El acuerdo se suscribe ante la amenaza de extinción de las abejas silvestres como consecuencia del uso de pesticidas y la pérdida de habitat. Una circunstancia propiciada por el despoblamiento de las zonas rurales.
Oviedo. 23/05/2007
Miguel A. Martínez
El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) y la Federación de Asociaciones de Apicultores del Principado (FAPI) firmaron un acuerdo para fomentar la miel asturiana. El acuerdo se suscribió ante la amenaza que existe para la abena melífero que se encuentra en peligro de extinción.
Fapas advirtió que, como consecuencia del uso de pesticidas, la pérdida de hábitat y las enfermedades, la abeja en estado silvestre está prácticamente extinguida. La situación de la abeja doméstica “no es mucho mejor”.
En esta situación tiene que ver el despoblamiento de las zonas rurales que ha reducido drásticamente el número de colmenares en Asturias. Se estima que desde el siglo XVIII el número de colmenas ha disminuido en más de dos terceras partes en el territorio del Principado. Esto unido a la desaparición de la abeja silvestre “aboca”, según Fapas, “a una situación que puede provocar efectos catastróficos”.
Fapas y la FAPI son dos entidades que llevan años trabajando para intentar corregir esta situación.
Por la complementariedad de sus proyectos y con el fin de aunar sus esfuerzos firmaron el convenio de colaboración bajo el título “Proyecto de colaboración en defensa de la biodiversidad y el medio ambiente a través de la implantación de colmenas en zonas de deficitaria polinización en Asturias”.
El proyecto tiene dos líneas de actuación diferenciadas: la primera, la elaboración de un mapa de polinización del Principado de Asturias para determinar las zonas de más urgente polinización. En estas zonas será donde el Fapas instalará colmenas que serán atendidas y explotadas por apicultores de los núcleos rurales próximos. La segunda línea consiste en una campaña de promoción de la miel asturiana como producto de máxima calidad y de la apicultura tradicional como una actividad humana necesaria.
jueves, 24 de mayo de 2007
ÁLVARO GARRIDO APICULTOR «Sin apicultores no quedarían abejas»
Álvaro Garrido lleva treinta años dedicado a la apicultura, actividad que ha heredado su hijo, apicultor ecológico que está tratando de dar un impulso a la empresa. Campomiel, radicada en Ventosa, tiene unas 1.500 colmenas, principalmente en la Sierra (Moncalvillo y la Demanda). Comercializan mieles de romero, tomillo, brezo y milflores, y es una de las pocas firmas que produce polen puro, «el alimento más rico que existe».
J.S./LOGROÑO
Para ellos, esta crisis no es al- go pasajero; llevan años sufriendo sus consecuencias. Por eso demandan alternativas y soluciones, y piden que se profesionalice más un sector que consideran vital para la pervivencia de la especie.
- ¿Desde cuándo ocurre esto?
- No es de ahora, pero la situación a la que nos enfrentamos sí es distinta a lo que conocíamos.
- ¿Qué creen ustedes que pasa con las abejas?
- Desde hace 20 o 25 años tenemos que tratar las colmenas contra la varroa y ahora, desde hace seis, también contra la nosemosis. Pero ahora, a pesar de los tratamientos, hay una mortandad muy alta.
- ¿Cómo ocurre?
- Se nota que las abejas están más débiles y no pasan el invierno. El invierno anterior, que fue más duro, fue peor. Por la varroa, que afecta a las pupas [larvas], las abejas nacen deformes; y por la nosemosis, sufren una diarrea. El resultado es que te encuentras un montón de abejas muertas o han desaparecido. La abeja está débil, sin la euforia que tenía antes.
- ¿Qué opina de las otras hipótesis que se mencionan?
- No hay más misterio. Lo de las ondas de los teléfonos móviles, por ejemplo, no tiene nada que ver. Son cosas que los apicultores ya tenemos en cuenta cuando instalamos las colmenas, porque las abejas notan todo: las tormentas, los tendidos eléctricos, las corrientes subterráneas
- ¿ El cambio climático?
- También afecta, claro. Y los pesticidas y la contaminación Las abejas notan todo.
- ¿Qué se puede hacer?
- Yo acabo de regresar de Granada de un cursillo de cría y selección de abejas reina. Una solución podría ser tratar de mejorar la especie. Es algo de lo que no se ha preocupado el sector. Nosotros tenemos desde hace tiempo nuestro propio criadero de reinas.
- ¿Como está el sector?
- La preocupación del sector es generalizada. Lo que ocurre es que es un sector muy poco profesionalizado; hay mucha gente que tiene colmenas como segunda ocupación, pero no son profesionales.
- ¿Les está haciendo caso ahora la Administración?
- Parece que hay cierta alarma, pero nos tememos que eso se pase pronto y sin sacar conclusiones. No parece que haya verdadera preocupación, porque si hay crisis en la apicultura vamos a ser muy pocos los que nos quedemos en la calle precisamente por lo poco profesionalizado que está esto.
- ¿Hacen alguna petición a la Administración?
- Necesitamos una alternativa porque el sector se está debilitando.
- Dicen que la abeja es vital para la biodiversidad. ¿Exageran?
- No, es cierto. La abeja tiene un papel clave en la biodiversidad y en la agricultura. Es la mayor polinizadora. Pero hoy ya no existen abejas silvestres; sólo circunstancialmente. La varroa se basta para acabar con ellas. Las de cría están aguantando esta plaga gracias a nuestros cuidados.
- ¿Está diciendo que sin apicultura no habría abejas?
- Exacto. Sin los apicultores no quedarían abejas; la varroa y la nosemosis las exterminarían.
J.S./LOGROÑO
Para ellos, esta crisis no es al- go pasajero; llevan años sufriendo sus consecuencias. Por eso demandan alternativas y soluciones, y piden que se profesionalice más un sector que consideran vital para la pervivencia de la especie.
- ¿Desde cuándo ocurre esto?
- No es de ahora, pero la situación a la que nos enfrentamos sí es distinta a lo que conocíamos.
- ¿Qué creen ustedes que pasa con las abejas?
- Desde hace 20 o 25 años tenemos que tratar las colmenas contra la varroa y ahora, desde hace seis, también contra la nosemosis. Pero ahora, a pesar de los tratamientos, hay una mortandad muy alta.
- ¿Cómo ocurre?
- Se nota que las abejas están más débiles y no pasan el invierno. El invierno anterior, que fue más duro, fue peor. Por la varroa, que afecta a las pupas [larvas], las abejas nacen deformes; y por la nosemosis, sufren una diarrea. El resultado es que te encuentras un montón de abejas muertas o han desaparecido. La abeja está débil, sin la euforia que tenía antes.
- ¿Qué opina de las otras hipótesis que se mencionan?
- No hay más misterio. Lo de las ondas de los teléfonos móviles, por ejemplo, no tiene nada que ver. Son cosas que los apicultores ya tenemos en cuenta cuando instalamos las colmenas, porque las abejas notan todo: las tormentas, los tendidos eléctricos, las corrientes subterráneas
- ¿ El cambio climático?
- También afecta, claro. Y los pesticidas y la contaminación Las abejas notan todo.
- ¿Qué se puede hacer?
- Yo acabo de regresar de Granada de un cursillo de cría y selección de abejas reina. Una solución podría ser tratar de mejorar la especie. Es algo de lo que no se ha preocupado el sector. Nosotros tenemos desde hace tiempo nuestro propio criadero de reinas.
- ¿Como está el sector?
- La preocupación del sector es generalizada. Lo que ocurre es que es un sector muy poco profesionalizado; hay mucha gente que tiene colmenas como segunda ocupación, pero no son profesionales.
- ¿Les está haciendo caso ahora la Administración?
- Parece que hay cierta alarma, pero nos tememos que eso se pase pronto y sin sacar conclusiones. No parece que haya verdadera preocupación, porque si hay crisis en la apicultura vamos a ser muy pocos los que nos quedemos en la calle precisamente por lo poco profesionalizado que está esto.
- ¿Hacen alguna petición a la Administración?
- Necesitamos una alternativa porque el sector se está debilitando.
- Dicen que la abeja es vital para la biodiversidad. ¿Exageran?
- No, es cierto. La abeja tiene un papel clave en la biodiversidad y en la agricultura. Es la mayor polinizadora. Pero hoy ya no existen abejas silvestres; sólo circunstancialmente. La varroa se basta para acabar con ellas. Las de cría están aguantando esta plaga gracias a nuestros cuidados.
- ¿Está diciendo que sin apicultura no habría abejas?
- Exacto. Sin los apicultores no quedarían abejas; la varroa y la nosemosis las exterminarían.
domingo, 20 de mayo de 2007
Coordinadora Agraria valora positivamente la ayuda agroambiental de Castilla y León a la apicultura
Palencia, 16 de mayo de 2007.- El reducido límite presupuestario de 2 millones de euros (330.772.000 pesetas) con el que cuenta la Ayuda Agroambiental de Apicultura para la mejora de biodiversidad, aunque se contemple la posibilidad de un incremento en función de las cantidades que se asignen definitivamente con cargo al FEADER, es en definitiva el esfuerzo financiero total con el que la Consejería de Agricultura pretende apoyar en los próximos 5 años al Sector Apícola de Castilla y León, que será cofinanciado en un 40 % por el FEADER (800.000 Euros) mientras el 30 % restante lo pondrá el MAPA (600.000 Euros) y otro 30 % por parte de la Junta (600.000 Euros). De este modo, la Ayuda Agroambiental de Apicultura supera en tan sólo 150.000 euros más el montante de ayuda que disponía la Prima de Polinización en el año 2006, aunque entonces la Junta cofinanciada dicha ayuda con un 17,5 % y ahora la ayuda agroambiental lo tendrá que hacer con un 30 %.
Pese a que la prima por colmena se ha establecido por parte de la Consejería tal y como el sector apícola exigía en 10,52 €/ha (21,04 € por colmena), en igualdad con la que está establecida en otras CC.AA., para evitar agravios comparativos entre los apicultores profesionales de Castilla y León en la concesión y reparto de esta ayuda agroambiental por el reducido límite presupuestario de 2 millones de euros, COAG Coordinadora Agraria recomienda a los/as apicultores/ras ATP que soliciten un máximo de 300 colmenas por explotación para evitar la aplicación de las prioridades previstas por la administración en caso de superar dicho presupuesto, y
garantizar el pago del 100 % de la ayuda al menos a ese tramo de colmenas, pudiéndose alcanzar una ayuda aproximada de entre 6.000 y 6.300 euros por titular.
COAG Coordinadora Agraria también recomienda a los/as apicultores/ras profesionales que en la ubicación de los asentamientos de las colmenas que se acojan a la ayuda agroambiental se midan las coordenadas UTM (“X” y “Y”) con un GPS o sistema de navegación por satélite, ya que es una tecnología muy segura al tener un margen de error en la medición de + / - 25 metros con un coste razonable, lo que dará absoluta tranquilidad al sector ante los controles de campo que lleve a efecto la administración. La herramienta informática del SIGPAC (Sistema de Información Geográfica de la PAC) a la que podemos acceder por Internet a través de un PC no es fiable para sacar con exactitud las coordenadas UTM de la ubicación de nuestros colmenares y es muy importante evitar trasladar medidas erróneas en las solicitudes a la administración.
Pese a que la prima por colmena se ha establecido por parte de la Consejería tal y como el sector apícola exigía en 10,52 €/ha (21,04 € por colmena), en igualdad con la que está establecida en otras CC.AA., para evitar agravios comparativos entre los apicultores profesionales de Castilla y León en la concesión y reparto de esta ayuda agroambiental por el reducido límite presupuestario de 2 millones de euros, COAG Coordinadora Agraria recomienda a los/as apicultores/ras ATP que soliciten un máximo de 300 colmenas por explotación para evitar la aplicación de las prioridades previstas por la administración en caso de superar dicho presupuesto, y
garantizar el pago del 100 % de la ayuda al menos a ese tramo de colmenas, pudiéndose alcanzar una ayuda aproximada de entre 6.000 y 6.300 euros por titular.
COAG Coordinadora Agraria también recomienda a los/as apicultores/ras profesionales que en la ubicación de los asentamientos de las colmenas que se acojan a la ayuda agroambiental se midan las coordenadas UTM (“X” y “Y”) con un GPS o sistema de navegación por satélite, ya que es una tecnología muy segura al tener un margen de error en la medición de + / - 25 metros con un coste razonable, lo que dará absoluta tranquilidad al sector ante los controles de campo que lleve a efecto la administración. La herramienta informática del SIGPAC (Sistema de Información Geográfica de la PAC) a la que podemos acceder por Internet a través de un PC no es fiable para sacar con exactitud las coordenadas UTM de la ubicación de nuestros colmenares y es muy importante evitar trasladar medidas erróneas en las solicitudes a la administración.
Los apicultores piden mayor protección ante los productos de otros países
El presidente de la Asociación Provincial de Apicultores de Cuenca muestra su confianza en que la producción de miel y cera tenga un incremento del 10 por ciento en la provincia de Cuenca gracias a las lluvias caídas durante la primavera.
Toledo. 16/05/2007
Celia Marqués Cárdenas
Isidro Marín, presidente de la Asociación Provincial de Apicultores de Cuenca ha lamentado que en el sector de la apicultura no haya una OCM o algún tipo de medida que fije precios mínimos para proteger a los productores ante la invasión de productos extranjeros, sobre todo de China.
Así, este año Marín espera buenos resultados en la producción, ya que según los datos aportados por la Diputación Provincial correspondientes a 2004, el número de colmenas en Cuenca supera las 46.400 y la producción anual de miel alcanza las 805 toneladas, mientras que la de cera ronda las 22 toneladas, acogiendo cerca del 30 por ciento de las colmenas que hay en toda Castilla-La Mancha.
Mediante este convenio la Asociación recibe 5.000 euros del Patronato, resaltando el "importante papel" de la apicultura conquense. Así, Marín indicó que "es vital para frenar el cambio climático que vemos ya como inevitable".
Un extremo en el que estuvo de acuerdo el presidente del Patronato de Desarrollo Provincial, que añadió que la Asociación tiene más de 400 miembros, lo que supone el 98 por ciento de los apicultores de la provincia.
Toledo. 16/05/2007
Celia Marqués Cárdenas
Isidro Marín, presidente de la Asociación Provincial de Apicultores de Cuenca ha lamentado que en el sector de la apicultura no haya una OCM o algún tipo de medida que fije precios mínimos para proteger a los productores ante la invasión de productos extranjeros, sobre todo de China.
