sábado, 28 de abril de 2012
PREOCUPA LA VESPA VELUTINA EN GIPUZCOA EN EL PAIS VASCO
Las trampas de Bittor Murgiondo han capturado hasta ahora un total de siete avispas reina. Los apicultores se mantienen en guardia ante la llegada de la avispa invasora asiática
La temible avispa invasora asiática ya está aquí. Su presencia en el Alto Deba se constató el año pasado con la retirada de sendos nidos en Oñati y Arrasate. Eran los primeros signos de una invasión en ciernes que se teme que podría completarse durante la recién iniciada campaña apícola.
Los productores de miel afrontan con honda preocupación una nueva temporada en que la formidable amenaza de la vespa velutina se añade a los azotes ocasionados en las colmenas por las enfermedades comunes, las plagas y el hambre.
Con la llegada de la primavera las abejas se desperezan de su hibernación y las colmenas reanudan su laboriosa actividad. Pero también vuelven a la vida las avispas asiáticas devoradoras de abejas. Y se despiertan con hambre. Bittor Murgiondo, mutiloarra largamente afincado en Arrasate, es un apicultor veterano y precavido. Ha rodeado de trampas contra avispas el colmenar que cuida en Musakola.
Siete avispas reinas
El resultado de su barrera anti-avispas no podría ser más inquietante: en los cinco butrones confeccionados con botellas de plástico y cebados con cerveza, vino blanco y sirope de arándanos, han caído ya nada menos que siete avispas reina.
Las reinas de la vespa velutina «hibernan bajo tierra y en huecos de troncos, y con la primavera afloran a la superficie para alimentarse y construir un nido» explicaba Murgiondo.
Las reinas-fundadoras que han sorteado las trampas de los apicultores se hallan ahora mismo -entre abril y mayo- construyendo su nido y realizando la primera puesta de huevos.
Avanzado el verano, la nueva colonia puede llegar a sumar «más de diez mil individuos». Así pues, la buena 'caza' efectuada por las trampas instaladas por Murgiondo ha frustrado la eventual construcción de siete nidos que podrían cobijar a un ejército de decenas de miles de avispas 'asesinas'.
La voracidad de este insecto, aseguraba Murgiondo, es prodigiosa: «unas decenas de estas avispas, que triplican en tamaño a la abeja melera, pueden acabar con una colmena de 30.000 individuos en una semana». Su 'técnica' consiste en «apostarse a la entrada de la colmena y matar a las abejas arrancándoles la cabeza y la tripa donde ocultan el aguijón para llevarse el cuerpo y devorarlo en el nido».
Las abejas, pese a ser extremadamente celosas y agresivas en la defensa de su colonia, carecen aún de una táctica efectiva para neutralizar a estas avispas, ante las que sucumben también en el aire. La abeja, con sus 20 kilómetros por hora en vuelo, no es rival para esta depredadora aérea que se lanza sobre ella a 60 kilómetros por hora, apuntaba Murgiondo.
Desde que en 2005 desembarcaran en Burdeos los primeros ejemplares de avispa velutina ocultas en un carguero procedente de China, la amenaza de este agresivo insecto devorador de abejas se ha ido extendiendo de forma imparable. «Sólo en 2011 los ataques de estas avispas acabaron con más de un millar de colmenas en Gipuzkoa» señalaba Murgiondo.
Los apicultores del Alto Deba se mantienen expectantes ante una amenaza cuya materialización aguardan con evidente temor. La avispa invasora ha causado estragos en las comarcas costeras, Buruntza y Donostialdea. Debagoiena se mantiene aún relativamente indemne. «Lo peor está por llegar» vaticinaba Murgiondo.
José Luis Azpeitia, oñatiarra afincado en Arrasate y propietario de un colmenar en el barrio bergarés de Elorregi (San Prudencio) aseguraba «no haber conocido aún a la avispa asiática». También él se ha provisto de las trampas-butrón pero no se ha visto en la necesidad de colocarlas en torno a sus colmenas. Quizá el aislamiento de que goza en el recóndito caserío Abeletxe ha contribuido a preservar a sus colmenas de la invasión de la avispa 'asesina'. A la espera de lo que pueda deparar el futuro, Azpeitia continúa cuidando con mimo a sus abejas, de las que obtiene una estupenda miel milflores con la que ha obtenido seis galardones.
Hambre
Al igual que él, el también oñatiarra Fernando Lizarralde asegura no haber acusado aún los efectos de la vespa velutina. Este apicultor txantxikuarra se dedicó años atrás profesionalmente a la producción de miel. Llegó a poseer hasta 400 colmenas de las que extraía entre 3 y 5 toneladas del mil al año, e incluso 7 obtuvo en un año extraordinario. Ahora se conforma con cuidar las 70 colmenas que mantiene en Gabiria.
Sin pretender restar importancia al peligro que representa la vespa velutina, este experimentado apicultor apuntaba que hoy por hoy el 'enemigo número 1' de las abejas «es el hambre». Incluso más allá de las enfermedades o las plagas. «Una vez de 'sanfermines' apenas queda alimento para las abejas en nuestros campos y montes» se quejaba Lizarralde. La brevedad de la floración local y la progresiva transformación del medio natural brindan cada menos alimento disponibles para las abejas.
Los monocultivos de pino insignis han reemplazado a las variedades forestales y frutales autóctonas, y los silos están acabando con los praderas donde antes la hierba segada se secaba al sol.
Las tardías flores de los castaños que poblaban nuestros bosques son poco más que un recuerdo, y de no ser por la práctica de la trashumancia Lizarralde no hubiera podido sacar adelante sus cientos de colmenas. «Después de 'sanfermines' solíamos trasladar las colmenas a Navarra o a Burgos hasta octubre o noviembre, en que las traíamos de vuelta para invernar».
El veterano apicultor oñatiarra no dudaba en atribuir al hambre debida a la falta de suficientes reservas de miel, la causa de muerte de muchas colmenas durante el invierno. Ante esta situación, muchos productores no tienen más remedio de 'alimentar' la colmena con suplementos de azúcar, lo que hace que se resienta la calidad de la miel.
Con respecto al temor que suscita la amenaza de la avispa asiática, Lizarralde opinaba que las trampas-butrón empleadas por muchos apicultores «constituyen tan sólo un chivato, pero no una solución al problema».
La querencia de la avispa por los azúcares de la uva lleva a los apicultores como Lizarralde a desear que «ojalá que este insecto acabe con toda la cosecha de txakoli, porque entonces, debido a los cuantiosos intereses económicos que mueve esta industria, seguro que las administraciones hallan alguna feromona o solución para erradicar esta plaga».
El temor a la irrupción de la temible avispa asiática no interrumpe la milenaria tradición de la elaboración de miel. Históricamente, prácticamente cada caserío disponía de colmenas para el suministro del dulce natural por antonomasia, la miel. Un alimento nutritivo y altamente energético, digestivo y al que se atribuyen propiedades curativas como antiséptico, fortificante, calmante, laxante, diurético y bactericida, entre otras beneficios terapéuticos.