La Apocephalus boreal inyecta huevos en las abejas de la miel, convirtiéndolas en zombis. Ver el articulo científico publicado
Millones de abejas desaparecen de sus colmenas sin dejar ningún rastro, en ocasiones ni siquiera el cuerpo del delito. Este alarmante hecho que lleva de cabeza a decenas de expertos del sector apícola de medio mundo durante años parece haber encontrado una explicación: la Apocephalus boreal.
Se trata de una mosca parasitaria, conocida anteriormente por fastidiar a los abejorros, la que podría ser la causa de la fuga y posterior muerte de las abejas de miel de medio mundo. Al parecer, este insecto es el culpable de causar el desorden y el colapso en las colonias.
La pequeña mosca es mucho menor en tamaño que la abeja de miel y su objetivo es el de inyectar sus huevos en el abdomen de la abeja. Es en este momento cuando las portadoras de miel enloquecen y comienzan a comportarse de una forma anormal, según explica un estudio de la estadounidense Universidad de San Francisco publicada en la revista científica PLOS ONE.
Las abejas de miel cuando son fecundadas comienzan a volar en círculo, como un zombi y pierden la estabilidad. Tanto es así, que incluso llegan a abandonar por la noche la colmena infectada y algunas mueren a cientos de kilómetros de la misma.
Los investigadores aseguran que hasta 13 larvas de esta «mosca decapitadora» (porque nacen por la cabeza) emergen de cada abeja de miel muerta. Las larvas se arrastran fuera de la abeja alrededor de siete días después de que los huevos fueran inyectados.
«Este parásito puede ser la causa del Síndrome del Despoblamiento de las Colmenas (CCD, en inglés)», asegura Andrew Core, líder del estudio, quien no descarta otras hipótesis como la del abuso de los pesticidas o incluso un extraño virus que se propaga en las colonias afectadas y que ha mermado las colmenas estadounidenses hasta en un 90%.
Hay que recordar que el papel de las abejas de miel es mucho más importante que el de la producción de este alimento, ya que estos insectos son imprescindibles para la polinización, necesaria para mantener la diversidad de los ecosistemas del planeta.