Oviedo, M. J. I.
En Asturias, decir que las abejas son claves para mantener el paisaje es quedarse cortos. En realidad, los insectos laboriosos son una pieza fundamental para el mantenimiento de los manzanos de sidra, uno de los emblemas de la región a la que vez que importante fuente de riqueza.
La ausencia de polinización provocaría una catástrofe ecológica. En los últimos años los apicultores españoles han llegado a registrar pérdidas de hasta el 40 por ciento. El «síndrome de desabejamiento» o «trastorno del colapso de las colonias(CCD)», como se le conoce en Estados Unidos, se manifiesta por una paulatina desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición.
En un comportamiento de lo más atípico, las pecoreadoras (buscadoras de néctar) salen en busca de comida y no regresan a su hogar, abandonando a su suerte a la abeja reina. Se supone que el letal asesino (múltiple e invisible, al menos de entrada) las mata por el camino, lo que explicaría que no haya «restos mortales» en las inmediaciones de la colmena.
En el Centro Apícola de Guadalajara, en la localidad de Marchamalo, se investiga desde hace tres años. Los esfuerzos han dado sus frutos.
En Estados Unidos, donde hay unos 2,5 millones de colmenas, se ha perdido más de medio millón de colonias con una población de unas 50.000 abejas cada una, 25 millones de insectos». Así lo señaló Daniel Weaver, presidente de la Federación Estadounidense de Apicultores, quien apuntó que este mal -bautizado también como «el sida de las abejas» por su inusitada virulencia- afecta a unos 30 de los 50 estados, cebándose tanto en los almendros de California como en los maizales de Florida