LA VISIÓN DE LAS ABEJAS Y SU CONOCIMIENTO
Cómo ven y aprenden las abejas
El científico austríaco Karl von Frisch
demostró por primera vez que las abejas podían distinguir colores lo que
fue el primer paso para entender lo que hoy sabemos sobre el
conocimiento desarrollado por las mismas.
nuevatribuna.es | Luis Sarrais
06 de Junio de 2016 (14:58 h.)
Hace
algo menos de un siglo el científico austríaco Karl von Frisch empezó a
estudiar a las abejas, y descubrió que comunicaban la distancia y
dirección en la que se encontraban las flores a las que polinizar y de
las que debía alimentarse mediante una danza aérea y haciendo vibrar su
abdomen. (En la imagen: abeja polinizando).
También mostró por primera vez que las abejas podían distinguir colores lo que fue el primer paso para entender lo que hoy sabemos sobre el conocimiento desarrollado por las abejas. En 1973 fue uno de los tres científicos que compartieron el premio Nobel de Medicina.
En su trabajo, lo primero que hizo fue meditar en el tipo de habilidades que una abeja necesita en el ambiente en el que se mueve. Las abejas no utilizan una flor en particular de la que tomar el néctar y el polen, visitan cientos de flores distintas en las que la calidad de su néctar y polen varía e incluso puede que tengan o no las dos cosas. Algunas flores, por ejemplo las orquídeas no tienen ninguno de los dos alimentos pero las engañan para que las polinicen. Las abejas tienen que volar muchas veces al día hasta las flores ya que buscan comida para ellas y para el conjunto de la colonia y en esos viajes visitan una media de cinco flores cada vez. Beben el néctar y almacenan el polen que recogen en sus patas. Después vuelven a la colonia, regurgitan el néctar que se convertirá en miel y descargan la carga de polen. La miel y el polen se usan para que otras abejas alimenten a las larvas. Las abejas pues necesitan aprender con rapidez las flores que proporcionan más y mejores néctar y polen.
¿Cómo lo aprenden? La respuesta es que usan el aprendizaje asociativo: de la misma forma que los perros en la famosa prueba de Pavlov aprenden que cuando suena una campana se les va a dar de comer y por lo tanto al oír el sonido empiezan a salivar, las abejas aprenden lo que cada tipo de flores ofrece. Por ejemplo, si se encuentran con una lavanda que tiene buen néctar es más probable que busque otra lavanda en el futuro. Y aprenden a comparar también; si recoge néctar de una flor y después hace lo mismo con otra flor de una especie distinta cuyo néctar es mejor la siguiente vez buscará la flor que tenía el mejor néctar y no utilizará las flores de la otra especie.
Von Frisch demostró en un experimento que las abejas distinguían las
flores gracias a sus colores. Para ello, entrenó a abejas a recolectar
néctar (agua azucarada) en tarjetas de color azul. Después colocó la
tarjeta azul entre otras tarjetas todas grises pero en diferentes tonos,
de más oscuros a más claros y esperó a que se posaran en las tarjetas.
Si las abejas sólo podían ver en blanco y negro se confundirían y se posarían en las tarjetas grises con un brillo similar al de la tarjeta azul pero eso no ocurrió: las abejas se posaron en la tarjeta azul. A continuación Von Frisch demostró que las abejas también aprendían el aroma de las flores que visitaban. Posteriormente otros científicos han mostrado que las abejas aprenden a distinguir flores según su forma, tamaño, dibujo, temperatura e incluso campo eléctrico. (Tarjetas de colores).
El trabajo realizado por von Frisch ha sido la base de las investigaciones sobre el conocimiento actual y sus técnicas de usar flores artificiales a partir de tarjetas coloreadas u olorosas donde se ha depositado agua azucarada se utilizan aún hoy en día.
El problema es que el mundo no es tan sencillo como esto por lo que los animales necesitan ser flexibles: no siempre las flores azules tendrán mejor néctar que las amarillas, puede ser que las flores azules tengan mejor néctar que las amarillas pero sólo por la mañana o que un tipo de flor azul que tiene un olor particular tenga mejor néctar que las flores amarillas pero que haya otra especie de flor azul cuyo néctar sea peor.
Por eso, al seguir estudiando a las abejas comprobó que pueden aprender otros patrones complejos. Por ejemplo, varios experimentos han mostrado que las abejas pueden aprender que una flor artificial con un patrón de tablero de ajedrez azul tiene buen néctar y que otra con ese patrón en amarillo también pero que una combinación de las dos, es decir un patrón de tablero de ajedrez con los colores amarillo y azul no lo es.
