sábado, 19 de julio de 2008

Bruselas anula las ayudas que se dan a los apicultores valencianos para frenar la 'pinyolà'


La decisión genera un grave problema para los productores de miel y los citricultores
La Comisión Europea ha anulado las ayudas que otorga cada año la Conselleria de Agricultura a los apicultores valencianos para compensarles por la falta de producción de miel de azahar, al obligarles a alejar sus colmenas de abejas de las plantaciones de cítricos.

Esta medida de obligado alejamiento, que se viene aplicando desde hace trece años, se realiza para evitar en lo posible la polinización cruzada entre distintas variedades de mandarinas, lo que provoca la aparición en los frutos de semillas (la 'pinyolà'), lo que deprecia su valor comercial.

Aunque la raíz del problema estriba en la existencia de plantaciones entrecruzadas de clementinas y de variedades hibridadas, los investigadores concluyeron que las principales causantes (involuntarias) de la proliferación de semillas en los frutos de estas cosechas son las abejas, porque en su acción de libar las flores mezclan el polen de unas variedades con otras. De esta manera, frutos de variedades que, cultivadas aisladamente, no presentan las molestas pepitas, al producirse juntas y propiciarse la polinización cruzada aparecen con ellas, lo que devalúa u precio a la hora de comercializarse, porque el consumidor prefiere comer mandarinas sin semillas y rechaza las que las contienen. Y por tanto, los comercializadores rechazan aquellas partidas con este problema.

Como lo más difícil (o imposible) sería programar que las plantaciones conflictivas fueran sustituidas por variedades que no lo sean, juntando superficies amplias de la misma clase para evitar cruces en la polinización, se optó por lo más factible: decretar el alejamiento de las colmenas de las zonas citrícolas durante la época de floración, normalmente los meses de abril y mayo.

Cada año, la Conselleria de Agricultura publica una orden en la que establece la obligación de que los apicultores sitúen sus colmenas al menos a cinco kilómetros de cualquier plantación de cítricos, salvo en casos que no presenten problemas de pinyolà, por ser todos los campos circundantes de naranjos o de clementinas, y se cuente para ello con el permiso de los propietarios.

La misma normativa establece la indemnización que corresponde a los apicultores que cumplen con ese alejamiento: en conjunto son unos seis millones de euros al año. Y estas son las ayudas que Bruselas ha considerado no compatibles con las reglas comunitarias; entiende que contravienen los principios de la libre competencia.

Las ayudas que quedan anuladas corresponden al ejercicio 2007, que todavía no habían recibido los apicultores afectados, pero por el mismo principio quedarán también nulas las de este año y ya no se podrá volver a sacar una nueva normativa así.

La conselleria ha encontrado un procedimiento para salvar la papeleta y asegurar unas ayudas a los colmeneros. Se trata de la vía de ayudas llamadas de mínimis, que son las que se pueden dar a criterio de la administración estatal o regional sin que la comunitaria pueda oponerse, pero su montante está limitado a un máximo de 7.500 euros por peticionario durante tres años. Para los más modestos será una solución válida, pero para los más grandes no, porque el importe anual de la subvención que reciben algunos apicultores ya está en ese nivel, por lo que agotarán su ayuuda de mínimis de una vez y los dos siguientes años no podrán recibir nada.

De esta forma, pude resultar muy problemático que en el futuro se pueda llegar obligar e indemnizar a los apicultores para frenar la pinyolà y habrá que buscar posibles soluciones alternativas para evitar que se multiplique este problema en las cosechas de mandarinas.