Miel de colmenas instaladas en el tejado de la Ópera de París se vende a un precio muy elevado: se comercializa en pequeños tarros, en los que se indica su procedencia, que supone un enorme atractivo para los compradores. Así lo han verificado Xesús Asorey y Xosé Torres, representantes de la Asociación Galega de Apicultura en unas jornadas celebradas en la capital francesa este mes, donde conocieron problemas comunes de desaparición de abejas en Galicia, Francia, Bélgica, Alemania y Grecia. En todos los casos coinciden en relacionar esa pérdida apícola con los pesticidas utilizados en cultivos y montes.
En Francia ya prolifera una singular apicultura urbana. En un lugar tan emblemático como los jardines de Luxemburgo de París, y otros parques de esa misma ciudad, de Nantes, de Lille o de Besançon, se han instalado colmenas y se observa que su producción es mejor que en huertas y en zonas rurales tradicionales para esta ganadería. «Iso significa que as cidades están menos contaminadas para as abellas que onde se utilizan os insecticidas sistémicos», indica Xesús Asorey. Este biólogo considera que en Galicia «serían interesantes experiencias como colocar colmeas nos tellados da catedral de Santiago ou do Centro Galego de Arte Contemporánea, poñamos por caso, e con certeza que acontecería o mesmo: habería mellor produción que en zonas rurais tradicionais de Compostela, onde praticamente desapareceron case todas as abellas».
En Francia observaron una enorme preocupación por los efectos que este problema pueda tener para la salud humana. «Aquí aínda non se asume que a abella é unha especie de centinela do medio ambiente. En análises de aguas potábeis xa se encontraron restos dos mesmos produtos que matan as abellas, e hai temor de que podan pasar a outros frutos e chegar a prexudicar a saúde humana», indica.
La Asociación Galega de Apicultura expuso esta situación y obtuvo la solidaridad de diferentes colectivos de agricultores y ecologistas gallegos, que han distribuido materiales entre sus asociados y han difundido publicaciones para alertar de este problema. «A única solución é a prohibición dos pesticidas que atentan contra as abellas e o medio ambiente», concluye Asorey en el cuaderno S.O.S. Abellas
difundido por la asociación naturalista Adega.