Piden que se prohíban los más tóxicos porque cada año se pierde el 30% de la colonia.
Desaparecen en invierno sin dejar rastro y extraña que se vayan dejando la miel en el panal. Los apicultores gallegos califican de «calamidad» y de situación inquietante el despoblamiento de las colmenas. Para salvar la fauna polinizadora -la abeja fecunda el 80% del entorno vegetal, unas 20.000 especies, y de su acción depende el 40% de la alimentación-, los profesionales exigen la estricta aplicación de la directiva europea sobre homologación de productos fitosanitarios y quieren que los poderes públicos favorezcan una agricultura realmente respetuosa con el medio ambiente, prohibiendo aquellos más tóxicos.
La desaparición de abejas preocupa y desconcierta a los apicultores. Técnicos de la Asociación Galega de Apicultura (AGA) creen que el nexo común del problema, que afecta a distintos continentes, es el empleo abusivo de fitosanitarios agrícolas cada vez más tóxicos, pero muchos abejeros prefieren creer que se trata de una enfermedad. «É lóxico que algúns pensen así, porque desa maneira albergan a esperanza de que poderá tratarse con algún produto», señala el secretario técnico de AGA, Xesús Asorey. Éste sostiene que, después de haber sobrevivido a todos los cambios climáticos, las abejas están amenazadas por razones de alteraciones profundas del medio ambiente debidas, sobre todo, a prácticas agrícolas inadaptadas y poco escrupulosas. «Demandamos unha reflexión no seo dos Gobernos de todos os países, xa que a situación é idéntica en todo o mundo», exhorta.
Si en las montañas de brezo y castaños pierden abejas y desciende la producción de miel, más patente resulta en zonas de montes cultivados y agricultura intensiva. María Consuelo López Román, de Apicultura Viveiro, trata con diversos apicultores del norte de Lugo y A Coruña. «Todo el mundo se queja -explica-, aunque hay lugares más afectados que otros y no sabemos bien por qué desaparecen. No queda ni la reina. Es necesario investigar, pues la gente especula si será del purín, del maíz tratado o si podrían huir de la plaga de goníptero, el bicho del eucalipto».
Cerca de cultivos
María Consuelo López sostiene que el complejo mundo de las abejas tiene muchos misterios por desentrañar. Ha sabido de profesionales de Mañón que obtuvieron buena cosecha, mientras que otra de A Regueira (Xove) ha perdido varias colmenas. Dice que es habitual que pequeños apicultores para autoconsumo pierdan dos o tres colmenas de las cinco o siete que cuidan. Desde AGA constatan que el abandono puede darse en un apiario cercano a cultivos tratados con pesticidas, y no en otro a 500 metros y rodeado de monte. La solución sería reubicarlo y realizar núcleos de colmenas propios para reponer bajas al año siguiente.
Las abejas desaparecen cerca de lugares con horticultura y frutales, maizales de semillas tratadas con Imidacloprid o Fipronil, campos de trigo, centeno y en eucaliptales fumigados.
Xavier Lombardero | redacción
Desaparecen en invierno sin dejar rastro y extraña que se vayan dejando la miel en el panal. Los apicultores gallegos califican de «calamidad» y de situación inquietante el despoblamiento de las colmenas. Para salvar la fauna polinizadora -la abeja fecunda el 80% del entorno vegetal, unas 20.000 especies, y de su acción depende el 40% de la alimentación-, los profesionales exigen la estricta aplicación de la directiva europea sobre homologación de productos fitosanitarios y quieren que los poderes públicos favorezcan una agricultura realmente respetuosa con el medio ambiente, prohibiendo aquellos más tóxicos.
La desaparición de abejas preocupa y desconcierta a los apicultores. Técnicos de la Asociación Galega de Apicultura (AGA) creen que el nexo común del problema, que afecta a distintos continentes, es el empleo abusivo de fitosanitarios agrícolas cada vez más tóxicos, pero muchos abejeros prefieren creer que se trata de una enfermedad. «É lóxico que algúns pensen así, porque desa maneira albergan a esperanza de que poderá tratarse con algún produto», señala el secretario técnico de AGA, Xesús Asorey. Éste sostiene que, después de haber sobrevivido a todos los cambios climáticos, las abejas están amenazadas por razones de alteraciones profundas del medio ambiente debidas, sobre todo, a prácticas agrícolas inadaptadas y poco escrupulosas. «Demandamos unha reflexión no seo dos Gobernos de todos os países, xa que a situación é idéntica en todo o mundo», exhorta.
Si en las montañas de brezo y castaños pierden abejas y desciende la producción de miel, más patente resulta en zonas de montes cultivados y agricultura intensiva. María Consuelo López Román, de Apicultura Viveiro, trata con diversos apicultores del norte de Lugo y A Coruña. «Todo el mundo se queja -explica-, aunque hay lugares más afectados que otros y no sabemos bien por qué desaparecen. No queda ni la reina. Es necesario investigar, pues la gente especula si será del purín, del maíz tratado o si podrían huir de la plaga de goníptero, el bicho del eucalipto».
Cerca de cultivos
María Consuelo López sostiene que el complejo mundo de las abejas tiene muchos misterios por desentrañar. Ha sabido de profesionales de Mañón que obtuvieron buena cosecha, mientras que otra de A Regueira (Xove) ha perdido varias colmenas. Dice que es habitual que pequeños apicultores para autoconsumo pierdan dos o tres colmenas de las cinco o siete que cuidan. Desde AGA constatan que el abandono puede darse en un apiario cercano a cultivos tratados con pesticidas, y no en otro a 500 metros y rodeado de monte. La solución sería reubicarlo y realizar núcleos de colmenas propios para reponer bajas al año siguiente.
Las abejas desaparecen cerca de lugares con horticultura y frutales, maizales de semillas tratadas con Imidacloprid o Fipronil, campos de trigo, centeno y en eucaliptales fumigados.