¿Controles fronterizos para las abejas?
El transporte de abejas melíferas europeas
infectadas por el ácaro Varroa es la causa de la epidemia que diezma a
estos polinizadores
El virus que está matando abejas por millones,
conocido como el virus de las alas deformes, es endémico de la abeja
melífera europea y se ha propagado por todo el mundo debido al mayor
movimiento de un gran vector, el ácaro Varroa. El ácaro se ha propagado en gran parte debido a la comercialización de las colonias de abejas que este parásito infecta. Así se desprende de un estudio que publica la revista «Science».
El trabajo, dirigido por investigadores de la Universidad de Exeter y la Universidad de Berkeley, concluye que la abeja melífera europea es el origen de la infección con el virus de las alas deformes de colmenas en todo el mundo, pero no de una forma natural, sino ayudada por el hombre, que ha favorecido su propagación con el transporte y la comercialización de abejas para la polinización de cultivos. Este virus es uno de los más comunes entre abejas, pero ha pasado de ser una endemia a convertirse en una epidemia global, dicen los investigadores.
El caso es que el virus de las alas deformes por sí solo no tenía efectos tan devastadores, pero la presencia del agente parasitario «varroa destructor» en las colmenas, ha propiciado una combinación mortal, que ha acabado con millones de abejas en las últimas décadas, cuentan los investigadores en «Science». Estudio anteriores ya indicaban que la presencia del ácaro varroa aumentaba la propagación del virus en las poblaciones de abejas, no solo porque actúa como vector, sino también porque incrementa la virulencia del virus. Los ácaros actúan como pequeñas incubadoras de una letal forma de la enfermedad y se la inyectan directamente en la sangre a la abeja. Esto ha conducido a uno de los virus de insectos más contagiosos y más ampliamente propagados del planeta.
Los científicos conocían por tanto cómo la varroa afecta a la propagación del virus a escala individual y de la colonia, pero no conocían su efecto sobre la expansión global de la enfermedad.
Algunas hipótesis se referían a que el ácaro se transformó en un factor importante cuando migró de su huésped originario, la abeja asiática, a la abeja europea, que luego causó la epidemia del virus de las alas deformes. Otras hablaban de que el virus era originario de las abejas europeas, pero que resurgió debido al incremento de los ácaros.
Para comprender mejor cómo el ácaro varroa impactó en la propagación global de este virus, los investigadores dirigidos por la profesora Lena Wilfert, del Centro de Ecología y Conservación de la Universidad de Exeter, utilizaron la secuenciación molecular del virus y los ácaros de 32 ubicaciones en 17 países. Los investigadores estimaron las principales vías de propagación del virus mediante la comparación de los patrones geográficos y los patrones específicos del huésped. Los resultados obtenidos respaldan la idea de que el virus de las alas deformes es un patógeno endémico de la abeja europea que recientemente resurgió mediante la expansión de la varroa como vector.
Roger Butlin, profesor de biología evolutiva en la Universidad de Sheffield, afirma que este estudio demuestra “los riesgos que entraña el movimiento de animales y plantas en todo el mundo. Las consecuencias pueden ser devastadoras, tanto para los animales domésticos como para la vida silvestre. El riesgo de virus y otros patógenos es solo uno de muchos peligros potenciales». Por su parte, el profesor Mike Boots, adscrito a las universidades de Exeter y de Berkeley, concluye que «la idea clave de nuestro trabajo es que la pandemia mundial de virus en las abejas no es natural sino provocada por el hombre. Por tanto, en nuestras manos está mitigarla».
El trabajo, dirigido por investigadores de la Universidad de Exeter y la Universidad de Berkeley, concluye que la abeja melífera europea es el origen de la infección con el virus de las alas deformes de colmenas en todo el mundo, pero no de una forma natural, sino ayudada por el hombre, que ha favorecido su propagación con el transporte y la comercialización de abejas para la polinización de cultivos. Este virus es uno de los más comunes entre abejas, pero ha pasado de ser una endemia a convertirse en una epidemia global, dicen los investigadores.
El caso es que el virus de las alas deformes por sí solo no tenía efectos tan devastadores, pero la presencia del agente parasitario «varroa destructor» en las colmenas, ha propiciado una combinación mortal, que ha acabado con millones de abejas en las últimas décadas, cuentan los investigadores en «Science». Estudio anteriores ya indicaban que la presencia del ácaro varroa aumentaba la propagación del virus en las poblaciones de abejas, no solo porque actúa como vector, sino también porque incrementa la virulencia del virus. Los ácaros actúan como pequeñas incubadoras de una letal forma de la enfermedad y se la inyectan directamente en la sangre a la abeja. Esto ha conducido a uno de los virus de insectos más contagiosos y más ampliamente propagados del planeta.
Los científicos conocían por tanto cómo la varroa afecta a la propagación del virus a escala individual y de la colonia, pero no conocían su efecto sobre la expansión global de la enfermedad.
Algunas hipótesis se referían a que el ácaro se transformó en un factor importante cuando migró de su huésped originario, la abeja asiática, a la abeja europea, que luego causó la epidemia del virus de las alas deformes. Otras hablaban de que el virus era originario de las abejas europeas, pero que resurgió debido al incremento de los ácaros.
Para comprender mejor cómo el ácaro varroa impactó en la propagación global de este virus, los investigadores dirigidos por la profesora Lena Wilfert, del Centro de Ecología y Conservación de la Universidad de Exeter, utilizaron la secuenciación molecular del virus y los ácaros de 32 ubicaciones en 17 países. Los investigadores estimaron las principales vías de propagación del virus mediante la comparación de los patrones geográficos y los patrones específicos del huésped. Los resultados obtenidos respaldan la idea de que el virus de las alas deformes es un patógeno endémico de la abeja europea que recientemente resurgió mediante la expansión de la varroa como vector.
Controles más severos
Para reducir los efectos negativos de este virus en los polinizadores, los autores afirman que se deberían imponer controles más severos, como controles de salud obligatorios y controles del paso de las abejas entre fronteras. «Ahora tenemos que mantener límites estrictos sobre el movimiento de las abejas, aunque no conozcamos si están infectadas o no por la varroa. Y también es realmente importante que los apicultores en todos los niveles tomen medidas para controlar este parásito en sus colmenas, ya que esta enfermedad viral también puede afectar a los polinizadores salvajes».Roger Butlin, profesor de biología evolutiva en la Universidad de Sheffield, afirma que este estudio demuestra “los riesgos que entraña el movimiento de animales y plantas en todo el mundo. Las consecuencias pueden ser devastadoras, tanto para los animales domésticos como para la vida silvestre. El riesgo de virus y otros patógenos es solo uno de muchos peligros potenciales». Por su parte, el profesor Mike Boots, adscrito a las universidades de Exeter y de Berkeley, concluye que «la idea clave de nuestro trabajo es que la pandemia mundial de virus en las abejas no es natural sino provocada por el hombre. Por tanto, en nuestras manos está mitigarla».