Así, este año Marín espera buenos resultados en la producción, ya que según los datos aportados por la Diputación Provincial correspondientes a 2004, el número de colmenas en Cuenca supera las 46.400 y la producción anual de miel alcanza las 805 toneladas, mientras que la de cera ronda las 22 toneladas, acogiendo cerca del 30 por ciento de las colmenas que hay en toda Castilla-La Mancha.
Mediante este convenio la Asociación recibe 5.000 euros del Patronato, resaltando el "importante papel" de la apicultura conquense. Así, Marín indicó que "es vital para frenar el cambio climático que vemos ya como inevitable".
Un extremo en el que estuvo de acuerdo el presidente del Patronato de Desarrollo Provincial, que añadió que la Asociación tiene más de 400 miembros, lo que supone el 98 por ciento de los apicultores de la provincia.
EN CUENCA Este año habrá más miel y más cera, pese a la enfermedad de las abejas
8 de mayo de 2007. El presidente de la Asociación Provincial de Apicultores, Isidro Marín, mostró hoy su confianza en que la producción de miel y cera tenga un incremento del 10 por ciento en la provincia de Cuenca gracias a las lluvias caídas durante la primavera.
Esto hace pensar que la grave enfermedad que sufren las abejas, que afecta al cincuenta por ciento de las colmenas de la región, no está teniendo los efectos temidos en la producción de miel y cera. Isidro Marín, con motivo de la renovación del convenio firmado hoy con el presidente del Patronato de Desarrollo Provincial, José Carricondo, lamentó también que en el sector de la apicultura no haya una OCM o algún tipo de medida que fije precios mínimos para proteger a los productores ante la invasión de productos extranjeros, sobre todo de China.
Casi 47.000 colmenas
Así, este año Marín espera buenos resultados en la producción, ya que según los datos aportados por la Diputación Provincial, correspondientes a 2004, el número de colmenas en Cuenca supera las 46.400 y la producción anual de miel alcanza las 805 toneladas, mientras que la de cera ronda las 22 toneladas, acogiendo cerca del 30 por ciento de las colmenas que hay en toda Castilla-La Mancha.
Mediante este convenio la Asociación recibe 5.000 euros del Patronato, resaltando el "importante papel" de la apicultura conquense. Así, Marín indicó que "es vital para frenar el cambio climático que vemos ya como inevitable".
Un extremo en el que estuvo de acuerdo el presidente del Patronato de Desarrollo Provincial, que añadió que la Asociación tiene más de 400 miembros, lo que supone el 98 por ciento de los apicultores de la provincia.
Esto hace pensar que la grave enfermedad que sufren las abejas, que afecta al cincuenta por ciento de las colmenas de la región, no está teniendo los efectos temidos en la producción de miel y cera. Isidro Marín, con motivo de la renovación del convenio firmado hoy con el presidente del Patronato de Desarrollo Provincial, José Carricondo, lamentó también que en el sector de la apicultura no haya una OCM o algún tipo de medida que fije precios mínimos para proteger a los productores ante la invasión de productos extranjeros, sobre todo de China.
Casi 47.000 colmenas
Así, este año Marín espera buenos resultados en la producción, ya que según los datos aportados por la Diputación Provincial, correspondientes a 2004, el número de colmenas en Cuenca supera las 46.400 y la producción anual de miel alcanza las 805 toneladas, mientras que la de cera ronda las 22 toneladas, acogiendo cerca del 30 por ciento de las colmenas que hay en toda Castilla-La Mancha.
Mediante este convenio la Asociación recibe 5.000 euros del Patronato, resaltando el "importante papel" de la apicultura conquense. Así, Marín indicó que "es vital para frenar el cambio climático que vemos ya como inevitable".
Un extremo en el que estuvo de acuerdo el presidente del Patronato de Desarrollo Provincial, que añadió que la Asociación tiene más de 400 miembros, lo que supone el 98 por ciento de los apicultores de la provincia.
Las cooperativas proponen una marca de calidad de la miel Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya
Como estrategia de diferenciación en el mercado.
El descenso de producción de esta campaña afecta especialmente la miel de romero, de la qué se producirá sólo el 10%.
10. Mayo ´07 - La Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC) apoya la iniciativa propuesta por cooperativas apícolas consistente en crear una marca de miel de calidad como estrategia de diferenciación de la producción autóctona frente a la globalización de los mercados. También con el objetivo de ser más competitivos, el sector propone crear una red de distribución y comercialización de la miel que dé a conocer las particularidades y beneficios de este producto.
Esta estrategia coincide con una disminución de la producción provocado básicamente por la sequía y las altas temperaturas del invierno que, unidas a una primavera atípica, han colocado el sector en situación crítica. En el caso de la miel de romero -que es la más valorada por el consumidor- el descenso de producción podría llegar hasta el 90% en relación a campañas anteriores. Otro elemento que ha influido negativamente en la campaña es el despoblamiento masivo de las colmenas a causa de factores como la contaminación ambiental y las adversidades meteorológicas.
En Cataluña, la producción cooperativa de miel se concentra en el municipio de El Perelló (Tarragona), donde tienen sede Les Mels de Catalunya, Apícola el Perelló y Apícola Tarragonina. Estas cooperativas, además de dedicarse a la producción de miel, también elaboran productos derivados, cosméticos, postres, caramelos y objetos de decoración como velas. En algún caso tienen un museo del sector abierto a los consumidores.
La primera región productora de miel del mundo es Asia, seguida de Europa y América del Norte. Al mismo tiempo, la Unión Europea es el primer importador mundial de miel.
El descenso de producción de esta campaña afecta especialmente la miel de romero, de la qué se producirá sólo el 10%.
10. Mayo ´07 - La Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC) apoya la iniciativa propuesta por cooperativas apícolas consistente en crear una marca de miel de calidad como estrategia de diferenciación de la producción autóctona frente a la globalización de los mercados. También con el objetivo de ser más competitivos, el sector propone crear una red de distribución y comercialización de la miel que dé a conocer las particularidades y beneficios de este producto.
Esta estrategia coincide con una disminución de la producción provocado básicamente por la sequía y las altas temperaturas del invierno que, unidas a una primavera atípica, han colocado el sector en situación crítica. En el caso de la miel de romero -que es la más valorada por el consumidor- el descenso de producción podría llegar hasta el 90% en relación a campañas anteriores. Otro elemento que ha influido negativamente en la campaña es el despoblamiento masivo de las colmenas a causa de factores como la contaminación ambiental y las adversidades meteorológicas.
En Cataluña, la producción cooperativa de miel se concentra en el municipio de El Perelló (Tarragona), donde tienen sede Les Mels de Catalunya, Apícola el Perelló y Apícola Tarragonina. Estas cooperativas, además de dedicarse a la producción de miel, también elaboran productos derivados, cosméticos, postres, caramelos y objetos de decoración como velas. En algún caso tienen un museo del sector abierto a los consumidores.
La primera región productora de miel del mundo es Asia, seguida de Europa y América del Norte. Al mismo tiempo, la Unión Europea es el primer importador mundial de miel.
El sector apícola de LA UNIÓ colabora con las cooperativas para solucionar la falta de polinización
10/5/2007 12:53:23 a.m.
El déficit de polinización en la producción agraria valenciana provocado por el síndrome de despoblamiento se estima que puede alcanzar los 600 millones de euros anuales
Nota de LA UNIÓ
El sector apícola de LA UNIÓ ha iniciado de nuevo una colaboración con diversas cooperativas para solucionar los problemas de polinización de sus plantaciones, tras detectar los técnicos de las mismas un déficit importante durante los últimos meses. LA UNIÓ estima que el déficit de polinización, provocado por el síndrome de despoblamiento, podría provocar perdidas de más de 600 millones de euros anuales en la producción agraria valenciana. Además, LA UNIÓ, dispone de un plan de formación dirigido a cooperativas y otras entidades, para destacar los beneficios de la polinización entomófila en el sector agrario.
LA UNIÓ facilita a cooperativas y comercios el asesoramiento necesario para optimizar la polinización en sus cultivos, así como las colmenas necesarias para conseguir este objetivo. En un primer momento los proyectos de colaboración se han llevado a cabo con la Cooperativa Valenciana Unión Protectora de El Perelló, la Cooperativa del Mareny de Barraquetes y las cooperativas de Benicarló, Llutxent y Pinoso.
LA UNIÓ afirma que son los propios técnicos de las cooperativas quienes se han puesto en contacto con ella para realizar la iniciativa. Los cultivos más afectados por la falta de polinización son los hortícolas, entre ellos el calabacín, tomate, berenjena y melones; así como los frutales, incluidos los cítricos, que se ven afectados por ese déficit de polinización que conlleva un gran descenso cualitativo y cuantitativo.
Este déficit de polinización es la consecuencia más grave del síndrome de despoblamiento, que ha elevado en los últimos años la tasa de mortandad de las abejas hasta un 50%. Además, ha debilitado las colonias hasta alejarlas de su estado productivo óptimo, constituyendo el peor declive apícola desde el primer embate de la varroa de finales de los años 80. LA UNIÓ recuerda que, la supervivencia y la evolución de más del 80% de las especies vegetales del planeta y la producción del 84% de las especies cultivadas en Europa depende directamente de la polinización entomófila.
Enrique Simó, técnico apícola de LA UNIÓ, señala que “los insectos polinizadores son verdaderos pilares de la biodiversidad y bioindicadores de la salud del planeta. Las abejas existen en la tierra desde hace más de 60 millones de años y pueden sobrevivir sin los humanos. Sin embargo, el homo sapiens, que apenas lleva 250.000 años aquí, no puede sobrevivir sin las abejas. Estos problemas apícolas nos alertan que no somos tan sapiens como pensamos y que nos equivocamos al ir en contra de las leyes de la naturaleza”.
Simó dice que “el oficio milenario de la apicultura está en la cuerda floja, al límite de la rentabilidad, asfixiado por los problemas sanitarios y de mercado. Las consecuencias de su desaparición afectan al equilibrio y la salud de todo el planeta. Las Administraciones todavía están a tiempo de ponerle remedio y darse cuenta que los productos apícolas pueden importarse de cualquier parte del mundo pero lo que no puede importarse es la polinización y es eso lo que hace que la apicultura sea imprescindible para nuestros ecosistemas naturales y agrarios.
El déficit de polinización en la producción agraria valenciana provocado por el síndrome de despoblamiento se estima que puede alcanzar los 600 millones de euros anuales
Nota de LA UNIÓ
El sector apícola de LA UNIÓ ha iniciado de nuevo una colaboración con diversas cooperativas para solucionar los problemas de polinización de sus plantaciones, tras detectar los técnicos de las mismas un déficit importante durante los últimos meses. LA UNIÓ estima que el déficit de polinización, provocado por el síndrome de despoblamiento, podría provocar perdidas de más de 600 millones de euros anuales en la producción agraria valenciana. Además, LA UNIÓ, dispone de un plan de formación dirigido a cooperativas y otras entidades, para destacar los beneficios de la polinización entomófila en el sector agrario.
LA UNIÓ facilita a cooperativas y comercios el asesoramiento necesario para optimizar la polinización en sus cultivos, así como las colmenas necesarias para conseguir este objetivo. En un primer momento los proyectos de colaboración se han llevado a cabo con la Cooperativa Valenciana Unión Protectora de El Perelló, la Cooperativa del Mareny de Barraquetes y las cooperativas de Benicarló, Llutxent y Pinoso.
LA UNIÓ afirma que son los propios técnicos de las cooperativas quienes se han puesto en contacto con ella para realizar la iniciativa. Los cultivos más afectados por la falta de polinización son los hortícolas, entre ellos el calabacín, tomate, berenjena y melones; así como los frutales, incluidos los cítricos, que se ven afectados por ese déficit de polinización que conlleva un gran descenso cualitativo y cuantitativo.
Este déficit de polinización es la consecuencia más grave del síndrome de despoblamiento, que ha elevado en los últimos años la tasa de mortandad de las abejas hasta un 50%. Además, ha debilitado las colonias hasta alejarlas de su estado productivo óptimo, constituyendo el peor declive apícola desde el primer embate de la varroa de finales de los años 80. LA UNIÓ recuerda que, la supervivencia y la evolución de más del 80% de las especies vegetales del planeta y la producción del 84% de las especies cultivadas en Europa depende directamente de la polinización entomófila.
Enrique Simó, técnico apícola de LA UNIÓ, señala que “los insectos polinizadores son verdaderos pilares de la biodiversidad y bioindicadores de la salud del planeta. Las abejas existen en la tierra desde hace más de 60 millones de años y pueden sobrevivir sin los humanos. Sin embargo, el homo sapiens, que apenas lleva 250.000 años aquí, no puede sobrevivir sin las abejas. Estos problemas apícolas nos alertan que no somos tan sapiens como pensamos y que nos equivocamos al ir en contra de las leyes de la naturaleza”.
Simó dice que “el oficio milenario de la apicultura está en la cuerda floja, al límite de la rentabilidad, asfixiado por los problemas sanitarios y de mercado. Las consecuencias de su desaparición afectan al equilibrio y la salud de todo el planeta. Las Administraciones todavía están a tiempo de ponerle remedio y darse cuenta que los productos apícolas pueden importarse de cualquier parte del mundo pero lo que no puede importarse es la polinización y es eso lo que hace que la apicultura sea imprescindible para nuestros ecosistemas naturales y agrarios.
"Hay solución pero primero hay que reconocer que el problema está" Entrevista con Mariano Higes, el asesor de investigación del Centro Agrario de Marc
Júlia Barrio, Barcelona
El Centro Agrario de Marchamalo (Guadalajara) posee el único centro de investigación apícola en España. Con más de 8.000 muestras de abejas analizadas, sus integrantes estudian el desabejamiento desde 2000. El equipo de Mariano Higes fue el primero a nivel mundial en determinar que la causa era el parásito Nosema ceranae. "Pero hasta que nuestros colegas norteamericanos no han dicho que es verdad, no se ha actuado", lamenta Higes.
¿Cómo han descartado las otras causas?
En 2000, Francia estudiaba los efectos de pesticidas, como el citromil o el imidacloprid, en las semillas de girasol, por lo que fue lo primero que estudiamos. Y vimos que el imidacloprid no estaba autorizado en España. También encontramos esporas del parásito Nosema apis, pero éste produce un cuadro muy diferente al del desabejamiento: diarrea, las abejas aparecen muertas al pie de la colmena....
