Mueren millones de abejas en el Noroeste en la mayor matanza vista en la Región
1.200 colmenas afectadas, de momento, entre Cieza y Calasparra por el uso de insecticidas
Con la muerte de varios millones de
abejas, sobre una población aproximada de más de 30 millones, confirmada
ayer por la Asociación de Apicultores de la Región de Murcia
(A.A.R.M.), por culpa, según todos los indicios, de una fumigación con
insecticidas, no solo corre peligro la producción de miel de unas siete
familias cuya economía depende de este trabajo en dicha zona, sino
también la polinización de frutales de hueso, precisamente en la época
en la que se está iniciando la floración, viéndose por ello comprometida
la próxima cosecha en los campos murcianos de manera bastante
importante. Los hechos han sido denunciados a la Guardia Civil.
Varios
testigos alertaron a la AARM de la muerte masiva de cientos de colmenas
entre la Vega Alta y el Noroeste, concretamente entre los términos
municipales de Cieza y Calasparra. La zona afectada, ambos márgenes de
la carretera que discurre entre la Venta del Olivo y la localidad
calasparreña, cuenta con más de un millar de colmenas.Si tenemos en cuenta que cada colmena posee una población aproximada de unas 30.000 abejas, con sólo que hubiera muerto el 15% de cada una de ellas, las bajas ascenderían a unos 5 millones, aunque la cifra se presume muy superior según Carlos Zafra, uno de los responsables del citado colectivo.
Zafra explica que la muerte ha sido provocada por el uso de insecticidas de manera incontrolada y sin seguir las recomendaciones de uso, como es la prohibición de su utilización en esta época de floración, la de mayor actividad de los antófilos, por el peligro que supone para ellos.
La situación se ha visto agravada, según los expertos, debido a que el año seco que estamos sufriendo ha impedido que haya germinado en esta época flora auxiliar en abundancia, con lo que los himenópteros están centrando prácticamente toda su labor en el polen de las flores de los cultivos de frutales, sobre todo melocotoneros, dirigiéndose irremediablemente hacia una muerte segura.
El año pasado, durante las floraciones del azahar en la Región de Murcia, se produjeron también masivas intoxicaciones, "pero nada comparable a lo que ha sucedido ahora", indica Zafra. "Entonces se denunciaron los hechos, pero siguen produciéndose. Sabíamos que esta temporada tendríamos más casos, pero lo que ha acontecido ha desbordado nuestras peores previsiones. No he visto nada igual en los ocho años que me dedico a esto".
La tragedia no solo ha alcanzado a las abejas domésticas, según indica Zafra, "sino también a abejas libres y, posiblemente, a multitud de insectos, algunos de ellos en peligro de extinción, con lo que el daño ecológico es mucho mayor".
Ante estas mortandades, la Asociación de Apicultores hace una llamada de alerta a las autoridades competentes y a la sociedad en general para que ponga fin a estas malas prácticas, solicitando la adopción urgente de medidas para intensificar los controles sobre las fumigaciones en esas zonas.
La enorme cantidad de colmenas muertas ha creado un estado de estupor y alarma en el sector apícola al no entender cómo es posible que se maten colmenas cuando éstas son un instrumento imprescindible en la polinización de esos cultivos. Un daño colateral grave para la agricultura sería que esta situación pueda provocar la salida masiva de colmenas y el no asentamiento de las mismas en esas zonas, comprometiendo gravemente la polinización efectiva de sus cultivos. La AARM ha anunciado que recomendará no asentar colmenas en esos lugares mientras no haya una respuesta a este problema.
"No queremos conflictos con los agricultores -apunta Zafra-, es más, debemos ir de la mano porque esto es una simbiosis, nos beneficiamos mutuamente. Ellos firman contratos con nosotros para que asentemos nuestros colmenares en sus tierras. Si utilizan esas malas prácticas, los agricultores están echando piedras sobre su propio tejado. Las abejas realizan sobre los frutales de hueso la imprescindible labor de polinizar estos cultivos, por lo que su presencia es vital para poder obtener una cosecha rentable. Las colmenas son también responsables del mantenimiento de la cubierta vegetal de la que depende nuestro frágil ecosistema y, si las dañamos, no sólo estamos poniendo en peligro nuestra producción agraria sino también nuestro futuro ambiental".