacional se produce en el invierno, cuando las abejas permanecen dentro de la colonia y la mayor bajada coincide con el verano. En los climas subtropicales el ciclo vital es bastante similar a pesar de la falta del confinamiento invernal.
Otros…
Piojo de la abeja: El agente causal es Braula caeca, un díptero de color castaño o beige y de aproximadamente 1 milimetro de diámetro, que se localiza en el dorso (tórax) de las abejas adultas (con una alta frecuencia sobre las reinas) y que se alimenta de las secreciones salivares. Los huevos son blancos y los animales los depositan en la cara interior de los opérculos que cubren las celdillas con miel. Las larvas minan la cera de los opérculos y fabrican galerías para alimentarse con la miel y el polen, tres semanas después de la puesta (el ciclo de desarrollo dura entre 16 y 23 días) aparece en el extremo de una galería el insecto adulto. En algunos casos el piojo se considera como un parásito y en otros como un comensal; unos cuantos no causan problemas a la colonia, pero cuando su número es grande pueden llegar a ser dañinos.
Apimiasis: Está causada por la larva endoparásita de la mosca Senotainia tricuspis. Mide de 5 a 7 milímetros de largo, con manchas triangulares grisáceas en el abdomen y blanquecinas situadas entre los ojos compuestos. Deposita sobre la membrana intersegmental que une la cabeza y el tórax de la abeja. Una hembra es capaz de producir hasta 700 larvas.
Esta mosca se posa sobre la tapa de la colmena y espera que las abejas salgan para atacarlas. Pertenece a la familia Sarcofágidos que incluye a las moscas que usan los cadáveres para colocar sus puestas.
Puntos importantes
Algunas enfermedades virósicas se manifiestan solamente cuando otro agente patógeno desencadena su acción.
Se conocen alrededor de diez virus que pueden afectar a las abejas.
En las abejas adultas las infecciones bacterianas suelen producir diarrea y septicemia, esta es una infección generalizada. Los síntomas son bastante inespecíficos y las abejas afectadas se suelen arrastrar sin poder volar, además en la colmena hay un fuerte olor a descomposición.
La Varroa el primer huevo aproximadamente a las setenta horas después de la operculación de la celdilla de cría. Los huevos posteriores los pone con una cadencia de unas 30 horas. El primer huevo puesto originará un macho y los siguientes hembras.