Y luego fueron descartando otras opciones.
Los pesticidas afectan sólo a zonas muy localizadas, próximas a cultivos intensivos. Y en las otras hipótesis no encontramos relación: el Nosema apis sólo tiene una prevalencia del 10%, pero prácticamente el 100% de las colmenas que nos llegaban estaban afectadas. En cuanto a los virus, localizamos el Cachemira sólo en un colmenar, y el Varroa destructor tiene la prevalencia de siempre, y el agricultor sabe tratarlo.
¿Y las otras opciones que se han barajado?
En los últimos años no se ha hecho nada diferente en el manejo de colmenas que pueda afectar a su población. Además, 2004 y 2005 fueron años muy secos, pero 2007 está siendo muy húmedo, lo que demuestra que el parásito aparece independientemente de la climatología. Lo de los móviles es una idea de lo más peregrina, hay zonas donde no hay siquiera cobertura y pasa lo mismo.
¿Entonces sólo queda el Nosema ceranae?
En 2005 ya vaticinamos que esto iba a pasar, pero la gente nos criticó, nos llamó alarmistas. Pero con los apicultores que acudían a nosotros, en el campo, hemos demostrado que tenemos razón. Ahora el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) nos financia un proyecto para volver a estudiarlo todo.
¿Ahora hay consenso?
A día de hoy, la idea es que el Nosema ceranae es el parásito más prevalente. Llegó de Asia en 2000, y afecta a toda Europa, EE UU, Argentina y Brasil. Tarda entre seis meses y un año y medio en matar una colmena. Calculamos que en España hay un 50% de colmenas afectadas.
¿Hay tratamiento?
Si no se descubre tarde, en un mes lo solucionamos. Solución hay, pero primero hay que reconocer que el problema está. El Nosema ceranae es un parásito muy querido y muy odiado: mucha gente dice que tiene relación con el desabejamiento, pero muchos aún dicen que no.
¿Por qué?
Quizá porque fue un grupo español quien lo demostró primero, y nadie concibe que los españoles podamos hacer mejor ciencia que otros países.
El Centro Agrario de Marchamalo (Guadalajara) posee el único centro de investigación apícola en España. Con más de 8.000 muestras de abejas analizadas, sus integrantes estudian el desabejamiento desde 2000. El equipo de Mariano Higes fue el primero a nivel mundial en determinar que la causa era el parásito Nosema ceranae. "Pero hasta que nuestros colegas norteamericanos no han dicho que es verdad, no se ha actuado", lamenta Higes.
¿Cómo han descartado las otras causas?
En 2000, Francia estudiaba los efectos de pesticidas, como el citromil o el imidacloprid, en las semillas de girasol, por lo que fue lo primero que estudiamos. Y vimos que el imidacloprid no estaba autorizado en España. También encontramos esporas del parásito Nosema apis, pero éste produce un cuadro muy diferente al del desabejamiento: diarrea, las abejas aparecen muertas al pie de la colmena....
Y luego fueron descartando otras opciones.
Los pesticidas afectan sólo a zonas muy localizadas, próximas a cultivos intensivos. Y en las otras hipótesis no encontramos relación: el Nosema apis sólo tiene una prevalencia del 10%, pero prácticamente el 100% de las colmenas que nos llegaban estaban afectadas. En cuanto a los virus, localizamos el Cachemira sólo en un colmenar, y el Varroa destructor tiene la prevalencia de siempre, y el agricultor sabe tratarlo.
¿Y las otras opciones que se han barajado?
En los últimos años no se ha hecho nada diferente en el manejo de colmenas que pueda afectar a su población. Además, 2004 y 2005 fueron años muy secos, pero 2007 está siendo muy húmedo, lo que demuestra que el parásito aparece independientemente de la climatología. Lo de los móviles es una idea de lo más peregrina, hay zonas donde no hay siquiera cobertura y pasa lo mismo.
¿Entonces sólo queda el Nosema ceranae?
En 2005 ya vaticinamos que esto iba a pasar, pero la gente nos criticó, nos llamó alarmistas. Pero con los apicultores que acudían a nosotros, en el campo, hemos demostrado que tenemos razón. Ahora el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) nos financia un proyecto para volver a estudiarlo todo.
¿Ahora hay consenso?
A día de hoy, la idea es que el Nosema ceranae es el parásito más prevalente. Llegó de Asia en 2000, y afecta a toda Europa, EE UU, Argentina y Brasil. Tarda entre seis meses y un año y medio en matar una colmena. Calculamos que en España hay un 50% de colmenas afectadas.
¿Hay tratamiento?
Si no se descubre tarde, en un mes lo solucionamos. Solución hay, pero primero hay que reconocer que el problema está. El Nosema ceranae es un parásito muy querido y muy odiado: mucha gente dice que tiene relación con el desabejamiento, pero muchos aún dicen que no.
¿Por qué?
Quizá porque fue un grupo español quien lo demostró primero, y nadie concibe que los españoles podamos hacer mejor ciencia que otros países.
PROVINCIA ALBACETE ALBACETE / La Región recibirá 7 millones de euros para programas agrarios y de desarrollo rural
El Consejo de Ministros aprobó ayer la distribución de 87.460.996 euros entre las Comunidades Autónomas para subvencionar programas ganaderos, de desarrollo rural y pesqueros, de los que Castilla-La Mancha recibirá más de 7 millones de euros.
El Ministerio de Agricultura señala en un comunicado que para los programas ganaderos se aprobó el reparto de 5.740.845 euros para el fomento de la apicultura y para el Plan de ordenación y fomento del sector equino.
Apunta que al fomento de la apicultura se han distribuido 2.240.845 euros, tomando como base para el reparto el número de colmenas registradas en la base de datos sobre Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA), así como la disponibilidad presupuestarias de las Comunidades Autónomas.
El Ministerio de Agricultura señala en un comunicado que para los programas ganaderos se aprobó el reparto de 5.740.845 euros para el fomento de la apicultura y para el Plan de ordenación y fomento del sector equino.
Apunta que al fomento de la apicultura se han distribuido 2.240.845 euros, tomando como base para el reparto el número de colmenas registradas en la base de datos sobre Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA), así como la disponibilidad presupuestarias de las Comunidades Autónomas.
sábado, 12 de mayo de 2007
Un «tornado» de 60.000 abejas picotea Sagunto
10-5-2007 02:52:39
E. VILLAREJO
VALENCIA. Como en una película pero sin el mortífero veneno ni las escenas de pánico de los hogareños, aunque con la comprensible congoja. Todo sucedió a las cuatro de la mañana de ayer, cuando un camión que transportaba 250.000 abejas volcó a su paso por un camino rural paralelo a la AP-7 a la altura del kilómetro 478, cercano a dos estaciones de servicio en el municipio valenciano de Sagunto. En ese momento se activó la alerta...
...Y como si fuera el filme «Killer bees!» («¡Abejas asesinas!»), donde un camión también vuelca provocando el pánico de los habitantes de un apacible pueblo rural estadounidense, una gran nube de abejas se hizo dueña de la carretera durante las siete horas que duró el dispositivo de emergencias.
«En cinco kilómetros suban las ventanillas, por favor», recomendaba la Dirección General de Tráfico a los conductores que transitaban por la autopista. Veinticinco de las cien cajas donde estaban siendo transportadas las abejas se rompieron, por lo que más de 60.000 abejas se vieron, de repente, despojadas de sus colmenas, de su golosa miel y a su libre albedrío.
La nube de abejas obligó al cierre de una de las dos áreas de servicio de la AP-7 (dirección Barcelona) «por el peligro que las abejas podían suponer para los conductores», según informaron fuentes del Consorcio Provincial de Bomberos, que aportó tres vehículos para las labores de «extinción» de esta miniplaga.
Tras fumigar el área, con el objetivo de calmar a las extrañadas abejas, seis dotaciones del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y un helicóptero de la Benemérita se encargaron de controlar la zona y recoger la mayor cantidad de insectos posibles. «La labor ha sido ardua y después de seis horas todavía era poco recomendable transitar por la zona. Seguían picando las abejas a agentes de la Guardia Civil, trabajadores de la autopista y periodistas».
Al cabo de las siete horas, la estación de servicio pudo abrirse al tráfico. Unos momentos de película que gracias a su sesión madrugadora no provocaron mayores picores.
E. VILLAREJO
VALENCIA. Como en una película pero sin el mortífero veneno ni las escenas de pánico de los hogareños, aunque con la comprensible congoja. Todo sucedió a las cuatro de la mañana de ayer, cuando un camión que transportaba 250.000 abejas volcó a su paso por un camino rural paralelo a la AP-7 a la altura del kilómetro 478, cercano a dos estaciones de servicio en el municipio valenciano de Sagunto. En ese momento se activó la alerta...
...Y como si fuera el filme «Killer bees!» («¡Abejas asesinas!»), donde un camión también vuelca provocando el pánico de los habitantes de un apacible pueblo rural estadounidense, una gran nube de abejas se hizo dueña de la carretera durante las siete horas que duró el dispositivo de emergencias.
«En cinco kilómetros suban las ventanillas, por favor», recomendaba la Dirección General de Tráfico a los conductores que transitaban por la autopista. Veinticinco de las cien cajas donde estaban siendo transportadas las abejas se rompieron, por lo que más de 60.000 abejas se vieron, de repente, despojadas de sus colmenas, de su golosa miel y a su libre albedrío.
La nube de abejas obligó al cierre de una de las dos áreas de servicio de la AP-7 (dirección Barcelona) «por el peligro que las abejas podían suponer para los conductores», según informaron fuentes del Consorcio Provincial de Bomberos, que aportó tres vehículos para las labores de «extinción» de esta miniplaga.
Tras fumigar el área, con el objetivo de calmar a las extrañadas abejas, seis dotaciones del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y un helicóptero de la Benemérita se encargaron de controlar la zona y recoger la mayor cantidad de insectos posibles. «La labor ha sido ardua y después de seis horas todavía era poco recomendable transitar por la zona. Seguían picando las abejas a agentes de la Guardia Civil, trabajadores de la autopista y periodistas».
Al cabo de las siete horas, la estación de servicio pudo abrirse al tráfico. Unos momentos de película que gracias a su sesión madrugadora no provocaron mayores picores.
Un insecto en peligro de extinción
10-5-2007 02:57:10
Las abejas están en peligro de extinción. Por millones están desapareciendo en todo el mundo y en España la mortalidad está alcanzando el 30-35%. Las últimas investigaciones llevadas a cabo en el Centro Regional Apícola de Marchamalo, en Guadalajara, apuntan a un parásito asiático que ataca el aparato digestivo de las abejas, como responsable del «síndrome de despoblamiento de las abejas». Este centro, referencia mundial en la materia, ha recibido muestras de abejas de decenas de países para resolver el enigma. En el año 2006 la producción total de miel fue de 28.998 toneladas, lo que supone un descenso respecto a 2004 de un 11,2 por ciento. La plaga está en vías de solución, pero los apicultores notan la crisis.
Las abejas están en peligro de extinción. Por millones están desapareciendo en todo el mundo y en España la mortalidad está alcanzando el 30-35%. Las últimas investigaciones llevadas a cabo en el Centro Regional Apícola de Marchamalo, en Guadalajara, apuntan a un parásito asiático que ataca el aparato digestivo de las abejas, como responsable del «síndrome de despoblamiento de las abejas». Este centro, referencia mundial en la materia, ha recibido muestras de abejas de decenas de países para resolver el enigma. En el año 2006 la producción total de miel fue de 28.998 toneladas, lo que supone un descenso respecto a 2004 de un 11,2 por ciento. La plaga está en vías de solución, pero los apicultores notan la crisis.
El asesino invisible de las abejas
Desaparecen sin dejar rastro. desde Las Hurdes a California. El llamado «Síndrome del Desabejamiento de las Colmenas» está matando a millones de abejas de medio mundo. Científicos españoles aseguran que el «asesino múltiple» es un parásito procedente de Asia. Otros expertos creen que el cambio climático, la calidad del polen o los pesticidas serían las causas. Incluso las radiaciones de los teléfonos móviles. Fundamentales en la polinización de los cultivos, su ausencia provocaría una catástrofe ecológica. Apicultores de nuestro país registran pérdidas de hasta el 40%.
En el Centro Apícola de Guadalajara, en la localidad de Marchamalo, se investiga esta pandemia.
Desde que se dio la voz de alerta sobre la masiva desaparición de las abejas –un misterioso fenómeno conocido como «Síndrome de Desabejamiento de las Colmenas»– los apicultores citan a Einstein con la misma naturalidad que un hombre de campo recurre al refranero. Según la frase atribuida al científico, «si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres».
El Archivo Oficial de Einstein en Jerusalén desmiente que tal profecía saliera de su boca, pero la cita tiene un fondo de verdad: la naturaleza no sería tan fructífera sin la ayuda de estos milagrosos insectos, auténticos ángeles de la agricultura.
Tan frágiles como laboriosas, las abejas no sólo producen miel, polen, cera, propóleos o jalea real; también se encargan de libar el néctar de las flores, y al hacerlo, permiten que el polen pase de una flor a otra, lo que facilita que la fruta crezca. Se calcula que una tercera parte de lo que comemos procede de plantas o árboles que necesitan la colaboración de la apis mellifera –la especie más productiva– para desarrollarse.
El «Síndrome de Desabejamiento» o «Trastorno del Colapso de las Colonias (CCD)», como se le conoce en Estados Unidos, se manifiesta por una paulatina desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición. En un comportamiento de lo más atípico, las pecoreadoras (buscadoras de néctar) salen en busca de comida y no regresan a su hogar, abandonando a su suerte a la abeja reina. Se supone que el letal asesino (múltiple e invisible, al menos de entrada) las mata por el camino, lo que explicaría que no haya «restos mortales» en las inmediaciones de la colmena. Imposible velar al cadáver. Aunque parezca un complicado caso de la serie de suspense CSI, esta película está sucediendo en la realidad. Y a veces da miedo.
Volatilizadas. En Estados Unidos, donde hay unos 2,5 millones de colmenas, el desasosegante zumbido se ha colado en el Congreso. A finales del pasado marzo, y ante la presión del sector apícola, la Cámara de Representantes se vio obligada a debatir el problema de las abejas volatilizadas, que ha mermado el 25% los enjambres del país.
