sábado, 13 de octubre de 2012
La cornisa Cantábrica se une para defender la Apiss Mellifera
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La situación de la 'Apis mellifera' (abeja) ha hecho que trece asociaciones de apicultores de Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla y León y País Vasco hayan creado una Confederación, para aglutinar a todo el sector y trabajar de una manera conjunta y eficaz en la búsqueda de soluciones.
Se trata de la Confederación en Defensa de la Abeja en la Cornisa Cantábrica (CODACC), su primer presidente es el cántabro Carlos Valcuende y su sede se encuentra en Torrelavega donde se presentará de manera oficial en la IV Feria Nacional Apícola que tendrá lugar los días 20 y 21 de octubre, en el Mercado de Ganados.
En declaraciones a Efe, Valcuende ha explicado que CODACC apoyará iniciativas que contribuyan a proteger la abeja y denunciará aquellas actuaciones que las pongan en peligro, pues entiende que en manos de la sociedad está el poder continuar disfrutando de los muchos beneficios que reporta al ser humano la 'Apis mellifera'.
Entre los programas a desarrollar se encuentra "Antera. Una flor, una abeja, un fruto", encaminado a la divulgación, educación y sensibilización sobre la importancia de las abejas (y demás polinizadores) y los apicultores en la conservación del medio ambiente y la polinización de cultivos.
También se pondrá en marcha "Apis", un programa para realizar estudios y proyectos que den respuesta a los retos a los que se enfrenta la apicultura en esta zona, en especial la selección de abejas tolerantes a varroa, un parásito considerado el "azote" de las abejas que está poniendo en peligro la especie.
Otros serán "Abeja y tradiciones", encaminado a recuperar y divulgar el patrimonio cultural ligado a la abeja y la apicultura, y "Entre mieles. Endulza tu vida y cuida tu salud, con la miel", cuyo objetivo es la divulgación y puesta en valor de las distintas mieles que se producen en la Cornisa Cantábrica.
Valcuende ha explicado que la Cornisa Cantábrica ha sido siempre un área muy vinculada a la apicultura, donde ha tenido una gran presencia histórica y una notable importancia como complemento en la economía rural de subsistencia.
De hecho, repartidas por todos los pueblos y aldeas, las colmenas -llamadas dujos, truébanos, trobos, cepos, caxiellos, cortizos o corchos, según donde se encuentren-, eran agrupadas en pequeños colmenares (cortinos, albarizas, hornilleras o talameras) que formaban parte de su paisaje.
La distribución geográfica de las abejas abarcaba hasta los lugares más recónditos gracias a los abundantes enjambres silvestres que se alojaban en las oquedades de los viejos robles y castaños de los montes.
Esta amplia distribución aseguró en todo momento la polinización y por tanto la producción de frutos imprescindibles para el sustento de otras especies, incluido el hombre.
En la actualidad, la situación de la apicultura no es nada halagüeña debido a la profunda crisis que atraviesa el sector, provocada por la varroa, el uso de plaguicidas neurotóxicos, despoblamiento de las zonas rurales o la pérdida de flora apícola debido a incendios, desbroces, urbanismo o cambio climático.
Según Carlos Valcuende, desde un punto de vista económico la comercialización de la miel y del resto de productos de la colmena resulta insignificante si la comparamos con el principal beneficio que aporta la apicultura, asegurar la pervivencia de la 'Apis mellifera' para la polinización de cultivos y de la flora silvestre.
Por eso, una de las áreas de trabajo de la Confederación es la búsqueda de información orientada a conocer la situación sanitaria actual de las abejas, y promover todo tipo de publicaciones con estudios e investigaciones sobre los temas relacionados con el mundo de las abejas y la apicultura.