lunes, 16 de agosto de 2010

nuevas tendencias Masajes con miel

El milenario producto extraído de los panales de las abejas comienza a utilizarse para lucir una piel más tersa y suave



Los griegos y los romanos, inventores de casi todo, ya la utilizaban en mascarillas para el cutis. La miel, un producto natural que nos ofrecen las humildes abejas, no es sólo un fiel remedio para resfriados y afecciones de garganta y un condimento indispensable para muchos cocineros. Los establecimientos dedicados a la dietética y la estética han comenzado a emplearla en las sesiones de masajes. Es lo que los apicultores llaman 'apiturismo', una alternativa más para los ganaderos que dedican su vida a estos pequeños animales.

Miel de eucalipto, de lavanda, de romero, de níspero o de tomillo. Todas son excelentes para mejorar la salud y ahora también para lucir una piel más tersa y suave. De ello se han dado cuenta los institutos de belleza, que han empezado a ofrecer el «masaje con miel» como un atractivo más para ponernos en sus manos. Estos negocios explican que la miel desintoxica la piel al estimularla abriendo los poros y activando la circulación sanguínea. Esto, unido al efecto tonificante del masaje, activa el sistema nervioso e inmunológico e incluso, según algunas de estas clínicas, «armoniza el aura».

La piel -aseguran estos establecimientos- también absorbe las vitaminas y demás cualidades de este dulce producto. Al margen de una publicidad más o menos exagerada, lo cierto es que los masajes con miel son cada vez más demandados, algo que los apicultores acogen con una amplia sonrisa y más en esta época de crisis.

«Tenemos que saber buscar rentabilidad a los productos apícolas de nuestras colmenas», explica Ana Isabel Parras, directora general de Desarrollo Rural de la Junta de Castilla-La Mancha, comunidad en cuyo territorio se produce la prestigiosa y famosa Miel de La Alcarria, que cuenta con denominación de origen.

160.000 colmenas

Esta región dispone de 160.000 colmenas y unas 1.600 explotaciones que producen 2.200 toneladas de miel y 123 de cera, la mayor parte en la comarca alcarreña, situada entre las provincias de Guadalajara y Cuenca. Finlandia, Francia e Italia son los principales importadores de nuestra miel, un alimento reconvertido ahora a cosmético que también cumple una función medioambiental, sobre todo en la polinización de los frutales.

«Mantienen la biodiversidad y la productividad de muchos de nuestros cultivos», indica al respecto José Luis Martínez Arroyo, director general de Producción Agropecuaria de Castilla-La Mancha.

La miel, que fue el edulcorante más extendido en la antigüedad, dejó paso al azúcar de caña y remolacha a partir del siglo XVII, lo cual ha venido afectando a la salud de cientos de generaciones, pues las propiedades terapéuticas de la miel no se encuentran en el azúcar. Además de ser un efectivo bactericida es un excelente ungüento para curar heridas y un producto ideal para los masajes. De ello se ha dado cuenta el sector de la estética y la cosmética.

La amenaza de un parásito

La crisis que sufre el sector ganadero no está afectando igual a los apicultores. Éstos suelen ser productores, elaboradores y comercializadores de miel al mismo tiempo y no dependen tanto del aumento de los precios de los combustibles o de los abonos como ocurre con los ganaderos del ovino o del vacuno. Sin embargo, una seria amenaza pone en peligro la población mundial de abejas: el parásito «Nosema ceranae» que desde finales de los 90 reduce el censo apícola entre un 20 y un 40 por ciento en otoño e invierno.

Un problema que los apicultores compensan comprando nuevas abejas dentro y fuera de España. De este maldito parásito saben mucho en el Centro Apícola de Marchamalo (Guadalajara), un organismo dependiente de la Junta de Castilla-La Mancha que lleva años investigándolo. El «Nosema ceranae» es el responsable del denominado «síndrome de despoblamiento de las colmenas» que se caracteriza por una progresiva disminución del número de abejas de una colonia sin causa aparente hasta que ésta entra en colapso y desaparece al no poder mantener las abejas supervivientes las tareas elementales dentro de la colonia.

Este centro ha analizado miles de abejas de toda Europa y ha encontrado una solución provisional: el antibiótico 'fumagilina'.

No obstante, las colmenas afectadas suelen volver a padecer infecciones, con lo que un solo tratamiento no resulta eficaz. Los científicos siguen investigando en este centro de Marchamalo, especializado también en ofrecer cursos a los bomberos para saber cómo actuar ante un enjambre. En este mismo empeño están el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y la Junta de Castilla-La Mancha ya que «hay que controlar inexorablemente el síndrome de despoblamiento de las colmenas pues es el principal problema sanitario que la apicultura tiene en estos momentos», subraya el director general de Producción Agropecuaria de esta comunidad, Francisco Martínez Arroyo.