«Hemos perdido más de medio millón de colonias, con una población de unas 50.000 abejas cada una [25 millones de insectos]», señaló Daniel Weaver, presidente de la Federación Estadounidense de Apicultores, quien apuntó que este mal –bautizado también como «el sida de las abejas» por su inusitada virulencia– afecta a unos 30 de los 50 estados, cebándose tanto en los almendros de California como en los maizales de Florida. Según un estudio de la Universidad de Cornell, el valor de los cultivos polinizados en Estados Unidos oscila entre los 2.000 y los ?4.000 millones de dólares.
Mientras se afanan en descifrar el enigma, los científicos norteamericanos barajan varias causas: desde la sequía a los pesticidas, pasando por el estrés (debido al desplazamiento de las colmenas portátiles en trailers con el fin de polinizar cultivos) o las ondas de los teléfonos móviles. Sin embargo, hasta el momento no dejan de ser meras teorías, todas ellas pendientes de comprobación científica.
Los apicultores españoles notaron los primeros síntomas a comienzos de 2000, fecha en que algunos expertos calculan que el «asesino invisible» se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola, con un total de 2.320.949 colmenas repartidas por todo el territorio nacional, según el último censo de diciembre de 2006 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). El problema afecta a 23.265 apicultores, de los cuales el 25% son profesionales (con más de ?50 colmenas) y el 75% aficionados. La mayoría viene sufriendo pérdidas del 40%, sobre todo de septiembre a enero, aunque en primavera la cabaña vuelva a reponerse.
El síndrome se ha extendido de centro a sur, desde La Alcarria a Las Hurdes pasando por Andalucía. «En mis 83 años de vida, nunca había visto una mortandad tan elevada. Por aquí hemos conocido la micosis o pollo escayolado, que dejaba a las larvas como momificadas; la braula cloeca, un tipo de piojillo; la varroa, un ácaro que les chupa la hemolinfa, como se conoce a la sangre de las abejas... Pero nada ha causado tanto daño como esta nueva plaga. Para mí que le están echando mucha porquería al campo; algunas chupan la panocha del girasol y caen al suelo dando volteretas», comenta Pablo Martínez, un viejo apicultor de Horche (Guadalajara) que fue víctima de numerosas picaduras en su juventud y hoy se enorgullece de ser inmune al veneno.
«A veces dejo que me claven el aguijón, porque la pitoxina es buena para la artrosis y el reuma», alaba las bondades de la apiterapia mientras pasea junto a una pila de desvencijados cajones.
Dentro de estas cajas de madera, listas para ser saneadas y restauradas, están los panales muertos y apolillados que su hijo Gregorio retiró el año pasado. «De 800 colmenas se me murieron 276», se lamenta este apicultor trashumante de 48 años, que empezó como aficionado con 33 colmenas y en la actualidad posee un millar. Además de dedicarse a la producción de miel y polen, alquila panales para polinizar cerezos y manzanos en Aragón.
Síntomas. Cuando notó los primeros síntomas de desabejamiento, Gregorio envió diversas muestras (abejas adultas, crías, miel y polen) al laboratorio del Centro Apícola de Guadalajara. Fundado en ?983 y situado en la localidad alcarreña de Marchamalo, es el único de España especializado en investigación apícola.
Allí es posible toparse con un refrigerador que, en vez de guardar helados, conserva tórax y abdómenes de abejas maceradas. Después de haber analizado unas 8.000 muestras durante los últimos siete años, procedentes tanto de España como de otros países de la Unión Europea, los científicos de este laboratorio están convencidos de que el parásito «nosema ceranae» es el «asesino invisible» de las abejas. Un descubrimiento que fue publicado en la revista científica Journal of Invertebrate Pathology en 2006.
«Más de la mitad de las colmenas españolas están afectadas. Si una colmena afectada no se trata, podría morir en un año», advierte Ángel Sanz, director del centro. ¿Cómo llegaron a identificar al sospechoso? Mariano Higes, un veterinario de 40 años que lleva más de ?5 trabajando en el centro de Marchamalo y es uno de los mayores expertos europeos en patologías de abejas, explica las pesquisas: «En 2000 empezamos a detectar un aumento significativo de nosema apis al ver las esporas de este parásito en el microscopio. O eso pensábamos. Porque la sintomatología del nosema (hinchazón del vientre y diarrea por una alteración del aparato digestivo) no encajaba con lo que nos decían los apicultores: las abejas desaparecían sin dejar rastro».
Ya no bastaba con el microscopio: había que analizar el ADN del parásito. «En 2005 decidimos secuenciarlo genéticamente (como hace la policía científica de la serie CSI) y, para nuestra sorpresa, vimos que no era nosema apis, sino nosema ceranae. El investigador sueco Ingemar Fries lo había identificado en apis cerana (abeja asiática) en ?996, pero ahí lo dejó, porque en esta especie el microsporidio no causa ninguna patología.
Nuestra teoría es que entró en España en 2001 procedente de Asia, cruzando el continente europeo y pasando antes por Francia». ¿Cómo se produjo el contagio? «La abeja asiática o cerana es muy resistente a las enfermedades, pero poco productiva; por eso llevaron la abeja europea o melífera a Asia, para producir más miel. Al entrar en contacto con ésta, el parásito exótico la arrasó, saltó a su nuevo hospedador y pasó a Occidente». Como la gripe aviar, la peste porcina africana o la peste del cangrejo rojo americano, la nosemosis es una enfermedad que se está globalizando.
Si nosema apis tarda unos 30 días en matar a la abeja, nosema ceranae las extermina en tres días. Ángel Sanz, director del centro, explica la ausencia de cadáveres cerca de la colmena: «El ciclo vital de la abeja dura unos 40 días, y las que salen en busca de néctar (pecoreadoras) son las más viejas y parasitadas. Tienen el vientre destrozado (en lugar de hinchazón, se aprecia un retraimiento del abdomen; creemos que dejan de comer) y mueren exhaustas en el campo. El puñado de abejas que queda no puede mantener la termorregulación interna de la colmena ni se puede alimentar. Acaban muriendo todas, a pesar de que hay restos de miel y de polen».
Mueren en 72 horas. Aunque se pueden reinfectar –el bicho sigue presente en las heces y en el polen mezclado con saliva– lo positivo es que existe curación, como se comprueba (protegidos con mono blanco, guantes, careta y ahumador para tranquilizarlas) echando un vistazo a las 20 colmenas en observación instaladas en un huerto próximo al centro de Marchamalo. Menos una, todas están tratadas con fumagilina, el único antibiótico recomendado por la OIE (Organización Internacional de Epizootías). Los técnicos han observado que, en un plazo máximo de ?8 meses, la colmena sin tratar enferma, muere y contagia a todas las demás.
¿Hay razones para la alarma? «Sí, mientras no se adopten medidas sanitarias adecuadas. Se está dejando pasar el tiempo, se está achacando la mortandad a miles de problemas... Y el parásito cada vez tiene más prevalencia», señala Higes, a quien forzamos a imaginar la hipótesis más catastrofista. ¿Qué ocurriría si se extinguieran todas las abejas? «Sería una catástrofe medioambiental, pero los parásitos no tienden a aniquilar a sus hospedadores. Independientemente de la producción agraria, se perdería biodiversidad, entre un 30% y un 40% de las especies vegetales. La abeja es el único polinizador que queda en muchas zonas de Europa».
Sin negar la existencia de este asesino, muchos apicultores opinan que la causa puede ser multifactorial, dando a entender que al sospechoso no le faltan cómplices. «Entendemos que hay que investigar, pero sin causa específica» dice el apicultor navarro Tintxu Ruiz, responsable nacional del sector apícola del sindicato agrario COAG, que atribuye el 40% de bajas que tuvo en 2005 a la sequía. Su colega Antonio Prieto, responsable del sector apícola UPA Extremadura, que ha perdido 400 de las ?.600 colmenas y duda de la eficacia de la fumagilina, añade: «Yo no quiero saber que tengo catarro, sino cómo me he constipado».
Ante la incertidumbre del sector, el Ministerio de Agricultura puso en marcha tres proyectos de investigación centrados en el desabejamiento: el de la Junta de Castilla-La Mancha (Marchamalo), sobre etiopatogenia de la nosemosis; el de la Universidad de Valladolid, centrado en agrotóxicos; y el de la Universidad de Córdoba, sobre los factores epidemiológicos, ambientales y nutricionales. La declaración de pandemia podría ocasionar graves daños económicos a la profesión. «Hay que refrendar los datos para no crear alarma social», señala Jesús Llorente, técnico de sanidad apícola. Si para los expertos de Marchamalo el nosema ceranae es el actor principal de la película, para los de Córdoba no pasa de secundario.
Según Francisco Puertas, responsable del grupo investigador cordobés, el problema tiene tres causas: «Una nutrición deficitaria de la abeja (por la baja cantidad y calidad de polen, sobre todo en época de sequía), los plaguicidas (tipo imidacloprid y friponil, éste último usado en jardinería) y el nosema ceranae». La aparición de este protozoo, asegura Puertas, «puede ser más la consecuencia que la causa; es decir, la colmena se debilita por diversas razones y por eso aparece el parásito».
Los ecologistas tampoco se quedan al margen del debate. Juan Felipe Carrasco, responsable de Transgénicos de Greenpace, entiende que las abejas –como indicadores medioambientales debido a su alta sensibilidad a los cambios en el entorno– nos están recordando que el modelo agrario y ganadero es insostenible y está empezando a producir accidentes a muchos niveles. «Los tóxicos, los transgénicos y la erosión de la biodiversidad, así como el actual manejo convencional de las colmenas (que empobrece genéticamente a la cabaña, además de generar altos niveles de estrés a las abejas), pueden haber favorecido la aparición del parásito», denuncia.
Cambio climático. El pasado invierno se registraron 25 grados en Sevilla, y en abril nevó en Jaén... Por eso, al apicultor Ángel Díaz, responsable del sector apícola de COAG Andalucía, nadie le quita de la cabeza que el cambio climático está incidiendo en el despoblamiento. «Es un aviso de la naturaleza. Ellas se rigen por su calendario desde hace siglos, pero luego resulta que el almendro florece ?5 días antes porque se adelanta la primavera. El tiempo las engaña. Hay floraciones, pero ellas no salen por culpa del frío y se mueren de hambre. Y encima el abejaruco, que antes era un depredador de temporada, ya se ha instalado en España», sentencia este trashumante de 38 años, desde los ?3 en el oficio.
Sus 700 colmenas, situadas en Grazalema (Cádiz), sufrieron un 40% de bajas el pasado invierno, pero ya se han repoblado. «Ese porcentaje lo he perdido en miel». Acostumbra a desplazarse hasta el bajo Guadalquivir para polinizar ciruela y nectarina, y ha podido comprobar con sus propios ojos cómo «una finca baldía de caza, en contacto con las abejas, se repuebla en pocos años de conejos y perdices». El valor de la polinización en España se estima en 4.ooo millones de euros.
Y nuestro país es el mayor productor de miel de Europa. Pero en los últimos tres años, más de ?.000 criadores han abandonado el negocio ante la falta de rentabilidad: de 32.665 toneladas de miel en 2003 a 28.998 en 2006. «No es rentable. Y encima no podemos competir con la que está entrando de China, Corea o Argentina, de mucha peor calidad», se queja Pepe Loeches, un prestigioso productor musical con tres Grammy latinos, uno de ellos por Lágrimas negras.
Hastiado «de que la música se haya puesto al servicio de la técnica», hace cuatro años vendió su estudio de grabación en Madrid, se mudó al «pueblín» (Albalate de Zorita, Guadalajara) y, recordando los tiempos en que acompañaba a su padre al colmenar, en un arranque de nostalgia compró 200 colmenas y una envasadora. A pesar del síndrome maldito, su laboriosidad se ha visto recompensada: el año pasado, su miel de romero obtuvo el «premio gran selección oro» de la Denominación de Origen de la Alcarria, «la mejor del mundo». Vigoroso a sus 60 años (desayuna jalea real todas las mañanas), para sus oídos el zumbido de sus abejas es música celestial.
En el Centro Apícola de Guadalajara, en la localidad de Marchamalo, se investiga esta pandemia.
Desde que se dio la voz de alerta sobre la masiva desaparición de las abejas –un misterioso fenómeno conocido como «Síndrome de Desabejamiento de las Colmenas»– los apicultores citan a Einstein con la misma naturalidad que un hombre de campo recurre al refranero. Según la frase atribuida al científico, «si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres».
El Archivo Oficial de Einstein en Jerusalén desmiente que tal profecía saliera de su boca, pero la cita tiene un fondo de verdad: la naturaleza no sería tan fructífera sin la ayuda de estos milagrosos insectos, auténticos ángeles de la agricultura.
Tan frágiles como laboriosas, las abejas no sólo producen miel, polen, cera, propóleos o jalea real; también se encargan de libar el néctar de las flores, y al hacerlo, permiten que el polen pase de una flor a otra, lo que facilita que la fruta crezca. Se calcula que una tercera parte de lo que comemos procede de plantas o árboles que necesitan la colaboración de la apis mellifera –la especie más productiva– para desarrollarse.
El «Síndrome de Desabejamiento» o «Trastorno del Colapso de las Colonias (CCD)», como se le conoce en Estados Unidos, se manifiesta por una paulatina desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición. En un comportamiento de lo más atípico, las pecoreadoras (buscadoras de néctar) salen en busca de comida y no regresan a su hogar, abandonando a su suerte a la abeja reina. Se supone que el letal asesino (múltiple e invisible, al menos de entrada) las mata por el camino, lo que explicaría que no haya «restos mortales» en las inmediaciones de la colmena. Imposible velar al cadáver. Aunque parezca un complicado caso de la serie de suspense CSI, esta película está sucediendo en la realidad. Y a veces da miedo.
Volatilizadas. En Estados Unidos, donde hay unos 2,5 millones de colmenas, el desasosegante zumbido se ha colado en el Congreso. A finales del pasado marzo, y ante la presión del sector apícola, la Cámara de Representantes se vio obligada a debatir el problema de las abejas volatilizadas, que ha mermado el 25% los enjambres del país.
«Hemos perdido más de medio millón de colonias, con una población de unas 50.000 abejas cada una [25 millones de insectos]», señaló Daniel Weaver, presidente de la Federación Estadounidense de Apicultores, quien apuntó que este mal –bautizado también como «el sida de las abejas» por su inusitada virulencia– afecta a unos 30 de los 50 estados, cebándose tanto en los almendros de California como en los maizales de Florida. Según un estudio de la Universidad de Cornell, el valor de los cultivos polinizados en Estados Unidos oscila entre los 2.000 y los ?4.000 millones de dólares.
