jueves, 26 de junio de 2014

Los apicultores del Camp de Morvedre alertan de la muerte masiva de abejas por los pesticidas 

 

En el Camp de Morvedre existen 10.000 colmenas de las que más de 2.000 hay que reponerlas cada año por la alta mortandad

OLGA ROGER
        
El uso generalizado de plaguicidas químicos es la principal causa de la continua desaparición de abejas, que pone en peligro la polinización de los cultivos, esencial para reproducir la gran mayoría de las especies vegetales de nuestro ecosistema.
Esta situación, que es un fenómeno global que se está produciendo en todo el mundo, también se da en la comarca del Camp de Morvedre, donde los apicultores ya han dado la voz de alarma ante la grave disminución de las colonias de abejas, que se traduce en un acusado descenso del nivel de producción de frutos y semillas sobre todo de naranjas, tomates, pepinos, etc.
Los apicultores explicaban que el problema radica en que se fumiga con un producto letal para las abejas que resulta más económico, que otro que es más eficaz contra las plagas pero no resulta tan mortífero para las abejas, pero sin embargo es más caro para el agricultor. En este sentido, apuntaban que no están en contra de que se pulvericen los campos, pero demandan que se lleve a cabo con medida y con los productos adecuados para garantizar la vida de estos insectos polinizadores.
Así pues, Iván Gómez, apicultor de la zona, señalaba que "la solución a corto plazo radica en prohibir los productos letales que atacan al sistema nervioso de las abejas y promover y facilitar a los agricultores el uso de los pesticidas que no les afectan, con el fin de paralizar la alta mortandad de los insectos".
Además, insistía en que "lo ideal sería combatir las plagas con otras plagas, es decir, con otros insectos que de manera natural acaban con la plaga en cuestión".

Concretamente, incidía en el hecho de que "en la comarca existen unas 10.000 colmenas distribuidas en zonas de monte público, en época de primavera, cuando se encuentran a pleno rendimiento, de las cuales unas 2.000 hay que reponerlas cada año, a causa de la alta mortandad registrada". Si en cada colmena se calcula que hay unas 30.000 abejas, la cifra de mortandad anual en la comarca es de 60 millones de abejas que desaparecen en cada campaña, cifra muy alarmante dado la importante función de polinización de estos insectos que resulta primordial para la alimentación de la humanidad.
Pero este fenómeno aumenta cada año de forma que los apicultores calculan que "si la situación no cambia, la producción de miel de azahar autóctona al igual que los insectos desaparecerán en la Comunidad Valenciana en unos dos o tres años, como mucho".
Si a esto unimos el hecho de que cada vez son más los casos de robo de colmenas y su destrucción premeditada, la vida de las abejas está seriamente afectada.
Otros factores que influyen en la desaparición de las abejas, además de los pesticidas, son el cambio climático y la contaminación, pero la aparición de productos transgénicos modificados científicamente en laboratorios, cuyas plantas no necesitan del proceso de la polinización, ha producido una relajación generalizada de la sociedad ante la masacre que sufren los insectos polinizadores, que mediante el ciclo natural garantizan la existencia de plantas cuyos frutos son el alimento de la población mundial.
Por otra parte, Iván Gómez, aseguraba que "solamente se consume un 20% de la producción de miel autóctona, el resto, es decir, el 80% de miel natural se exporta fuera de España, a países como Francia y Alemania, que pagan el precio justo por una miel de calidad. Aquí, se consume más la miel procedente de China o de otros países por su precio mucho más barato. Además, la miel que no se endurece no es natural, sino que está mezclada con glucosa para tener ese aspecto untoso, lo que sirve para abaratar el precio".