Los amantes de la apicultura saborean una dulce victoria en la ciudad de Nueva York, donde una comisión especial ha vuelto a autorizar el cultivo de colmenas en la isla tras decenios de prohibición. Hasta hace apenas unas horas todo aquel que se atreviera a cultivar su propia miel en la jungla de cristal se enfrentaba no solo a la ira de sus vecinos, sino a multas cuyo importe variaban desde los 200 hasta los 2.000 dólares.
Esta prohibición era levantada ayer por el Departamento de Salud e Higiene de la isla de Manhattan, que por primera vez desde hace décadas daba luz verde para la cría de la especie conocida como Apis mellifera o abeja común.
La decisión llegaba como respuesta a las protestas lanzadas desde la Asociación de Apicultores de la isla (APNY), que siempre ha recriminado al Consultorio su decisión de incluir a las abejas en la lista de animales peligrosos para el ser humano, junto a otros insectos como la tarántula o el mosquito del Nilo.
Bueno para la salud
«La cría de abejas es una práctica esencial para la salud de nuestro entorno y resulta además un excelente vehículo para el desarrollo económico y para la conservación de nuestro jardines. De ahí su trascendencia», se podía leer hasta hace poco en la página web de la organización, que fue formada hace dos años y que cuenta con al menos 200 miembros en activo.
Tras la decisión adoptada por el Ayuntamiento para despenalizar el cultivo de colmenas, el propio presidente de la APNY, Andrew Cote, trataba ayer de tranquilizar a la población asegurando que «en realidad las abejas están interesadas en el agua, el polen y las flores» y que, por tanto, «el miedo a que el cultivo suponga un peligro real para los humanos es solo fruto de la desinformación».
Diez mil panales
También desde el propio Ayuntamiento de la ciudad se aseguraba ayer que la posibilidad de ser picado por una abeja en la isla es extremadamente baja y que incluso si uno es atacado por uno de estos insectos no existe riesgo grave para la salud.
En total, se calcula que existen en estos momentos al menos unas 10.000 colmenas en toda la ciudad de Nueva York, si bien el número oficial sigue siendo un misterio.