Mientras se afanan en descifrar el enigma, los científicos norteamericanos barajan varias causas: desde la sequía a los pesticidas, pasando por el estrés (debido al desplazamiento de las colmenas portátiles en trailers con el fin de polinizar cultivos) o las ondas de los teléfonos móviles. Sin embargo, hasta el momento no dejan de ser meras teorías, todas ellas pendientes de comprobación científica.
Los apicultores españoles notaron los primeros síntomas a comienzos de 2000, fecha en que algunos expertos calculan que el «asesino invisible» se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola, con un total de 2.320.949 colmenas repartidas por todo el territorio nacional, según el último censo de diciembre de 2006 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). El problema afecta a 23.265 apicultores, de los cuales el 25% son profesionales (con más de ?50 colmenas) y el 75% aficionados. La mayoría viene sufriendo pérdidas del 40%, sobre todo de septiembre a enero, aunque en primavera la cabaña vuelva a reponerse.
El síndrome se ha extendido de centro a sur, desde La Alcarria a Las Hurdes pasando por Andalucía. «En mis 83 años de vida, nunca había visto una mortandad tan elevada. Por aquí hemos conocido la micosis o pollo escayolado, que dejaba a las larvas como momificadas; la braula cloeca, un tipo de piojillo; la varroa, un ácaro que les chupa la hemolinfa, como se conoce a la sangre de las abejas... Pero nada ha causado tanto daño como esta nueva plaga. Para mí que le están echando mucha porquería al campo; algunas chupan la panocha del girasol y caen al suelo dando volteretas», comenta Pablo Martínez, un viejo apicultor de Horche (Guadalajara) que fue víctima de numerosas picaduras en su juventud y hoy se enorgullece de ser inmune al veneno.
«A veces dejo que me claven el aguijón, porque la pitoxina es buena para la artrosis y el reuma», alaba las bondades de la apiterapia mientras pasea junto a una pila de desvencijados cajones.
Dentro de estas cajas de madera, listas para ser saneadas y restauradas, están los panales muertos y apolillados que su hijo Gregorio retiró el año pasado. «De 800 colmenas se me murieron 276», se lamenta este apicultor trashumante de 48 años, que empezó como aficionado con 33 colmenas y en la actualidad posee un millar. Además de dedicarse a la producción de miel y polen, alquila panales para polinizar cerezos y manzanos en Aragón.
Síntomas. Cuando notó los primeros síntomas de desabejamiento, Gregorio envió diversas muestras (abejas adultas, crías, miel y polen) al laboratorio del Centro Apícola de Guadalajara. Fundado en ?983 y situado en la localidad alcarreña de Marchamalo, es el único de España especializado en investigación apícola.
Allí es posible toparse con un refrigerador que, en vez de guardar helados, conserva tórax y abdómenes de abejas maceradas. Después de haber analizado unas 8.000 muestras durante los últimos siete años, procedentes tanto de España como de otros países de la Unión Europea, los científicos de este laboratorio están convencidos de que el parásito «nosema ceranae» es el «asesino invisible» de las abejas. Un descubrimiento que fue publicado en la revista científica Journal of Invertebrate Pathology en 2006.
«Más de la mitad de las colmenas españolas están afectadas. Si una colmena afectada no se trata, podría morir en un año», advierte Ángel Sanz, director del centro. ¿Cómo llegaron a identificar al sospechoso? Mariano Higes, un veterinario de 40 años que lleva más de ?5 trabajando en el centro de Marchamalo y es uno de los mayores expertos europeos en patologías de abejas, explica las pesquisas: «En 2000 empezamos a detectar un aumento significativo de nosema apis al ver las esporas de este parásito en el microscopio. O eso pensábamos. Porque la sintomatología del nosema (hinchazón del vientre y diarrea por una alteración del aparato digestivo) no encajaba con lo que nos decían los apicultores: las abejas desaparecían sin dejar rastro».
Ya no bastaba con el microscopio: había que analizar el ADN del parásito. «En 2005 decidimos secuenciarlo genéticamente (como hace la policía científica de la serie CSI) y, para nuestra sorpresa, vimos que no era nosema apis, sino nosema ceranae. El investigador sueco Ingemar Fries lo había identificado en apis cerana (abeja asiática) en ?996, pero ahí lo dejó, porque en esta especie el microsporidio no causa ninguna patología.
Nuestra teoría es que entró en España en 2001 procedente de Asia, cruzando el continente europeo y pasando antes por Francia». ¿Cómo se produjo el contagio? «La abeja asiática o cerana es muy resistente a las enfermedades, pero poco productiva; por eso llevaron la abeja europea o melífera a Asia, para producir más miel. Al entrar en contacto con ésta, el parásito exótico la arrasó, saltó a su nuevo hospedador y pasó a Occidente». Como la gripe aviar, la peste porcina africana o la peste del cangrejo rojo americano, la nosemosis es una enfermedad que se está globalizando.
Si nosema apis tarda unos 30 días en matar a la abeja, nosema ceranae las extermina en tres días. Ángel Sanz, director del centro, explica la ausencia de cadáveres cerca de la colmena: «El ciclo vital de la abeja dura unos 40 días, y las que salen en busca de néctar (pecoreadoras) son las más viejas y parasitadas. Tienen el vientre destrozado (en lugar de hinchazón, se aprecia un retraimiento del abdomen; creemos que dejan de comer) y mueren exhaustas en el campo. El puñado de abejas que queda no puede mantener la termorregulación interna de la colmena ni se puede alimentar. Acaban muriendo todas, a pesar de que hay restos de miel y de polen».
Mueren en 72 horas. Aunque se pueden reinfectar –el bicho sigue presente en las heces y en el polen mezclado con saliva– lo positivo es que existe curación, como se comprueba (protegidos con mono blanco, guantes, careta y ahumador para tranquilizarlas) echando un vistazo a las 20 colmenas en observación instaladas en un huerto próximo al centro de Marchamalo. Menos una, todas están tratadas con fumagilina, el único antibiótico recomendado por la OIE (Organización Internacional de Epizootías). Los técnicos han observado que, en un plazo máximo de ?8 meses, la colmena sin tratar enferma, muere y contagia a todas las demás.
¿Hay razones para la alarma? «Sí, mientras no se adopten medidas sanitarias adecuadas. Se está dejando pasar el tiempo, se está achacando la mortandad a miles de problemas... Y el parásito cada vez tiene más prevalencia», señala Higes, a quien forzamos a imaginar la hipótesis más catastrofista. ¿Qué ocurriría si se extinguieran todas las abejas? «Sería una catástrofe medioambiental, pero los parásitos no tienden a aniquilar a sus hospedadores. Independientemente de la producción agraria, se perdería biodiversidad, entre un 30% y un 40% de las especies vegetales. La abeja es el único polinizador que queda en muchas zonas de Europa».
Sin negar la existencia de este asesino, muchos apicultores opinan que la causa puede ser multifactorial, dando a entender que al sospechoso no le faltan cómplices. «Entendemos que hay que investigar, pero sin causa específica» dice el apicultor navarro Tintxu Ruiz, responsable nacional del sector apícola del sindicato agrario COAG, que atribuye el 40% de bajas que tuvo en 2005 a la sequía. Su colega Antonio Prieto, responsable del sector apícola UPA Extremadura, que ha perdido 400 de las ?.600 colmenas y duda de la eficacia de la fumagilina, añade: «Yo no quiero saber que tengo catarro, sino cómo me he constipado».
Ante la incertidumbre del sector, el Ministerio de Agricultura puso en marcha tres proyectos de investigación centrados en el desabejamiento: el de la Junta de Castilla-La Mancha (Marchamalo), sobre etiopatogenia de la nosemosis; el de la Universidad de Valladolid, centrado en agrotóxicos; y el de la Universidad de Córdoba, sobre los factores epidemiológicos, ambientales y nutricionales. La declaración de pandemia podría ocasionar graves daños económicos a la profesión. «Hay que refrendar los datos para no crear alarma social», señala Jesús Llorente, técnico de sanidad apícola. Si para los expertos de Marchamalo el nosema ceranae es el actor principal de la película, para los de Córdoba no pasa de secundario.
Según Francisco Puertas, responsable del grupo investigador cordobés, el problema tiene tres causas: «Una nutrición deficitaria de la abeja (por la baja cantidad y calidad de polen, sobre todo en época de sequía), los plaguicidas (tipo imidacloprid y friponil, éste último usado en jardinería) y el nosema ceranae». La aparición de este protozoo, asegura Puertas, «puede ser más la consecuencia que la causa; es decir, la colmena se debilita por diversas razones y por eso aparece el parásito».
Los ecologistas tampoco se quedan al margen del debate. Juan Felipe Carrasco, responsable de Transgénicos de Greenpace, entiende que las abejas –como indicadores medioambientales debido a su alta sensibilidad a los cambios en el entorno– nos están recordando que el modelo agrario y ganadero es insostenible y está empezando a producir accidentes a muchos niveles. «Los tóxicos, los transgénicos y la erosión de la biodiversidad, así como el actual manejo convencional de las colmenas (que empobrece genéticamente a la cabaña, además de generar altos niveles de estrés a las abejas), pueden haber favorecido la aparición del parásito», denuncia.
Cambio climático. El pasado invierno se registraron 25 grados en Sevilla, y en abril nevó en Jaén... Por eso, al apicultor Ángel Díaz, responsable del sector apícola de COAG Andalucía, nadie le quita de la cabeza que el cambio climático está incidiendo en el despoblamiento. «Es un aviso de la naturaleza. Ellas se rigen por su calendario desde hace siglos, pero luego resulta que el almendro florece ?5 días antes porque se adelanta la primavera. El tiempo las engaña. Hay floraciones, pero ellas no salen por culpa del frío y se mueren de hambre. Y encima el abejaruco, que antes era un depredador de temporada, ya se ha instalado en España», sentencia este trashumante de 38 años, desde los ?3 en el oficio.
Sus 700 colmenas, situadas en Grazalema (Cádiz), sufrieron un 40% de bajas el pasado invierno, pero ya se han repoblado. «Ese porcentaje lo he perdido en miel». Acostumbra a desplazarse hasta el bajo Guadalquivir para polinizar ciruela y nectarina, y ha podido comprobar con sus propios ojos cómo «una finca baldía de caza, en contacto con las abejas, se repuebla en pocos años de conejos y perdices». El valor de la polinización en España se estima en 4.ooo millones de euros.
Y nuestro país es el mayor productor de miel de Europa. Pero en los últimos tres años, más de ?.000 criadores han abandonado el negocio ante la falta de rentabilidad: de 32.665 toneladas de miel en 2003 a 28.998 en 2006. «No es rentable. Y encima no podemos competir con la que está entrando de China, Corea o Argentina, de mucha peor calidad», se queja Pepe Loeches, un prestigioso productor musical con tres Grammy latinos, uno de ellos por Lágrimas negras.
Hastiado «de que la música se haya puesto al servicio de la técnica», hace cuatro años vendió su estudio de grabación en Madrid, se mudó al «pueblín» (Albalate de Zorita, Guadalajara) y, recordando los tiempos en que acompañaba a su padre al colmenar, en un arranque de nostalgia compró 200 colmenas y una envasadora. A pesar del síndrome maldito, su laboriosidad se ha visto recompensada: el año pasado, su miel de romero obtuvo el «premio gran selección oro» de la Denominación de Origen de la Alcarria, «la mejor del mundo». Vigoroso a sus 60 años (desayuna jalea real todas las mañanas), para sus oídos el zumbido de sus abejas es música celestial.
Una catástrofe invisible
JOAQUÍN ARAÚJO
16 de abril.- Los apicultores, sin duda, pero mucho más todavía las abejas que se asocian dentro de las colmenas prestan un servicio inestimable. Cumplen una de las misiones más necesarias de cuantas podamos identificar en este mundo. Polinizan la mayor parte de las plantas que no podrían alimentarnos si estos insectos no visitaran, cada uno, hasta 1.000 flores diarias. Cuantía que asciende a unos 75 millones de flores diarias si sumamos todas las pecoreadotas de una colonia.
Tras la fertilización, así llevada a cabo, comienza la maduración de los cereales, los frutos, las hortalizas, las verduras y las legumbres; por tanto de la práctica totalidad de lo que comemos. No conviene olvidar, al respecto, que también de esas mismas cosechas dependen los animales que convertimos en carne. Sin descartar que hasta una parte de las praderas espontáneas se reproducen igualmente por la labor de estos y otros insectos.
Podemos afirmar, por tanto, que nuestra alimentación depende en un altísimo porcentaje de la zumbante labor – continua como gratuita – que desempeñan las abejas y, en parte, los apicultores al llevar constantemente las colmenas al lado de los cultivares.
Pues bien, todo este servicio ambiental – manifiestamente inmejorable y por tanto insustituible – está siendo destrozado por la incidencia de las nuevas fórmulas químicas de las últimas generaciones de pesticidas. Las abejas están muriendo en masa, una hecatombe que llega a ser general en varios países del mundo.
Sin que un proceso tape a otro, conviene tener claro que a corto plazo este descalabro resulta más grave aún que el cambio climático. Nuestro mundo, sin duda, es cada día menos seguro.
UNA FRASE PARA REDONDEAR:
“Si las abejas desaparecieran de la Tierra, al hombre le quedarían los años contados: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres…”
Albert Einstein
16 de abril.- Los apicultores, sin duda, pero mucho más todavía las abejas que se asocian dentro de las colmenas prestan un servicio inestimable. Cumplen una de las misiones más necesarias de cuantas podamos identificar en este mundo. Polinizan la mayor parte de las plantas que no podrían alimentarnos si estos insectos no visitaran, cada uno, hasta 1.000 flores diarias. Cuantía que asciende a unos 75 millones de flores diarias si sumamos todas las pecoreadotas de una colonia.
Tras la fertilización, así llevada a cabo, comienza la maduración de los cereales, los frutos, las hortalizas, las verduras y las legumbres; por tanto de la práctica totalidad de lo que comemos. No conviene olvidar, al respecto, que también de esas mismas cosechas dependen los animales que convertimos en carne. Sin descartar que hasta una parte de las praderas espontáneas se reproducen igualmente por la labor de estos y otros insectos.
