Nueve meses de prisión -tres por cada uno de los delitos de lesiones- y una indemnización de 390 euros para los tres vecinos de Sebrayo que fueron atacados por sus abejas. Éste fue el fallo dictado ayer por la titular del juzgado número 2 de lo Penal de Gijón, Rosario Fernández Hevia, contra el maliayo Emilio Llosa, de 77 años. Al carecer de antecedentes penales, el apicultor no tendrá que cumplir la pena de cárcel. Eso siempre y cuando no cometa ningún otro delito en los dos próximos años.
El contenido de la sentencia judicial es el reflejo del acuerdo al que la defensa y el fiscal llegaron ayer, antes de que se celebrara la vista oral. Llosa reconoció los hechos y la Fiscalía redujo su petición de condena de los 18 meses iniciales a nueve. También se elevó la cuantía de la indemnización solicitada para cada uno de los vecinos de 350 euros a 390. Esa cifra será transferida por la compañía aseguradora de las abejas.
El acuerdo no dejó satisfechos a los demandantes: las hermanas Loli y Blanca Esther Llera, y el marido de ésta, que preveían el resultado de la vista. «Con los años que tiene y sin antecedentes, esto va a quedar en nada», declararon antes de entrar en la sala de vistas.
Los hechos juzgados ayer se remontan al 1 de mayo de 2006, cuando las abejas picaron a Blanca Esther Llera, a su marido y a su padre, fallecido meses más tarde. También sufrieron picaduras dos agentes de la Guardia Civil y un bombero que atendieron la llamada de emergencia de los vecinos, alarmados por el comportamiento de los insectos. Según relataron las afectadas, las abejas «ya habían picado muchas veces y habíamos hablado con Emilio para que las retirara porque tenían que estar a más de cien metros de una vivienda y estaban a menos de diez».
Ese día, Blanca Llera sufrió una picadura en la cabeza que le provocó una reacción alérgica. Su marido fue atacado por ocho insectos y su padre, por «más de 30». A este respecto, las hermanas indicaron que «nadie nos quita de la cabeza que murió por culpa de las picaduras, porque nunca había tenido ningún problema». Sin embargo, entre las pruebas aportadas no constaba ningún informe forense que apuntara esta posibilidad, ya que la causa de la muerte se atribuye a un derrame cerebral. «Quizá tenía que darle el derrame, pero quién nos dice que las abejas no tuvieron nada que ver. De todas formas, no podemos demostrarlo», explicó Loli Llera.
Las 30.000 abejas, repartidas en nueve colmenas, que poseía Llosa en Sebrayo se encuentran desde hace unos tres meses en una cantera de Quintueles. Su actual propietario, Gerardo Morís, indicó que «son muy tranquilas, salvo cuando hace mucho calor» y afirmó que, si atacaron, fue porque «las molestaban constantemente».
De hecho, el antiguo propietario de los panales resaltó que «las tenía desde hace 18 años y nunca había pasado nada». Asimismo, afirmó que las colmenas estaban dadas de alta en la Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural y contaban con certificado veterinario y seguro. Morís añadió: «Menos mal que las tenía legalizadas, porque si no, le meten en la cárcel. La pregunta es si por tener animales te pueden meter en prisión».