Antonio Mon es, además de recolector "de los que aún ejercen", el presidente de la Asociación Provincial Lucense de Apicultores (Apla), que reúne a unos 300 profesionales y aficionados y que colabora con la Unidad de Alergia del Xeral-Calde.
Información relacionada
*
Calde trata a 600 lucenses con alergia al veneno de las abejas
Explica que es un trabajo que supone "sacrificio y poca rentabilidad", con lo que "la gente joven no se quiere meter a esto".
Ni las ayudas de la Administración ni las llamadas de los científicos que alertan sobre la necesidad del mantenimiento de las colonias de abejas revierten la tendencia a la baja en los apicultores en activo. "El trabajo no es fácil y las condiciones tampoco es que cambiaran mucho. Por encima, la mortandad de las abejas en los últimos años llegó en ocasiones al 40% del total de las colmenas", dice.
Las cuentas de beneficio tampoco son tan jugosas como el propio producto, lo que puede explicar en parte el estancamiento. El presidente de Apla tiene los números en la cabeza: "Si la media por colmena es de 20 kilos y el kilo lo vendes a 6,5 euros como en las últimas ferias, ya se puede saber cuánto se saca en bruto. Pero a eso hay que quitarle más de la mitad para gastos, productos de tratamento o desplazamientos", explica.