Podemos afirmar, por tanto, que nuestra alimentación depende en un altísimo porcentaje de la zumbante labor – continua como gratuita – que desempeñan las abejas y, en parte, los apicultores al llevar constantemente las colmenas al lado de los cultivares.
Pues bien, todo este servicio ambiental – manifiestamente inmejorable y por tanto insustituible – está siendo destrozado por la incidencia de las nuevas fórmulas químicas de las últimas generaciones de pesticidas. Las abejas están muriendo en masa, una hecatombe que llega a ser general en varios países del mundo.
Sin que un proceso tape a otro, conviene tener claro que a corto plazo este descalabro resulta más grave aún que el cambio climático. Nuestro mundo, sin duda, es cada día menos seguro.
UNA FRASE PARA REDONDEAR:
“Si las abejas desaparecieran de la Tierra, al hombre le quedarían los años contados: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres…”
Albert Einstein
Colmenas amenazadas
Científicos españoles descubren que un parásito asiático es la causa de la desaparición de numerosas colonias de abejas
ISABEL SALVADOR - Toledo - 12/05/2007
Un parásito procedente de Asia, el Nosema ceranae, está poniendo en riesgo a la mitad de las colmenas españolas -y ha acabado ya con una cuarta parte de las de Estados Unidos-, aquejadas por el denominado "síndrome de despoblamiento". En el Centro Apícola de Castilla-La Mancha llevan siete años trabajando para dar con el origen del mal que aqueja a las colmenas y que las aniquila en tan sólo unos meses. La alerta fue dada hace dos años por un grupo de científicos españoles, después de conseguir identificar al causante, un microorganismo que se convierte en parásito de la Apis mellifera, la abeja productora de miel.
El Centro Apícola de Castilla-La Mancha hizo el hallazgo en 2005, pero nadie les hizo caso
Los investigadores españoles remitieron en octubre de 2005 al Ministerio de Agricultura un informe en el que se advertía de la presencia del parásito, al que apuntaban como el origen del problema. Para ello analizaron miles de análisis de muestras procedentes no sólo de España, sino de Suiza, Eslovenia, o Argentina. Ahora que el síndrome ha llegado a Estados Unidos, las miradas se dirigen a los investigadores de este centro situado en Marchamalo, un pueblo de Guadalajara, que hace dos años apuntó la solución: un antibiótico que se inventó hace 60, la fumagilina. "Los americanos han creado la alarma, han lanzado la hipótesis, y ahora ya empiezan a apuntar al descubrimiento español", dice Mariano Higes, coordinador del grupo de investigación del Centro Apícola Regional.
El Nosema ceranae fue descrito en China, pero no se le había prestado atención porque se pensaba que no era patógeno para las abejas. Su origen es China, pero allí, asegura, "están en equilibrio con su hospedador; cuando el hospedador no tiene ningún mecanismo de control de estos parásitos exóticos, actúa con gran virulencia y puede diezmar las abejas". De momento se sigue investigando cómo pudo llegar hasta España, aunque se apunta a que "hay intercambio de colmenas, y de material biológico".
El problema es "realmente grave" afirma Higes, al tiempo que se lamenta de que nadie les hiciera caso hace dos años acusándoles de alarmistas. "Somos científicos, somos gente de universidad y nuestra intención no es alarmar sino solucionar problemas. Lo que nos llena de desconsuelo es que haya tenido que llegar el parásito a Estados Unidos para que se haya dado credibilidad a nuestro trabajo".
Los científicos españoles han resuelto un enigma para el que había múltiples hipótesis. En un primer momento se apuntó a los pesticidas de uso agrícola como causa, pero daba igual que las colmenas estuvieran en zonas de valle o de montaña, cerca o lejos de cultivos, porque les afectaba de la misma manera. "El problema de los pesticidas es real, son tóxicos para las abejas, pero no están detrás del despoblamiento", afirma Higes. Otras teorías apuntaban a las ondas de telefonía. Los que más cerca estaban fueron quienes sospecharon de un parásito tradicional de las abejas, el Nosema apis, pero los análisis de ADN han descartado esta teoría.
Ahora, al rebufo de la alarma procedente de EE UU, los científicos del Centro Apícola de Castilla-La Mancha han visto reconocidos sus esfuerzos. Un trabajo en el que no han estado solos. Higes insiste en mencionar al equipo del Departamento de Sanidad Animal I de la Facultad de Veterinaria de Madrid, el Departamento de Química Analítica de la Universidad de Valladolid, el equipo de parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU y especialistas del laboratorio de ADN de la Policía Científica de Madrid, que en esta ocasión les han ayudado a seguir la pista a las abejas.
ISABEL SALVADOR - Toledo - 12/05/2007
Un parásito procedente de Asia, el Nosema ceranae, está poniendo en riesgo a la mitad de las colmenas españolas -y ha acabado ya con una cuarta parte de las de Estados Unidos-, aquejadas por el denominado "síndrome de despoblamiento". En el Centro Apícola de Castilla-La Mancha llevan siete años trabajando para dar con el origen del mal que aqueja a las colmenas y que las aniquila en tan sólo unos meses. La alerta fue dada hace dos años por un grupo de científicos españoles, después de conseguir identificar al causante, un microorganismo que se convierte en parásito de la Apis mellifera, la abeja productora de miel.
El Centro Apícola de Castilla-La Mancha hizo el hallazgo en 2005, pero nadie les hizo caso
Los investigadores españoles remitieron en octubre de 2005 al Ministerio de Agricultura un informe en el que se advertía de la presencia del parásito, al que apuntaban como el origen del problema. Para ello analizaron miles de análisis de muestras procedentes no sólo de España, sino de Suiza, Eslovenia, o Argentina. Ahora que el síndrome ha llegado a Estados Unidos, las miradas se dirigen a los investigadores de este centro situado en Marchamalo, un pueblo de Guadalajara, que hace dos años apuntó la solución: un antibiótico que se inventó hace 60, la fumagilina. "Los americanos han creado la alarma, han lanzado la hipótesis, y ahora ya empiezan a apuntar al descubrimiento español", dice Mariano Higes, coordinador del grupo de investigación del Centro Apícola Regional.
El Nosema ceranae fue descrito en China, pero no se le había prestado atención porque se pensaba que no era patógeno para las abejas. Su origen es China, pero allí, asegura, "están en equilibrio con su hospedador; cuando el hospedador no tiene ningún mecanismo de control de estos parásitos exóticos, actúa con gran virulencia y puede diezmar las abejas". De momento se sigue investigando cómo pudo llegar hasta España, aunque se apunta a que "hay intercambio de colmenas, y de material biológico".
El problema es "realmente grave" afirma Higes, al tiempo que se lamenta de que nadie les hiciera caso hace dos años acusándoles de alarmistas. "Somos científicos, somos gente de universidad y nuestra intención no es alarmar sino solucionar problemas. Lo que nos llena de desconsuelo es que haya tenido que llegar el parásito a Estados Unidos para que se haya dado credibilidad a nuestro trabajo".
Los científicos españoles han resuelto un enigma para el que había múltiples hipótesis. En un primer momento se apuntó a los pesticidas de uso agrícola como causa, pero daba igual que las colmenas estuvieran en zonas de valle o de montaña, cerca o lejos de cultivos, porque les afectaba de la misma manera. "El problema de los pesticidas es real, son tóxicos para las abejas, pero no están detrás del despoblamiento", afirma Higes. Otras teorías apuntaban a las ondas de telefonía. Los que más cerca estaban fueron quienes sospecharon de un parásito tradicional de las abejas, el Nosema apis, pero los análisis de ADN han descartado esta teoría.
Ahora, al rebufo de la alarma procedente de EE UU, los científicos del Centro Apícola de Castilla-La Mancha han visto reconocidos sus esfuerzos. Un trabajo en el que no han estado solos. Higes insiste en mencionar al equipo del Departamento de Sanidad Animal I de la Facultad de Veterinaria de Madrid, el Departamento de Química Analítica de la Universidad de Valladolid, el equipo de parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU y especialistas del laboratorio de ADN de la Policía Científica de Madrid, que en esta ocasión les han ayudado a seguir la pista a las abejas.
Un coche con centenares de abejas causa la alarma entre vecinos de Horta de Barcelona
BARCELONA
Un coche con centenares de abejas pegadas en la parte trasera externa del vehículo ha cayscausó esta tarde la alarma entre los vecinos del barrio de Horta de Barcelona.
El automóvil estaba estacionado a la altura del número 2 de la calle Mestre Serradesanferm y sobre las cinco de la tarde varios viandantes se percataron de la presencia de los insectos, cuyo origen se desconoce.
Un vecino de la zona ha explicado: "Había unas 2.000 abejas y la gente se ha asustado mucho. Han llamado a la Guardia Urbana y ha venido un apicultor que ha estado tirando humo para llevárselas después".
Un portavoz de la Guardia Urbana ha confirmado que enviaron a un apicultor a la zona y remarcó que no tienen constancia de que se haya producido ninguna picadura.
Un coche con centenares de abejas pegadas en la parte trasera externa del vehículo ha cayscausó esta tarde la alarma entre los vecinos del barrio de Horta de Barcelona.
El automóvil estaba estacionado a la altura del número 2 de la calle Mestre Serradesanferm y sobre las cinco de la tarde varios viandantes se percataron de la presencia de los insectos, cuyo origen se desconoce.
Un vecino de la zona ha explicado: "Había unas 2.000 abejas y la gente se ha asustado mucho. Han llamado a la Guardia Urbana y ha venido un apicultor que ha estado tirando humo para llevárselas después".
Un portavoz de la Guardia Urbana ha confirmado que enviaron a un apicultor a la zona y remarcó que no tienen constancia de que se haya producido ninguna picadura.
Los apicultores gallegos exigen una estricta homologación de los pesticidas
Desaparecen abejas cerca de huertos, maizales y eucaliptales tratados con neurotóxicos
Piden que se prohíban los más tóxicos porque cada año se pierde el 30% de la colonia
Xavier Lombardero | redacción
Desaparecen en invierno sin dejar rastro y extraña que se vayan dejando la miel en el panal. Los apicultores gallegos califican de «calamidad» y de situación inquietante el despoblamiento de las colmenas. Para salvar la fauna polinizadora -la abeja fecunda el 80% del entorno vegetal, unas 20.000 especies, y de su acción depende el 40% de la alimentación-, los profesionales exigen la estricta aplicación de la directiva europea sobre homologación de productos fitosanitarios y quieren que los poderes públicos favorezcan una agricultura realmente respetuosa con el medio ambiente, prohibiendo aquellos más tóxicos.
La desaparición de abejas preocupa y desconcierta a los apicultores. Técnicos de la Asociación Galega de Apicultura (AGA) creen que el nexo común del problema, que afecta a distintos continentes, es el empleo abusivo de fitosanitarios agrícolas cada vez más tóxicos, pero muchos abejeros prefieren creer que se trata de una enfermedad. «É lóxico que algúns pensen así, porque desa maneira albergan a esperanza de que poderá tratarse con algún produto», señala el secretario técnico de AGA, Xesús Asorey. Éste sostiene que, después de haber sobrevivido a todos los cambios climáticos, las abejas están amenazadas por razones de alteraciones profundas del medio ambiente debidas, sobre todo, a prácticas agrícolas inadaptadas y poco escrupulosas. «Demandamos unha reflexión no seo dos Gobernos de todos os países, xa que a situación é idéntica en todo o mundo», exhorta.
Si en las montañas de brezo y castaños pierden abejas y desciende la producción de miel, más patente resulta en zonas de montes cultivados y agricultura intensiva. María Consuelo López Román, de Apicultura Viveiro, trata con diversos apicultores del norte de Lugo y A Coruña. «Todo el mundo se queja -explica-, aunque hay lugares más afectados que otros y no sabemos bien por qué desaparecen. No queda ni la reina. Es necesario investigar, pues la gente especula si será del purín, del maíz tratado o si podrían huir de la plaga de goníptero, el bicho del eucalipto».
Cerca de cultivos
María Consuelo López sostiene que el complejo mundo de las abejas tiene muchos misterios por desentrañar. Ha sabido de profesionales de Mañón que obtuvieron buena cosecha, mientras que otra de A Regueira (Xove) ha perdido varias colmenas. Dice que es habitual que pequeños apicultores para autoconsumo pierdan dos o tres colmenas de las cinco o siete que cuidan. Desde AGA constatan que el abandono puede darse en un apiario cercano a cultivos tratados con pesticidas, y no en otro a 500 metros y rodeado de monte. La solución sería reubicarlo y realizar núcleos de colmenas propios para reponer bajas al año siguiente.
Las abejas desaparecen cerca de lugares con horticultura y frutales, maizales de semillas tratadas con Imidacloprid o Fipronil, campos de trigo, centeno y en eucaliptales fumigados.
Piden que se prohíban los más tóxicos porque cada año se pierde el 30% de la colonia
Xavier Lombardero | redacción
Desaparecen en invierno sin dejar rastro y extraña que se vayan dejando la miel en el panal. Los apicultores gallegos califican de «calamidad» y de situación inquietante el despoblamiento de las colmenas. Para salvar la fauna polinizadora -la abeja fecunda el 80% del entorno vegetal, unas 20.000 especies, y de su acción depende el 40% de la alimentación-, los profesionales exigen la estricta aplicación de la directiva europea sobre homologación de productos fitosanitarios y quieren que los poderes públicos favorezcan una agricultura realmente respetuosa con el medio ambiente, prohibiendo aquellos más tóxicos.
La desaparición de abejas preocupa y desconcierta a los apicultores. Técnicos de la Asociación Galega de Apicultura (AGA) creen que el nexo común del problema, que afecta a distintos continentes, es el empleo abusivo de fitosanitarios agrícolas cada vez más tóxicos, pero muchos abejeros prefieren creer que se trata de una enfermedad. «É lóxico que algúns pensen así, porque desa maneira albergan a esperanza de que poderá tratarse con algún produto», señala el secretario técnico de AGA, Xesús Asorey. Éste sostiene que, después de haber sobrevivido a todos los cambios climáticos, las abejas están amenazadas por razones de alteraciones profundas del medio ambiente debidas, sobre todo, a prácticas agrícolas inadaptadas y poco escrupulosas. «Demandamos unha reflexión no seo dos Gobernos de todos os países, xa que a situación é idéntica en todo o mundo», exhorta.
