Los apicultores de la región se enfrentan cada año a la desaparición del 40% de sus colmenas a consecuencia de factores ambientales y de enfermedades como la varroasis. Según explica Yolanda Martínez, apicultora burgalesa y organizadora de las Jornadas Apícolas que este año celebrarán el 10 y 11 de marzo en Espinosa de los Monteros, los profesionales tienen que iniciar, después del invierno, las creación de nuevas colmenas a partir de las que les quedan. «Pero eso nos debilita las colmenas que tenemos y luego, si no se ponen de acuerdo la floración y el tiempo y al estar débiles, tenemos menos producción y más bajas de colmenas», relata.
Hace años que la producción de miel y de productos de la colmena se enfrenta a estas dificultades. Ya en el año 2004 se habló de una mortandad de abejas, que se atribuyó a un hongo que afecta al intestino de la abeja, «se van muriendo en el campo hasta que no quedan crías y desaparece la colmena». Según indica Yolanda Martínez también se suele producir una mortalidad alta de este insecto en zonas donde se cultivan transgénicos. «Hay unas semillas de girasol que tienen citronil, una sustancia que afecta al aparato nervioso de la abeja, que se desorienta y no puede volver a la colmena», apunta.
Cambio climático
El cambio climático también está afectando a las abejas, que tienen su ciclo de reproducción y de trabajo marcado en el calendario: «Si la reina empieza a poner y, de repente, baja drásticamente la temperatura o empieza a llover todos los días, no hay mucho ganado para cubrir esa cría, se mueren de frío o de hambre, así que lo tenemos un poco complicado», explica esta apicultora burgalesa.
Los apicultores tienen que hacer el esfuerzo de mantener su actividad, a pesar de que les afecta también la subida de costes y el estancamiento del precio de la miel. «Yo empecé hace 11 años, el alimento me cuesta ahora el doble que cuando empecé, el gasoil está el doble y la venta de miel no ha subido absolutamente nada. Es una lucha diaria con las abejas porque ahora lo tienen todo en contra». Para Martínez, la colmena «sin la ayuda del hombre, desaparecería».
El problema del futuro, según temen, se llama avispón, también conocido como avispa asiática (Vespa Velutina). «Ojalá pasemos un año más sin ella, pero por el avance que está teniendo en Francia, es previsible que lo tengamos aquí este año», calcula Martínez, que cree que el desembarco de este voraz insecto podría llegar por el Valle de Mena burgalés. El principal producto de alimentación de estas avispas es, precisamente, las abejas. «Unas 30 de ellas, en cuestión de una hora, no dejan nada en la colmena, es bastante agresiva», indica.