El despoblamiento que afecta a numerosas zonas del país y la necesidad de polinizar los cultivos de invernadero ha multiplicado por cuatro el número de enjambres sustraídos en el último año. Los técnicos de Asaja trabajan en un sistema que permita localizar la ubicación exacta de las colmenas y poder así recuperarlas, aunque no es nada fácil.
David Navarro
Son más frecuentes y, sobre todo, en cada golpe los ladrones sustraen una mayor cantidad de colmenas. La oleada de robos que están sufriendo trae de cabeza a los apicultores alicantinos que ya no saben qué hacer para proteger sus enjambres. Desde junio del año pasado se han sustraído alrededor de 780, una cifra que multiplica por cuatro la del año anterior, cuando se perdieron por este motivo 178 colmenas, según datos de la organización agraria Asaja-Jóvenes Agricultores, que trabaja en la búsqueda de algún dispositivo tipo GPS que permita localizar y recuperar el material desaparecido.
Algunos de los robos son realmente espectaculares. «Antes se conformaban con llevarse 20 ó 30 enjambres pero ahora lo habitual es que desaparezcan 70 en una sola noche. De hecho a uno de nuestros socios le robaron 170 que tenía preparados en un camión para su transporte», explica María José Mahiques, del departamento técnico de Asaja. El carácter trashumante de este tipo de explotaciones –las colmenas se van desplazando de ubicación según la temporada en busca de polen y de buenas condiciones climáticas– hace todavía más difícil proteger el «ganado», como denomina Mahiques a las abejas.
La organización agraria relaciona este incremento de los robos con el despoblamiento de los panales que están sufriendo en muchas zonas del país –en realidad, de todo el mundo– y que hasta el momento ha afectado menos a la zona del Mediterráneo español. Desde el año 2006 científicos de todo el mundo tratan de descubrir por qué se está produciendo esta gran mortalidad entre las abejas, sin conseguir una única respuesta. Ahora se atribuye a una conjunción de factores entre los que estarían el cambio climático, los efectos de años de utilización de pesticidas inadecuados y la proliferación de un hongo, el «nosema sp», que ataca al aparato digestivo de estos insectos.
El robo de las abejas no es un asunto menor. En muchas regiones de todo el globo las abejas prácticamente han desaparecido y hay que recordar que estos insectos son los responsables de que muchas plantas puedan reproducirse al transportar el polen de unas a otras.
Éste el segundo motivo por el que María José Mahiques cree que están aumentando los robos: para polinizar los cultivos de los invernaderos que proliferan por todas partes. Sin abejas u otros insectos similares, no hay frutas. «El problema es que si metes un enjambre bajo plástico ya no sale vivo», explica la técnico.
Las abejas se guían por la luz solar, que las cubiertas de los invernaderos distorsionan, por lo que los animales se desorientan por completo y dejan de comer. Por este motivo ningún apicultor acepta voluntariamente introducir uno sus enjambres en este tipo de cultivos para polinizarlos.
Frente a esta situación, en Asaja llevan tiempo en busca de un sistema que permita controlar la ubicación exacta de las colmenas. Los GPS tradicionales que podrían incrustarse en los enjambres tienen el inconveniente de una duración demasiado corta de las baterías, según María José Mahiques, lo que los hace poco útiles. También se ha estudiado la implantación en las cajas de anillas como las que llevan algunas aves «pero su radio de acción es demasiado restringido», apunta la técnico. Sin embargo, la organización no está dispuesta a tirar la toalla y mantiene contactos con diversas empresas en busca de una solución.