Si en las montañas de brezo y castaños pierden abejas y desciende la producción de miel, más patente resulta en zonas de montes cultivados y agricultura intensiva. María Consuelo López Román, de Apicultura Viveiro, trata con diversos apicultores del norte de Lugo y A Coruña. «Todo el mundo se queja -explica-, aunque hay lugares más afectados que otros y no sabemos bien por qué desaparecen. No queda ni la reina. Es necesario investigar, pues la gente especula si será del purín, del maíz tratado o si podrían huir de la plaga de goníptero, el bicho del eucalipto».
Cerca de cultivos
María Consuelo López sostiene que el complejo mundo de las abejas tiene muchos misterios por desentrañar. Ha sabido de profesionales de Mañón que obtuvieron buena cosecha, mientras que otra de A Regueira (Xove) ha perdido varias colmenas. Dice que es habitual que pequeños apicultores para autoconsumo pierdan dos o tres colmenas de las cinco o siete que cuidan. Desde AGA constatan que el abandono puede darse en un apiario cercano a cultivos tratados con pesticidas, y no en otro a 500 metros y rodeado de monte. La solución sería reubicarlo y realizar núcleos de colmenas propios para reponer bajas al año siguiente.
Las abejas desaparecen cerca de lugares con horticultura y frutales, maizales de semillas tratadas con Imidacloprid o Fipronil, campos de trigo, centeno y en eucaliptales fumigados.
Un hombre sobrevive tras recibir 133 picotazos de abeja en la cabeza
Javier Jorge pudo salvar la vida gracias a la rapidez del equipo sanitario y a que no es alérgico al veneno que segrega la apis mellifica.
Javier Jorge, un joven vecino de Valeria (Cuenca), pensará en las abejas cada vez que tome miel no como gesto de agradecimiento a la labor de estos animalillos sino con justificable temor. Esta semana fue víctima del ataque de cientos de abejas cuando se encontraba a las afueras del pueblo. Hasta 133 picotazos llegaron a contar en su cabeza cuando fue trasladado a la UVI de un hospital de la que ha acabado saliendo de forma milagrosa.
La desventura vivida por este joven se inició a raíz de un accidente de tráfico sufrido por un camión que transportaba panales de abejas. Su propietario recogió los panales dejando a los insectos sueltos y sin su reina. El desconcierto que debieron de sentir las abejas tuvo que ser tan grande que se desahogaron con el primer ser humano con quien se encontraron: Javier Jorge, que ha decidido denunciar los hechos. «Me picaron por la tarde. Por la mañana se llevaron las colmenas pero, al parecer, eso hay que hacerlo por la noche. Por esto las abejas quedaron sueltas sin la reina», relata este joven, que ha podido salvar la vida porque el equipo sanitario que lo atendió actuó rápidamente y porque no es alérgico al veneno que segrega la apis mellifica.
Las abejas responsables de este ataque son «muy agresivas», según cuentan los vecinos de este pequeño pueblo de menos de 150 habitantes famoso por su yacimiento romano. Varios de ellos han recibido la picadura de alguno de estos insectos que se han atrevido a acercarse al pueblo. Pocos son los que se atreven a dar un paseo por el campo o atender sus tierras de labranza por miedo a encontrarse con ellas.
Este suceso ocurrido en la provincia de Cuenca no ha sido el único que recientemente han protagonizado las abejas: el pasado miércoles un camión que transportaba 250.000 abejas en Sagunto (Valencia) volcó originando una nube inmensa de insectos en un camino rural cercano a la AP-7.
Javier Jorge, un joven vecino de Valeria (Cuenca), pensará en las abejas cada vez que tome miel no como gesto de agradecimiento a la labor de estos animalillos sino con justificable temor. Esta semana fue víctima del ataque de cientos de abejas cuando se encontraba a las afueras del pueblo. Hasta 133 picotazos llegaron a contar en su cabeza cuando fue trasladado a la UVI de un hospital de la que ha acabado saliendo de forma milagrosa.
La desventura vivida por este joven se inició a raíz de un accidente de tráfico sufrido por un camión que transportaba panales de abejas. Su propietario recogió los panales dejando a los insectos sueltos y sin su reina. El desconcierto que debieron de sentir las abejas tuvo que ser tan grande que se desahogaron con el primer ser humano con quien se encontraron: Javier Jorge, que ha decidido denunciar los hechos. «Me picaron por la tarde. Por la mañana se llevaron las colmenas pero, al parecer, eso hay que hacerlo por la noche. Por esto las abejas quedaron sueltas sin la reina», relata este joven, que ha podido salvar la vida porque el equipo sanitario que lo atendió actuó rápidamente y porque no es alérgico al veneno que segrega la apis mellifica.
Las abejas responsables de este ataque son «muy agresivas», según cuentan los vecinos de este pequeño pueblo de menos de 150 habitantes famoso por su yacimiento romano. Varios de ellos han recibido la picadura de alguno de estos insectos que se han atrevido a acercarse al pueblo. Pocos son los que se atreven a dar un paseo por el campo o atender sus tierras de labranza por miedo a encontrarse con ellas.
Este suceso ocurrido en la provincia de Cuenca no ha sido el único que recientemente han protagonizado las abejas: el pasado miércoles un camión que transportaba 250.000 abejas en Sagunto (Valencia) volcó originando una nube inmensa de insectos en un camino rural cercano a la AP-7.
domingo, 6 de mayo de 2007
¿Por qué desaparecen las abejas?
En España se han perdido 9.000 millones de insectos en los últimos años según un fenómeno universal, atribuido a diversos factores aunque ninguno aún definitivo
Misterio. Es la palabra que utilizan incluso los expertos a la hora de encarar la desaparición masiva de abejas. En EE UU han dado la voz de alarma recientemente, pero en España ya se conocía bien el problema y se estima que han desaparecido 9.000 millones de abejas. El cambio climático, los nuevos insecticidas y los teléfonos móviles son tres candidatos entre docenas a explicar el fenómeno que puede limitar drásticamente la polinización y amenazar a la humanidad
Oviedo, J. N.
Las abejas desaparecen. Se diría que es un título sacado de un relato de ciencia ficción, pero es así. Y desde hace años. El fenómeno se produce con fuerza últimamente en EE UU y quizá de ahí su popularización. Pero en España es tan conocido como relativamente antiguo y difícil de atajar. A la hora de las hipótesis explicativas se barajan muchas, pero ninguna convincente.
En su día, Einstein dijo que «si desaparecieran las abejas, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres». Un pronóstico que sonaba a maldición y que se está empezando a cumplir.
Pero ¿por qué desaparecen abejas? Unos afirman que se debe a los insecticidas, a las nuevas modalidades de plaguicidas, que afectarían a unos animales tan laboriosos y sociales como sensibles a los cambios. También se considera como factor de incidencia negativa el transporte comercial de colmenas para polinizar diferentes territorios. Los transgénicos y la modificación genética de las plantas para producir en mayor cantidad y calidad los alimentos tampoco se escapan de las sospechas. En Alemania especialmente se considera como causa más que probable de la desaparición misteriosa de las abejas la creciente actividad de los teléfonos móviles y de las ondas electromagnéticas asociadas al funcionamiento de los celulares. Sobre todo se pone el acento en las antenas, ya que administran elevadas potencias que podrían interferir en el sistema natural de navegación de las abejas, desorientándolas e impidiendo su regreso a las colmenas. Y es que una de las opiniones más extendidas es que las abejas, por la causa que sea, se pierden, no saben volver y mueren agotadas.
En España el problema es bien conocido, aunque no muy popular. En Castellón ya han alertado de que en diez años la provincia se va a quedar sin abejas. Al ritmo actual, cada año desaparecen cerca de 150 millones de insectos de las colmenas establecidas en ese territorio. La opinión más extendida allí es que el fenómeno es una consecuencia negativa más del cambio climático. El experto Enric Simó destaca que «10.000 panales al año se ven afectados por esta situación, conocida como síndrome del despoblamiento», de forma que si el censo es de 100.000 panales, en sólo 10 años podrían desaparecer en su totalidad en Castellón. Efectivamente, la provincia pierde cerca de 150 millones de abejas al año, teniendo en cuenta que cada colmena debe tener, como mínimo, 15.000 insectos para estar en equilibrio.
Pero hay más posibilidades. Una destacada es la barrosis, enfermedad que afecta a la apicultura a nivel mundial desde 1985 y sigue siendo un azote. También el agente patógeno conocido como «Nosema ceranae», que según investigadores de Castilla-La Mancha, comunidad muy afectada, «ha saltado de especie, de la asiática a la europea, y hasta que ésta se acostumbre la está diezmando».
En España se han despoblado 300.000 colmenas que tenían unos 9.000 millones de insectos. Francisco Puerta, especialista en apicultura de la Universidad de Córdoba, destaca que «ningún factor se basta por sí solo para explicar la mortalidad, pero todos pueden contribuir. El origen del problema es sutil y crónico, no agudo».
Por su parte, el biólogo Antonio Gómez Pajuelo apunta el debilitamiento de las abejas debido a años de sequías o heladas. «Los animales tienen que volar mucho para comer y beber, lo que les genera un especie de estrés» que les acorta su vida. Las abejas se renuevan continuamente. En invierno, con poca actividad, pueden vivir hasta cuatro meses. En primavera, no más de dos meses y medio, y en el otoño, normalmente con mayor sequía, aumenta la mortalidad. «Una abeja vive unos 800 kilómetros. En otoño llega a recorrer hasta 20 kilómetros diarios y perece a los 40 días», explica el experto.
Misterio. Es la palabra que utilizan incluso los expertos a la hora de encarar la desaparición masiva de abejas. En EE UU han dado la voz de alarma recientemente, pero en España ya se conocía bien el problema y se estima que han desaparecido 9.000 millones de abejas. El cambio climático, los nuevos insecticidas y los teléfonos móviles son tres candidatos entre docenas a explicar el fenómeno que puede limitar drásticamente la polinización y amenazar a la humanidad
Oviedo, J. N.
Las abejas desaparecen. Se diría que es un título sacado de un relato de ciencia ficción, pero es así. Y desde hace años. El fenómeno se produce con fuerza últimamente en EE UU y quizá de ahí su popularización. Pero en España es tan conocido como relativamente antiguo y difícil de atajar. A la hora de las hipótesis explicativas se barajan muchas, pero ninguna convincente.
En su día, Einstein dijo que «si desaparecieran las abejas, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres». Un pronóstico que sonaba a maldición y que se está empezando a cumplir.
Pero ¿por qué desaparecen abejas? Unos afirman que se debe a los insecticidas, a las nuevas modalidades de plaguicidas, que afectarían a unos animales tan laboriosos y sociales como sensibles a los cambios. También se considera como factor de incidencia negativa el transporte comercial de colmenas para polinizar diferentes territorios. Los transgénicos y la modificación genética de las plantas para producir en mayor cantidad y calidad los alimentos tampoco se escapan de las sospechas. En Alemania especialmente se considera como causa más que probable de la desaparición misteriosa de las abejas la creciente actividad de los teléfonos móviles y de las ondas electromagnéticas asociadas al funcionamiento de los celulares. Sobre todo se pone el acento en las antenas, ya que administran elevadas potencias que podrían interferir en el sistema natural de navegación de las abejas, desorientándolas e impidiendo su regreso a las colmenas. Y es que una de las opiniones más extendidas es que las abejas, por la causa que sea, se pierden, no saben volver y mueren agotadas.
En España el problema es bien conocido, aunque no muy popular. En Castellón ya han alertado de que en diez años la provincia se va a quedar sin abejas. Al ritmo actual, cada año desaparecen cerca de 150 millones de insectos de las colmenas establecidas en ese territorio. La opinión más extendida allí es que el fenómeno es una consecuencia negativa más del cambio climático. El experto Enric Simó destaca que «10.000 panales al año se ven afectados por esta situación, conocida como síndrome del despoblamiento», de forma que si el censo es de 100.000 panales, en sólo 10 años podrían desaparecer en su totalidad en Castellón. Efectivamente, la provincia pierde cerca de 150 millones de abejas al año, teniendo en cuenta que cada colmena debe tener, como mínimo, 15.000 insectos para estar en equilibrio.
Pero hay más posibilidades. Una destacada es la barrosis, enfermedad que afecta a la apicultura a nivel mundial desde 1985 y sigue siendo un azote. También el agente patógeno conocido como «Nosema ceranae», que según investigadores de Castilla-La Mancha, comunidad muy afectada, «ha saltado de especie, de la asiática a la europea, y hasta que ésta se acostumbre la está diezmando».
En España se han despoblado 300.000 colmenas que tenían unos 9.000 millones de insectos. Francisco Puerta, especialista en apicultura de la Universidad de Córdoba, destaca que «ningún factor se basta por sí solo para explicar la mortalidad, pero todos pueden contribuir. El origen del problema es sutil y crónico, no agudo».
Por su parte, el biólogo Antonio Gómez Pajuelo apunta el debilitamiento de las abejas debido a años de sequías o heladas. «Los animales tienen que volar mucho para comer y beber, lo que les genera un especie de estrés» que les acorta su vida. Las abejas se renuevan continuamente. En invierno, con poca actividad, pueden vivir hasta cuatro meses. En primavera, no más de dos meses y medio, y en el otoño, normalmente con mayor sequía, aumenta la mortalidad. «Una abeja vive unos 800 kilómetros. En otoño llega a recorrer hasta 20 kilómetros diarios y perece a los 40 días», explica el experto.
«Un tercio de cada culín de sidra se lo debemos a las abejas»
«Si desaparecen en España habrá pérdidas de 11.500 millones de euros»
Profesora titular de Zoología de la Universidad de Oviedo, especializada en el estudio de las abejas
Oviedo, J. N.
Ana Quero es profesora titular de Zoología de la Universidad de Oviedo y está especializada en el estudio de las abejas.
-¿Qué ocurre con las abejas?, ¿por qué desaparecen?
-Si supiese qué ocurre patentaría una solución y ganaría mucho dinero. La cuestión es que han desaparecido de 24 Estados de EE UU y todo el mundo habla de eso. Pero hace dos años ocurrió en Extremadura lo mismo. Los americanos lo llaman desorden por colapso de las colmenas. Los extremeños, síndrome de desabejamiento. Es lo mismo. Mueren normalmente entre un 5 y un 10 por ciento del total al año. Ahora esa cifra crece. Encuentran colmenas vacías, con la reina y poco más, con miel, o sea, con alimento pero sin abejas.
-¿Dónde están?
