miércoles, 17 de septiembre de 2008
Entre zánganos, obreras y reinas
Los apicultores de A Escusa exportan sus productos a todo el territorio nacional e internacional y pueden presumir de ser de los pocos que aún son trashumantes.
La dulzura tiene en la miel su mejor expresión. Pero no solo de la miel vive el apicultor moderno. En A Escusa habitan y disfrutan de las vistas unas ochenta mil abejas que hacen posible una decena de productos diferentes. Desde varias clases de miel a licores. De cosméticos a jabones y de jalea real a polen y propóleo.
Rogelio Outeda ha conseguido ya hacerse un hueco en las estanterías de múltiples grandes áreas. Sus productos se pueden comprar en supermercados, grandes almacenes, tiendas de delicatesen y aeropuertos de toda España. Además exporta su firma a Estados Unidos y Alemania y se jactan de «ser gallegos de principio a fin del proceso».
Junto a él, su hija Genoveva, que ha sido un baluarte indispensable desde hace años. Ella misma recuerda que «era alérgica a las picaduras de las abejas» y se acabó vacunando». «Hoy en día -dice- ya no me afectan». De hecho siguen, ambos, tomando miel a diario. El consejo que dan estos expertos es «no espantarlas porque interpretan que las estás atacando». Y sobre los remedios, aconsejan «equiparse de las cremas de las farmacias, aunque hay gente que les pone hielo, monedas o incluso orinan en las picaduras».
Todo empezó en 1890, con el bisabuelo Emilio, que ya gustaba del arte de la apicultura. A partir de ahí se fue pasando de generación en generación, aunque no todos los eslabones siguieron la tradición. De hecho no fue hasta 1950, cuando el pequeño Rogelio tuvo el presentimiento: «Se acercó a mí un enjambre y comprendí que acabaría dedicándome a esto», rememora.
Apicultura trashumante
El arte de criar abejas no significa tener una finca de faraónicas dimensiones llena de panales. En Poio hay otro estilo. «Nosotros aprovechamos las opciones que ofrece la naturaleza. En verano las tenemos en las montañas de Pontevedra y Ourense y en invierno las traemos a la costa. Así aprovechamos los ciclos de polinización», revela el experimentado apicultor, mientras su hija asiente y certifica que «es la mejor manera de aprovechar las colmenas». Sin embargo, al igual que ocurre con los coches, cuanto más se le exija, menos tiempo durará: «Somos conscientes de que nuestras reinas duran la mitad de lo normal porque las hacemos trabajar el doble», dice.
En Galicia no es habitual el trabajo trashumante. Los Outeda están «satisfechos» de los progresos y se aferran a que «desde siempre» han estado con la Indicación Xeográfica de Protección del Consejo Regulador de la Miel de Galicia para certificar su calidad.
La vida de la colmena
¿Cómo es un día cualquiera en el interior de una colmena? Como no hay un reality show que lo muestre, hay que preguntarle a los que saben. Genoveva y Rogelio relatan que «en cada colmena hay una reina, un buen número de zánganos y el resto son obreras». Sin duda, lo más espectacular es desentrañar el misterio de las cúspides de esta sociedad estamental. «Las reinas son elegidas por las propias abejas. Se las alimenta, mediante las nodrizas, con la jalea real y cuando ya están preparadas para reinar realizan el vuelo nupcial en el que son fecundadas por uno o varios zánganos. Revolotean en espiral para cansar a los pretendientes y que solo lo consigan los más fuertes. Luego, las propias abejas los matan». Dicen además que «las reinas son mucho más grandes de lo normal y las de gran calidad ponen 3.000 huevos al día y cinco millones en total».
Finalmente, a pesar de lo que diga la teoría «puede haber colmenas con más de una reina -comenta Rogelio- pero ellas mismas decidirán quién merece realmente ser la jefa. Si no, podemos dividir esa colmena para hacer dos o podemos apartar alguna reina que sobre para que acabe reinando en los panales que han quedado ''zánganos''».