El parásito varroa y el nosema ceranae son los dos principales problemas sanitarios de las colmenas de la provincia. Según los estudios de Asapia, el primero afecta al 70% de las colmenas analizadas y el segundo al 85%, aunque no suponen que todas tengan la enfermedad.
Éste fue uno de los temas de análisis de las II Jornadas Técnicas Apícolas de la asociación alcarreña que comenzaron ayer. Asapia (Asociación de Apicultores de la Alcarria y la Comarca Sur de Castilla-La Mancha) inició ayer las II Jornadas Técnicas Apícolas, que culminarán hoy, como colofón de las actividades formativas que ha desarrollado durante todo el año.
La cuestión central, una vez más, es la relativa a los problemas sanitarios que afectan en la actualidad a la cabaña apícola: los parásitos varroa y nosema ceranae. Según los estudios realizados por los técnicos de la asociación y las muestras recogidas se estima que en el 70% de las colmenas está presente varroa y en un 85% nosema, aunque esto no supone que todas hayan desarrollado la enfermedad.
En esta edición de las jornadas se ha querido incidir en la problemática de varroa, ya que, tras el descubrimiento del síndrome de despoblamiento de las colmenas, éste había quedado marginado. “Lo teníamos abandonado porque parecía que el boom era el síndrome de despoblamiento, pero la verdad es que hay gran problema con varroa, hay mucha incidencia y bajas y sería un error descuidarlo”, explica el técnico de Asapia, Sergio Viñuelas. Este año, sin embargo, desde la asociación han conseguido controlar sus efectos gracias a la aplicación de un tratamiento conjunto y organizado para todos los apicultores con el fin de que todas estén tratadas de la forma correcta, que ha requerido además un trabajo de concienciación. “Si hay un señor que es libre para tener cinco o siete colmenas, pero no las tiene tratadas, el problema se hace extensible al resto del grupo”, detalla el técnico de la asociación. Asapia trata de que estos tratamientos sean lo más económicos para los apicultores, ya que al haber poca variedad suelen ser caros.
Para combatir el varroa se aplica un tratamiento antiparasitario, mientras que en el caso de nosema se trata de un antibiótico. Ambos deben aplicarse cuando hay poca cría, al principio o final de la temporada, pues de lo contrario disminuye la efectividad.
Los dos últimos años no han sido, sin embargo, los mejores para conocer los efectos que estas enfermedades han tenido en la cabaña apícola pues ha tenido la “mejor medicina”, según Viñuelas, que es el campo. “Cuando el campo es bueno se enmascaran muchos problemas como éste”, afirma. El parásito varroa sí se manifiesta, pero no el nosema o la micosis que pueden estar latentes durante esta época y en un momento de estrés en el que haya mucha humedad o una carestía en el campo de floración aparece el problema.
La varroosis, su ciclo biológico, patogenia y control centró la primera ponencia de ayer a la que acudieron más de medio centenar de apicultores, aunque está previsto que el salón de actos de Caja de Guadalajara acoja durante la mañana de hoy al mayor número de asistentes. Culminará con una comida.