S. Escribano, Alicante
Investigadores del Instituto Universitario de Plaguicidas y Aguas (IUPA) de la Universidad Jaume I de Castelló han detectado restos de antibióticos en varios botes de miel importada que se encuentran a la venta en supermercados y grandes superficies de la Comunitat Valenciana. Las muestras fueron facilitadas por la Unió de Llauradors para solicitar un análisis que confirmara la presencia de estos residuos en la miel procedente de China. Ahora, los científicos ampliarán los controles con nuevas muestras para esclarecer su origen exacto, pues los apicultores señalan que los envasadores del producto utilizan la miel china, pero mezclada con otras de Argentina, Brasil o Vietnam y en diferentes proporciones.
El director del IUPA, Félix Hernández, indica que los primeros análisis realizados a la decena de muestras aportadas por la agrupación agrícola revelan la existencia de antibióticos en niveles bajos, pero podrían suponer un riesgo para la salud en dosis altas o generar cepas resistentes a ellos.
Muestras recogidas en supermercados
Una vez detectada la presencia irregular de esta sustancia, los investigadores desarrollarán un método de control que iniciarán con la toma de muestras por ellos mismos.
Las que han analizado fueron facilitadas hace unas semanas por la Unió de Llauradors y, según el técnico apícola de la agrupación, Enrique Simó, se recogieron en supermercados de la Comunitat.
La Unión Europea advirtió en mayo
Los apicultores explican que la red de alertas sanitarias de la Unión Europea advirtió en mayo de que había detectado residuos de antibióticos prohibidos en territorio comunitario
El técnico no quiso desvelar las marcas de las muestras dadas a analizar hasta que no se reúna con los responsables del laboratorio para confirmar en cuáles se han detectado estos residuos. No obstante, ha confirmado que todas eran de importación, pese a que no se indicaba el país de origen en la etiqueta al no ser obligatorio, Simó ha señalado que «con toda probabilidad proceden de China, aunque mezclada con la de otros países» .
Simó argumenta que estas sustancias entran en bidones a través de barcos mercantes y «aunque lo hacen de forma regular, los filtros que pasan son insuficientes por el elevado coste que supondría analizar las sustancias sospechosas» .