JOSÉ SIERRA Las siglas CCD (Colony Colaps Disorder) apenas esconden el drama conocido en España como "Síndrome del Despoblamiento de las Colmenas", que afecta a las abejas de todo el mundo y que está golpeando con fuerza a los enjambres de la Comunidad Valenciana y a la economía de los apicultores. El síndrome se describe con facilidad por sí solo a través de su propio nombre; sin embargo, no ocurre lo mismo con las causas que lo provocan, que a día de hoy son un enigma.
José Martínez, apicultor, perdió el pasado año el 30 por ciento de sus enjambres. Según explica, el problema se presenta cuando "las colmenas están aparentemente bien pero de pronto empiezan a perder individuos", hasta el punto de que "al final sólo quedan unos pocos" y el mantenimiento de la explotación resulta "inviable". Sin embargo, esto no es lo más llamativo, sino que "al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades, no queda ni rastro de las abejas muertas. Salen un día y ya no vuelven. Así de fácil e incomprensible".
La literatura científica sobre este fenómeno vincula el síndrome a la proliferación de pesticidas con acción neurotóxica, aunque sin descartar otras posibles causas y la interacción de diversos factores. Según se ha descrito en varios trabajos de investigación, especialmente en Francia y España, los pesticidas basados en los "neo-nicotinoides" -cada vez más utilizados- hacen que las abejas sufran una pérdida brusca del sentido de la orientación. Salen de la colmena para hacer su trabajo, pero luego no saben volver y mueren lejos de su refugio. Esto explicaría que nadie encuentre nunca los cadáveres de los insectos. En Estados Unidos, la revista "Science" habla en un artículo de la pérdida de entre un 50 y un 90 por ciento de las especies polinizadoras, especialmente abejas y abejorros.
En la Comunidad, el responsable de Apicultura en el sindicato agrario La Unió, Carlos Muñoz, asegura que en 2007 se produjo un "pico" de este síndrome, con un 30 por ciento de las colmenas desaparecidas o inviables. A esto hay que sumar otro 10 por ciento de mortalidad "natural" que se produce todos los años. Desde entonces el porcentaje ha ido bajando de manera continua, y se espera que este año la mortandad no supere el 20 por ciento.
En algunos países se ha suspendido cautelarmente el uso de "neo-nicotinoides", aunque en España todavía no hay movimientos en esa dirección. Las grandes compañías, multinacionales con gran poder para influir las decisiones políticas, controlan la fabricación y distribución de estos productos, y dirigen también el mercado de las semillas, muchas de ellas blindadas por estos compuestos, así como otros pesticidas e insecticidas usados en la apicultura. Carlos Muñoz explica que pese a la toxicidad acumulativa y persistente de estos compuestos la prohibición de su uso tuvo efectos inmediatos. "No hay un único factor, sino varios, pero no hay dudas sobre la toxicidad de estas sustancias".