miércoles, 11 de julio de 2007
VALENCIA / Derraman cinco mil kilos de miel en un monte de Gata de Gorgos y mueren miles de abejas
Los dueños del colmenar sospechan de un familiar, al que han denunciado en varias ocasiones
L. P./VALENCIA
VALENCIA / Derraman cinco mil kilos de miel en un monte de Gata de Gorgos y mueren miles de abejas
CON CUIDADO. El apicultor Adrián Femenía, junto a las colmenas de La Solana. / J. IGLESIAS
Miles de abejas han perecido estos últimos días en un colmenar en la partida La Solana de Gata de Gorgos. El origen está en un acto vandálico ocurrido el pasado sábado. Al parecer, alguien volcó a propósito quince bidones de miel, unos cinco mil kilos, sobre el monte. Más de cien enjambres de abejas salieron de sus cajas, atraídas por el aroma del dulce líquido y quedaron atrapadas hasta perecer. Al parecer, detrás de este desastre ecológico se esconde una agria disputa familiar, por temas de herencia, como explica el responsable del colmenar, Adrián Femenía.
Hace dos semanas falleció sin testar su abuelo, propietario de de explotación de las abejas desde hace décadas. Según sostiene Femenía, su abuelo le regaló de palabra el colmenar, puesto que ha sido el único que le ha ayudado durante los últimos quince años en el cuidado de las abejas y en las labores de recolección.
Una decisión que no aceptó su tío, con el que mantienen una relación turbulenta, y que pretendía apoderarse de los beneficios de los kilos de miel a toda costa. Un tema que Adrián decidió que se solucionara por la vía legal.
El día 24 de junio la familia descubrió la puerta de la caseta donde realizaban las laboras apícolas reventada y, ante el temor de que les robaran la miel almacenada, pidieron permiso al juez para poder sacarla. Ayer mismo, la sala debía decidir si les otorgaba la licencia para trasladar los bidones de miel.
Pero alguien estaba dispuesto a evitarlo. El joven de Ondara se enteró la noche del martes por los vecinos de que algo había ocurrido con sus abejas e interpuso una denuncia en la Guardia Civil con un sospechoso claro: su tío materno.
Ayer por la mañana Adrián acudió preocupado por si los enjambres se habían escapado. Pero lo que encontró fue peor de lo esperado: comprobó que alguien no sólo había echado por la borda el trabajo de dos años, sino que había provocado la muerte de prácticamente todas las abejas. Los hasta cinco kilos de miel recogidos durante dos años han servido de trampa mortal a los insectos. De las habitantes de 150 colmenas a penas quedan unos cientos. La intención de hacer el mayor daño era evidente. Los bidones se destaparon antes de echarlos al monte, para asegurarse de que su contenido se esparcía por completo. Y las cajas de las abejas habían sido manipuladas para que no salieran inmediatamente, algo que sólo sabe hacer alguien que conoce la apicultura.