tra argumentación sobre el despoblamiento de las colmenas apunta hacia enfermedades bacterianas como la loque, o ataques de parásitos como la varroa y Nosema ceranae. ¿También por el dióxido de azufre que por cientos de miles de toneladas vierten a la atmósfera las centrales térmicas? Tras experimentos con abejas y pesticidas neurotóxicos, los apicultores comprobaron el nexo común de alta mortalidad de abejas recolectoras y desde hace años pierden más del 50% de su cabaña. En Galicia afecta la loque y la varroa, pero se puede tratar y no supone la desaparición. Y las abejas han sobrevivido a muchos cambios climáticos.
La otra cara de la moneda es un importante abelleiro, con 900 colmenas en la actualidad, repartidas en 17 colmenares, tres de ellas alvarizas tradicionales defendidas frente al oso y en principio bien ubicados en Quiroga a salvo de pesticidas. Manuel Macía, nació entre colmenares en Vilarmel, en la ruta del río Soldón hacia Paradapiñol y Vilaseca. Fue el primer productor gallego de apicultura ecológica, sistema en el que continúa, tras importar en 1996 ceras naturales de Francia y perfeccionar tratamientos ecológicos. Emigrante en Suiza, donde aprendió a encofrar pero también apicultura, regresó hace 18 años, animado porque en un año recolectó 4.010 kilos de miel con 80 colmenas, e un generoso promedio de 55 kilos por cortezo o trobo.
Sigue cosechando miel de brezo y de castaño de gran calidad y buena parte lo exporta a Francia y Alemania, pero la producción ha bajado: «Hai tres anos, con 600 colmeas collín 16.600 quilos de mel, ao ano seguinte con 800 collín 14.500 quilos e o ano pasado 14 toneladas. Eu son socio da AGA e o que di Xesús Asorey hai que telo en conta porque, ao igual que o era Devesa Jul, trátase dunha persoa moi preparada que introduciu a apicultura moderna, pero na miña zona penso que tamén está afectando o clima».
Macía explica que los bruscos cambios de tiempo propician en estos años calores que queman las flores de los castaños. «Se a flor tiña que botar oito días, agora só queda dous e non hai néctar nin orballos», argumenta. Sobre la mortalidad de sus abejas, aparte del gran incendio junto al río Soldón que carbonizó 32 colmenas (hubo de trasladar otras muchas) y que durante tres años no habrá floración en la zona, el problema más acuciante en ese paraíso de O Courel parece ser el abandono de colmenas enfermas por loque o parásitos, adonde acuden enjambres que luego extenderán el mal. «A Xunta debería obrigar a sacar eses focos de infección para o resto de abelleiros e dar máis axudas para trashumancia e recuperación de alvarizas», señala. También se lamenta de que no se recuperen los tradicionales alvarizas. Ha contado unas cien sólo en Quiroga, pero sólo tres están bien cuidadas».