Javier Jorge pudo salvar la vida gracias a la rapidez del equipo sanitario y a que no es alérgico al veneno que segrega la apis mellifica.
Javier Jorge, un joven vecino de Valeria (Cuenca), pensará en las abejas cada vez que tome miel no como gesto de agradecimiento a la labor de estos animalillos sino con justificable temor. Esta semana fue víctima del ataque de cientos de abejas cuando se encontraba a las afueras del pueblo. Hasta 133 picotazos llegaron a contar en su cabeza cuando fue trasladado a la UVI de un hospital de la que ha acabado saliendo de forma milagrosa.
La desventura vivida por este joven se inició a raíz de un accidente de tráfico sufrido por un camión que transportaba panales de abejas. Su propietario recogió los panales dejando a los insectos sueltos y sin su reina. El desconcierto que debieron de sentir las abejas tuvo que ser tan grande que se desahogaron con el primer ser humano con quien se encontraron: Javier Jorge, que ha decidido denunciar los hechos. «Me picaron por la tarde. Por la mañana se llevaron las colmenas pero, al parecer, eso hay que hacerlo por la noche. Por esto las abejas quedaron sueltas sin la reina», relata este joven, que ha podido salvar la vida porque el equipo sanitario que lo atendió actuó rápidamente y porque no es alérgico al veneno que segrega la apis mellifica.
Las abejas responsables de este ataque son «muy agresivas», según cuentan los vecinos de este pequeño pueblo de menos de 150 habitantes famoso por su yacimiento romano. Varios de ellos han recibido la picadura de alguno de estos insectos que se han atrevido a acercarse al pueblo. Pocos son los que se atreven a dar un paseo por el campo o atender sus tierras de labranza por miedo a encontrarse con ellas.
Este suceso ocurrido en la provincia de Cuenca no ha sido el único que recientemente han protagonizado las abejas: el pasado miércoles un camión que transportaba 250.000 abejas en Sagunto (Valencia) volcó originando una nube inmensa de insectos en un camino rural cercano a la AP-7.