También pueden aprender que sólo algunas combinaciones de estímulos son buenas, por ejemplo que A y B juntos son buenos y que C y D juntos también pero que cualquier otra combinación, como A y C o B y D no lo son. La lista de asociaciones complejas que las abejas pueden aprender parece inagotable y sus habilidades incluyen aprender que el agua azucarada sólo se puede encontrar en un sitio preciso y a una hora determinada.
Otro estudio mostró que las abejas pueden formar conceptos abstractos, que es la habilidad de entender un hecho y ser capaz de generalizar ese hecho a otras situaciones que se encuentren. (En la imagen: Distinguiendo estímulos)
El estudio se hizo entrenando a una abeja que si veía un color en particular por ejemplo azul y luego se le daba a elegir entre azul y amarillo el azul siempre tenía néctar mientras que el amarillo no lo tenía, pasos 1 y 2 del diagrama. Igualmente, se les entrenó para que si veían amarillo, cuando después se les daba a elegir tenía que escoger amarillo para conseguir el agua azucarada, pasos 3 y 4 en el diagrama. Por lo tanto, para conseguir el néctar tenían que mantener el mismo color que habían visto primero. Aprendieron esto sin mucha dificultad pero se planteó la duda de si habían aprendido el concepto de que tenían que elegir lo mismo que habían visto o si “simplemente” habían aprendido una regla específica a esta situación: debo ir a amarillo si veo amarillo y a azul si veo azul. Para comprobar si habían aprendido el concepto hicieron una prueba con un estímulo que no habían visto antes; mostraron un patrón blanco y negro con rayas horizontales. Si las abejas habían aprendido el concepto, la regla sería “cuando veo un estímulo debería luego elegir el mismo estímulo para conseguir el agua azucarada”, pasos 5 y 6 en el diagrama y eso es lo que la mayoría de las abejas hicieron. A otro grupo de abejas se les enseñó solo el patrón blanco y negro de rayas verticales y horizontales y luego el de los colores azul y amarillo y también fueron al color correcto. A continuación los investigadores proporcionaron a otro grupo de abejas estímulos de olor en vez de visuales, mostrando que cuando olían un particular aroma tenían que elegir el mismo olor para conseguir su recompensa y luego se les mostraron los colores. Las abejas tradujeron la regla del olor al color y eligieron el color correcto a pesar de no haber sido expuestas a ningún aprendizaje con color. (En la imagen: Aprendiendo conceptos abstractos)
Estos estudios han supuesto un gran avance en comprender qué es lo que ven las abejas, cómo se comunican y cómo aprenden, mucho más de lo que se creía.
También se descubrió la razón de que eligieran unas flores con preferencia a otras que a nosotros nos parecían idénticas. Resultó que el espectro visible de las abejas es diferente al nuestro, les permite ver las flores que contienen más néctar y polen y así distinguirlas de las demás pese a que a nosotros nos parecían iguales.
Y es que una abeja necesita para su labor diaria más información de lo que podría creerse.
También mostró por primera vez que las abejas podían distinguir colores lo que fue el primer paso para entender lo que hoy sabemos sobre el conocimiento desarrollado por las abejas. En 1973 fue uno de los tres científicos que compartieron el premio Nobel de Medicina.
En su trabajo, lo primero que hizo fue meditar en el tipo de habilidades que una abeja necesita en el ambiente en el que se mueve. Las abejas no utilizan una flor en particular de la que tomar el néctar y el polen, visitan cientos de flores distintas en las que la calidad de su néctar y polen varía e incluso puede que tengan o no las dos cosas. Algunas flores, por ejemplo las orquídeas no tienen ninguno de los dos alimentos pero las engañan para que las polinicen. Las abejas tienen que volar muchas veces al día hasta las flores ya que buscan comida para ellas y para el conjunto de la colonia y en esos viajes visitan una media de cinco flores cada vez. Beben el néctar y almacenan el polen que recogen en sus patas. Después vuelven a la colonia, regurgitan el néctar que se convertirá en miel y descargan la carga de polen. La miel y el polen se usan para que otras abejas alimenten a las larvas. Las abejas pues necesitan aprender con rapidez las flores que proporcionan más y mejores néctar y polen.
¿Cómo lo aprenden? La respuesta es que usan el aprendizaje asociativo: de la misma forma que los perros en la famosa prueba de Pavlov aprenden que cuando suena una campana se les va a dar de comer y por lo tanto al oír el sonido empiezan a salivar, las abejas aprenden lo que cada tipo de flores ofrece. Por ejemplo, si se encuentran con una lavanda que tiene buen néctar es más probable que busque otra lavanda en el futuro. Y aprenden a comparar también; si recoge néctar de una flor y después hace lo mismo con otra flor de una especie distinta cuyo néctar es mejor la siguiente vez buscará la flor que tenía el mejor néctar y no utilizará las flores de la otra especie.
