Más de un centenar de apicultores de la Ribera inician en el arranque de la primavera un éxodo obligado. La protección de los citricultores y la prevención de la pinyolà -aparición de semillas en algunas variedades de mandarinas híbridas- obliga desde 1993 a los apicultores a trasladar la gran mayoría de sus colmenas, más de 40.000 en toda la comarca, durante la época de floración de las variedades híbridas . La trashumancia no es nueva para ellos, pero los apicultores no entienden esta marcha impuesta: "Aquí tenemos una de las floraciones más buenas y la que más néctar da y nos obligan a llevarnos las colmenas", lamenta Hernando Aquino, apicultor de Montroy.
Raro es el meler de la comarca que no cuenta con colmenas en otros lugares de la geografía valenciana y española. La práctica totalidad instalan sus colmenas fuera de la Comunitat Valenciana entre marzo y septiembre. Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Murcia... son algunos de los destinos elegidos, de un lado, porque en estas zonas se dan buenas floraciones que garantizan una abundante producción de miel, en la que estas familias basan su economía. De otro lado, se valora la obtención de mayores ingresos gracias a la concesión de ayudas por la polinización que numerosas comunidades autónomas (también la Comunitat Valenciana, aunque no en el caso de los cítricos) ofrecen a los apicultores por facilitar la polinización de las diferentes especies.
Sin embargo, muchos pequeños productores de la comarca se han visto obligados a mover sus colmenas precisamente después del decreto para prevenir la pinyolà que, extraordinariamente este año permite asentamientos en Montserrat, Turís y Benimodo. "Has de desplazar las colmenas y te has de trasladar tú también para preparar el asentamiento y controlar los primeros días", comenta José García, de Montroy, quien mantiene sus colmenas en Huelva "todo el año". "Cada veinte días vamos a echar una mirada", añade e, incluso, llegan a alquilar allí una vivienda. Casi todos los apicultores de Montroy se marchan desde la primavera hasta agosto. En invierno, algunos productores hibernan las colmenas en el pueblo. García relata que "mucha gente mayor se lo ha dejado y entra poca gente joven: en los últimos 15 años, sólo he conocido dos apicultores jóvenes".
Esta misma situación se repite en Turís: Rosa Guaita, portavoz de La Unió en este municipio explica que "la gente que se queda todo el año en la comarca es porque tiene pocas colmenas". Antes del decreto de la pinyolà"no existía esta fuga generalizada".
Tanto uno como otra deploran la "mala propaganda de la apicultura" que ha hecho la Conselleria de Agricultura con el decreto de la pinyolà. José García la acusa de "haber creado una guerra entre apicultor y citricultor" y Hernando Aquino culpa directamente a la conselleria del problema de la pinyolà: "Las navelinas y las navel están muy bien hechas y no ofrecen pegas. Sólo con que la conselleria se hubiera informado de lo que ha pasado en Norteamérica con los híbridos, no hubiera apostado por estos cultivos, que tantos problemas están dando".