Cantabria exporta sus abejas a Francia y Portugal para repoblar colmenas vacías
La crisis ha provocado que muchos jóvenes se interesen por la apicultura como fuente alternativa de ingresos
Dicen que fue el propio Einstein quien afirmó que si las
abejas desaparecieran del planeta, a la raza humana solo le quedarían
cuatro años de vida: «sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni
animales, ni hombres». En el caso de Cantabria parece que este
apocalíptico escenario queda todavía lejos, pero bien es cierto que esta
imprescindible especie de insectos no atraviesa por su mejor momento:
su número ha descendido debido a los diversos males que diezman su
población como el uso incontrolado de pesticidas y plaguicidas, la
llegada de especies invasoras o la destrucción de su hábitat y de sus
ecosistemas, entre otros.
Aunque los problemas que atraviesan las abejas afectan de
una forma u otra a toda la sociedad, hay un sector, el de la apicultura,
que lo sufre directamente. César Alonso, presidente de la Asociación
Montañesa de Apicultores, encara el presente del sector con realismo,
pero sin perder de vista las grandes oportunidades que la actual
circunstancia ofrece a esta actividad. Según explica, en Cantabria
conviven dos modelos de producción apícola que se favorecen entre sí.
Por un lado, el clásico modelo de apicultura menor, desarrollada como un
apoyo a la economía doméstica y una forma artesanal de producción. Por
otro, existen productores a mayor escala, alguno de los cuales llega a
contar con cerca de mil colmenas en sus instalaciones. En ambos casos,
pese a la complejidad del momento que atraviesa el sector, dichos
modelos están evolucionando e incorporando nuevas vías de negocio que
están dando ya sus frutos.
El caso más claro es la producción de núcleos de abejas
para repoblación de zonas deshabitadas y de colmenas vacías. Este nuevo
nicho, producto de la grave falta de colonias de abejas que sufren otras
zonas y países, ha provocado que Cantabria exporte abejas tanto a
distintas zonas de España como, especialmente, a Portugal y a Francia.
Quizás el caso más paradigmático sea este último. En Francia sufren una
falta de abejas más grave que en España, una circunstancia que, como
señala César Alonso, comenzó a cobrar importancia cuando afectó a la
producción de los famosos caldos franceses. En este caso, a la falta de
abejas que polinicen las cepas se suma la expansión que ha vivido la
avispa asiática en el país, que ha tenido funestas consecuencias para la
producción de uva, dado que esta especie también ataca a los frutos de
las vides.
De esta forma, los países vecinos se han convertido en los
destinos de la producción de núcleos para repoblación, que en el caso de
los productores de mayor envergadura alcanza a los 800 núcleos anuales.
Producción cántabra
Esta nueva actividad también prolifera gracias al
incremento de la demanda de abejas para la creación de nuevas colonias
en Cantabria. Según explica Alonso, «hay muchos jóvenes que se están
interesando por la apicultura como una fuente extra de ingresos, algo en
lo que tiene mucho que ver la crisis económica».
Para César Alonso la salud de la apicultura en Cantabria es
razonable, pese a las actuales circunstancias que atraviesan las
abejas. «Aunque el año pasado no ha sido bueno en términos de
producción, ya que se ha recolectado aproximadamente una tercera parte
que el año anterior, la apicultura cántabra se mantiene. Puestos a
pedir, haría falta mayor inversión en el sector y más apoyo, pero en
líneas generales estamos satisfechos con la evolución y con el apoyo que
recibimos de las instituciones públicas».
El descenso productivo se debe más a las malas condiciones
climatológicas que a los problemas que sufren las propias abejas:
«Cuando llueve mucho o el frío se mantiene durante mucho tiempo las
abejas no salen y no trabajan, y en ese sentido el año pasado fue malo».
Pese a ello, en líneas generales la situación del sector en
nuestra región es buena, circunstancia que se debe en gran medida al
buen hacer de los propios productores de Cantabria, sede de la
Confederación de Apicultores de la Cornisa norte que incluye a Galicia,
Asturias,el País Vasco, La Rioja y algunas zonas de Burgos y Palencia.
«Realizamos numerosas actividades divulgativas, como las cerca de
cuarenta charlas que dimos el año pasado por los colegios de Cantabria.
También somos los promotores de la feria apícola más importante de
España, que en octubre vivirá su sexta edición y que ha superado en
cifra de asistentes a otras con bastante más historia que la nuestra».
Si, como decía Einstein, mientras existan abejas habrá
esperanza, en Cantabria –todavía– podemos estar razonablemente
tranquilos.