Si las abejas sólo podían ver en blanco y negro se confundirían y se posarían en las tarjetas grises con un brillo similar al de la tarjeta azul pero eso no ocurrió: las abejas se posaron en la tarjeta azul. A continuación Von Frisch demostró que las abejas también aprendían el aroma de las flores que visitaban. Posteriormente otros científicos han mostrado que las abejas aprenden a distinguir flores según su forma, tamaño, dibujo, temperatura e incluso campo eléctrico. (Tarjetas de colores).
El trabajo realizado por von Frisch ha sido la base de las investigaciones sobre el conocimiento actual y sus técnicas de usar flores artificiales a partir de tarjetas coloreadas u olorosas donde se ha depositado agua azucarada se utilizan aún hoy en día.
El problema es que el mundo no es tan sencillo como esto por lo que los animales necesitan ser flexibles: no siempre las flores azules tendrán mejor néctar que las amarillas, puede ser que las flores azules tengan mejor néctar que las amarillas pero sólo por la mañana o que un tipo de flor azul que tiene un olor particular tenga mejor néctar que las flores amarillas pero que haya otra especie de flor azul cuyo néctar sea peor.
Por eso, al seguir estudiando a las abejas comprobó que pueden aprender otros patrones complejos. Por ejemplo, varios experimentos han mostrado que las abejas pueden aprender que una flor artificial con un patrón de tablero de ajedrez azul tiene buen néctar y que otra con ese patrón en amarillo también pero que una combinación de las dos, es decir un patrón de tablero de ajedrez con los colores amarillo y azul no lo es.
También pueden aprender que sólo algunas combinaciones de estímulos son buenas, por ejemplo que A y B juntos son buenos y que C y D juntos también pero que cualquier otra combinación, como A y C o B y D no lo son. La lista de asociaciones complejas que las abejas pueden aprender parece inagotable y sus habilidades incluyen aprender que el agua azucarada sólo se puede encontrar en un sitio preciso y a una hora determinada.
Otro estudio mostró que las abejas pueden formar conceptos abstractos, que es la habilidad de entender un hecho y ser capaz de generalizar ese hecho a otras situaciones que se encuentren. (En la imagen: Distinguiendo estímulos)
El estudio se hizo entrenando a una abeja que si veía un color en particular por ejemplo azul y luego se le daba a elegir entre azul y amarillo el azul siempre tenía néctar mientras que el amarillo no lo tenía, pasos 1 y 2 del diagrama. Igualmente, se les entrenó para que si veían amarillo, cuando después se les daba a elegir tenía que escoger amarillo para conseguir el agua azucarada, pasos 3 y 4 en el diagrama. Por lo tanto, para conseguir el néctar tenían que mantener el mismo color que habían visto primero. Aprendieron esto sin mucha dificultad pero se planteó la duda de si habían aprendido el concepto de que tenían que elegir lo mismo que habían visto o si “simplemente” habían aprendido una regla específica a esta situación: debo ir a amarillo si veo amarillo y a azul si veo azul. Para comprobar si habían aprendido el concepto hicieron una prueba con un estímulo que no habían visto antes; mostraron un patrón blanco y negro con rayas horizontales. Si las abejas habían aprendido el concepto, la regla sería “cuando veo un estímulo debería luego elegir el mismo estímulo para conseguir el agua azucarada”, pasos 5 y 6 en el diagrama y eso es lo que la mayoría de las abejas hicieron. A otro grupo de abejas se les enseñó solo el patrón blanco y negro de rayas verticales y horizontales y luego el de los colores azul y amarillo y también fueron al color correcto. A continuación los investigadores proporcionaron a otro grupo de abejas estímulos de olor en vez de visuales, mostrando que cuando olían un particular aroma tenían que elegir el mismo olor para conseguir su recompensa y luego se les mostraron los colores. Las abejas tradujeron la regla del olor al color y eligieron el color correcto a pesar de no haber sido expuestas a ningún aprendizaje con color. (En la imagen: Aprendiendo conceptos abstractos)
Estos estudios han supuesto un gran avance en comprender qué es lo que ven las abejas, cómo se comunican y cómo aprenden, mucho más de lo que se creía.
También se descubrió la razón de que eligieran unas flores con preferencia a otras que a nosotros nos parecían idénticas. Resultó que el espectro visible de las abejas es diferente al nuestro, les permite ver las flores que contienen más néctar y polen y así distinguirlas de las demás pese a que a nosotros nos parecían iguales.
Y es que una abeja necesita para su labor diaria más información de lo que podría creerse.