-No se sabe. No se encuentran los cadáveres. De ahí el misterio. Lo peor es que ayudan a la polinización, son clave, y si desaparecen en España habría pérdidas por valor de 11.500 millones de euros.
-¿Qué hipótesis barajan?
-Hay varias. Quizá la más convincente es la que apunta a ciertos insecticidas que alteran la conducta de las abejas. Se está empleando una molécula, el fipronil, mil veces más tóxica que las convencionales. Y el imidacloprid, utilizado desde 1999, también es tóxico.
-¿Qué más?
-Se habla de la influencia de algunos transgénicos que incorporan el «Bacillus turingiensis», que afecta a las abejas. O de virus desconocidos. O del agente «Nosema ceranae». O de la acción negativa de los teléfonos móviles. O de los cambios que se producen en las manchas solares.
-¿Hasta qué punto es grave el problema?
-Han muerto el 40 por ciento de las colonias. España tiene el 21 por ciento de las colmenas de la UE, es el país que más tiene. El 80 por ciento de la polinización se hace a través de los insectos, y de esos insectos, el 80 por ciento son abejas. La biodiversidad depende de esa polinización. Todo depende de la polinización que hacen las abejas. Es Asturias se está notando poco el problema, aunque ya me ha venido a visitar gente para ver si los podía ayudar. En Galicia el problema es mucho mayor. De todos modos, insisto, la polinización es la clave, porque la miel se puede comprar por ejemplo a China, más barata, aunque no sabría hablar de su calidad y control. Lo que no se puede suplir con nada es la polinización, y de eso depende todo. Un tercio de cada culín de sidra se lo debemos a las abejas, porque la manzana depende de ellas, de la polinización que facilitan, como sucede con el resto de las frutas.
Profesora titular de Zoología de la Universidad de Oviedo, especializada en el estudio de las abejas
Oviedo, J. N.
Ana Quero es profesora titular de Zoología de la Universidad de Oviedo y está especializada en el estudio de las abejas.
-¿Qué ocurre con las abejas?, ¿por qué desaparecen?
-Si supiese qué ocurre patentaría una solución y ganaría mucho dinero. La cuestión es que han desaparecido de 24 Estados de EE UU y todo el mundo habla de eso. Pero hace dos años ocurrió en Extremadura lo mismo. Los americanos lo llaman desorden por colapso de las colmenas. Los extremeños, síndrome de desabejamiento. Es lo mismo. Mueren normalmente entre un 5 y un 10 por ciento del total al año. Ahora esa cifra crece. Encuentran colmenas vacías, con la reina y poco más, con miel, o sea, con alimento pero sin abejas.
-¿Dónde están?
-No se sabe. No se encuentran los cadáveres. De ahí el misterio. Lo peor es que ayudan a la polinización, son clave, y si desaparecen en España habría pérdidas por valor de 11.500 millones de euros.
-¿Qué hipótesis barajan?
-Hay varias. Quizá la más convincente es la que apunta a ciertos insecticidas que alteran la conducta de las abejas. Se está empleando una molécula, el fipronil, mil veces más tóxica que las convencionales. Y el imidacloprid, utilizado desde 1999, también es tóxico.
-¿Qué más?
-Se habla de la influencia de algunos transgénicos que incorporan el «Bacillus turingiensis», que afecta a las abejas. O de virus desconocidos. O del agente «Nosema ceranae». O de la acción negativa de los teléfonos móviles. O de los cambios que se producen en las manchas solares.
-¿Hasta qué punto es grave el problema?
-Han muerto el 40 por ciento de las colonias. España tiene el 21 por ciento de las colmenas de la UE, es el país que más tiene. El 80 por ciento de la polinización se hace a través de los insectos, y de esos insectos, el 80 por ciento son abejas. La biodiversidad depende de esa polinización. Todo depende de la polinización que hacen las abejas. Es Asturias se está notando poco el problema, aunque ya me ha venido a visitar gente para ver si los podía ayudar. En Galicia el problema es mucho mayor. De todos modos, insisto, la polinización es la clave, porque la miel se puede comprar por ejemplo a China, más barata, aunque no sabría hablar de su calidad y control. Lo que no se puede suplir con nada es la polinización, y de eso depende todo. Un tercio de cada culín de sidra se lo debemos a las abejas, porque la manzana depende de ellas, de la polinización que facilitan, como sucede con el resto de las frutas.
La desaparición masiva de abejas preocupa a los apicultores de la zona
3/04/2007 | Barbanza
Solicitan a la Xunta que agilice los estudios para determinar las causas de este fenómeno
Algunos criadores perdieron en los últimos meses entre cincuenta y sesenta colmenas
ara Ares | corresponsal | noia
CARMELA QUEIJEIRO
Apicultores de la comarca viven con inquietud y preocupación la desaparición masiva de abejas que vienen padeciendo desde hace meses; algunos incluso dicen que desde hace un par de años. Hasta el momento, los escasos estudios realizados no han dado con las claves a las que puede obedecer este misterioso fenómeno, que se extiende también a otros sitios de Galicia y Europa, y que en Estados Unidos está causando auténticos estragos.
Los criadores barbanzanos están cansados de esperar respuestas que no dan llegado, mientras la producción cae en picado y se ven obligados a realizar desembolsos económicos para que las colmenas que quedan vacías vuelvan a ser productivas.
Por ello, instan a la Xunta de Galicia a que agilice las investigaciones puestas en marcha y a que, de una vez por todas, los expertos esclarezcan las causas a las que responde esa merma en el número de insectos.
Apicultores de la parroquia de Santa María de Roo, en el término municipal de Noia, constatan las negativas repercusiones que están sufriendo. Uno de ellos, que produce en torno a 1.500 kilos de miel al año y que la comercializa bajo la denominación específica del consello regulador gallego, explica que en cuestión de tres meses perdió más de cincuenta de las 80 colmenas que tenía.
Reponer cada una de esas estructuras supone un coste aproximado de 100 euros, según suscribe ese criador. En su caso concreto, gastó todavía más dinero, puesto que envió muestras de miel, polen y abejas a analizar a un laboratorio de Guadalajara, donde le dijeron que la desaparición de los insectos era debida a una enfermedad. Este apicultor noiés compró un medicamento, que le costó 200 euros, pero asegura que no notó mejoría alguna, por lo que duda que esa sea la verdadera causa del problema.
Otro colega suyo, también de Noia, cuenta que de 70 colmenas que cuidaba y explotaba, ahora le quedan 10 donde se pueden ver todavía abejas.
Por ello, insta a la Administración gallega a que tome cartas en el asunto y a que contacte con otros lugares donde realizaron estudios semejantes a fin de tratar de atajar el problema lo antes posible. Además, reclama que se habiliten ayudas para indemnizar a los apicultores por las pérdidas que tienen.
Eugenio Anido Cao se dedica a la cría de abejas desde hace 33 años. Sus enjambres se encuentran situados en Lesende, en Lousame. «De 30 colmeas que tiña, quédanme catro ou cinco», declara. Afirma que cuando más empezó a notar la desaparición de los himenópteros fue el verano pasado. Para Anido, tampoco está nada claro cuál de las múltiples hipótesis que se barajan es la correcta, ya que él también ha oído hablar de posibles enfermedades, uso de productos pesticidas altamente tóxicos y otros factores.
El apicultor pobrense Senén Cortizo se remonta unos dos años atrás para situar las primeras desapariciones de abejas. En ese período, dice que perdió cerca de ochenta colmenas. En su opinión, el fenómeno guarda relación con pesticidas y fungicidas, ya que sostiene que los enjambres que se vacían son los que están cerca de cultivos.
Solicitan a la Xunta que agilice los estudios para determinar las causas de este fenómeno
Algunos criadores perdieron en los últimos meses entre cincuenta y sesenta colmenas
ara Ares | corresponsal | noia
CARMELA QUEIJEIRO
Apicultores de la comarca viven con inquietud y preocupación la desaparición masiva de abejas que vienen padeciendo desde hace meses; algunos incluso dicen que desde hace un par de años. Hasta el momento, los escasos estudios realizados no han dado con las claves a las que puede obedecer este misterioso fenómeno, que se extiende también a otros sitios de Galicia y Europa, y que en Estados Unidos está causando auténticos estragos.
Los criadores barbanzanos están cansados de esperar respuestas que no dan llegado, mientras la producción cae en picado y se ven obligados a realizar desembolsos económicos para que las colmenas que quedan vacías vuelvan a ser productivas.
Por ello, instan a la Xunta de Galicia a que agilice las investigaciones puestas en marcha y a que, de una vez por todas, los expertos esclarezcan las causas a las que responde esa merma en el número de insectos.
Apicultores de la parroquia de Santa María de Roo, en el término municipal de Noia, constatan las negativas repercusiones que están sufriendo. Uno de ellos, que produce en torno a 1.500 kilos de miel al año y que la comercializa bajo la denominación específica del consello regulador gallego, explica que en cuestión de tres meses perdió más de cincuenta de las 80 colmenas que tenía.
Reponer cada una de esas estructuras supone un coste aproximado de 100 euros, según suscribe ese criador. En su caso concreto, gastó todavía más dinero, puesto que envió muestras de miel, polen y abejas a analizar a un laboratorio de Guadalajara, donde le dijeron que la desaparición de los insectos era debida a una enfermedad. Este apicultor noiés compró un medicamento, que le costó 200 euros, pero asegura que no notó mejoría alguna, por lo que duda que esa sea la verdadera causa del problema.
Otro colega suyo, también de Noia, cuenta que de 70 colmenas que cuidaba y explotaba, ahora le quedan 10 donde se pueden ver todavía abejas.
Por ello, insta a la Administración gallega a que tome cartas en el asunto y a que contacte con otros lugares donde realizaron estudios semejantes a fin de tratar de atajar el problema lo antes posible. Además, reclama que se habiliten ayudas para indemnizar a los apicultores por las pérdidas que tienen.
Eugenio Anido Cao se dedica a la cría de abejas desde hace 33 años. Sus enjambres se encuentran situados en Lesende, en Lousame. «De 30 colmeas que tiña, quédanme catro ou cinco», declara. Afirma que cuando más empezó a notar la desaparición de los himenópteros fue el verano pasado. Para Anido, tampoco está nada claro cuál de las múltiples hipótesis que se barajan es la correcta, ya que él también ha oído hablar de posibles enfermedades, uso de productos pesticidas altamente tóxicos y otros factores.
El apicultor pobrense Senén Cortizo se remonta unos dos años atrás para situar las primeras desapariciones de abejas. En ese período, dice que perdió cerca de ochenta colmenas. En su opinión, el fenómeno guarda relación con pesticidas y fungicidas, ya que sostiene que los enjambres que se vacían son los que están cerca de cultivos.
Una actividad fundamental del área rural asturiana
. MENÉNDEZ/GIJÓN
Una actividad fundamental del área rural asturiana
Siempre han estado vinculadas a la actividad rural asturiana. En mayor o menor medida, desde tiempos inmemoriales, las casas del campo asturiano tenían colmenas para surtirse de miel -el único edulcorante a su disposición- y cera para hacer velas.
Esa tradición continuó hasta que en 2002 la Unión Europea aprobó una normativa que obligaba al censado de las colmenas. Tras cinco años para adaptarse a esa norma, ahora ya es de obligado cumplimiento, pero los apicultores piden que la ley se amolde a las características de la producción en Asturias con el fin de lograr una mayor flexibilidad en su aplicación.
Una forma de potenciar la apicultura, según AGA, podría pasar porque en épocas de excedentes de miel «que pueden llegar a 300 kilos» se puedan vender sin la necesidad de cumplir la exigencias que se imponen a las grandes industrias, pues «nadie puede invertir 40.000 euros en hacer una minifábrica para vender un poco de miel que le sobre», asegura Casimiro Sixto Muñiz.
Hace años, en el Principado se introdujeron abejas procedentes de Extremadura y Zamora, «No son ningún problema, porque se adaptan a la capa vegetal que tiene la región», recalca el presidente de AGA.
Lo que Muñiz quiere dejar claro es que no existe ningún intrusismo en el sector de productores no registrados de forma oficial, sino que «quien se entromete en la forma de trabajar es la ley, pero tendrá que ser así, aunque creo que se tendría que adaptar a nuestras peculiaridades para que podamos seguir teniendo un paraíso natural», sentencia.
Una actividad fundamental del área rural asturiana
Siempre han estado vinculadas a la actividad rural asturiana. En mayor o menor medida, desde tiempos inmemoriales, las casas del campo asturiano tenían colmenas para surtirse de miel -el único edulcorante a su disposición- y cera para hacer velas.
Esa tradición continuó hasta que en 2002 la Unión Europea aprobó una normativa que obligaba al censado de las colmenas. Tras cinco años para adaptarse a esa norma, ahora ya es de obligado cumplimiento, pero los apicultores piden que la ley se amolde a las características de la producción en Asturias con el fin de lograr una mayor flexibilidad en su aplicación.
Una forma de potenciar la apicultura, según AGA, podría pasar porque en épocas de excedentes de miel «que pueden llegar a 300 kilos» se puedan vender sin la necesidad de cumplir la exigencias que se imponen a las grandes industrias, pues «nadie puede invertir 40.000 euros en hacer una minifábrica para vender un poco de miel que le sobre», asegura Casimiro Sixto Muñiz.
Hace años, en el Principado se introdujeron abejas procedentes de Extremadura y Zamora, «No son ningún problema, porque se adaptan a la capa vegetal que tiene la región», recalca el presidente de AGA.
Lo que Muñiz quiere dejar claro es que no existe ningún intrusismo en el sector de productores no registrados de forma oficial, sino que «quien se entromete en la forma de trabajar es la ley, pero tendrá que ser así, aunque creo que se tendría que adaptar a nuestras peculiaridades para que podamos seguir teniendo un paraíso natural», sentencia.
Los apicultores instan a erradicar el intrusismo para evitar las plagas
Consideran que las colmenas no censadas contagian al resto y perjudican a todo el sector
O. SUÁREZ/GIJÓN
La Consejería de Medio Rural cifra en 42.000 las colmenas existentes en Asturias. Sin embargo, el número real podría incluso duplicar esa cantidad. «Muchos propietarios de panales no se inscriben en el registro y por lo tanto no pueden ser sometidos a ningún control tanto sanitario como burocrático», apuntó Juan Carlos Díaz, veterinario del servicio sanitario del Principado.
La I Jornada sobre Sanidad y Legislación Apícola reunió ayer en el Palacio de Congresos del recinto ferial a medio millar de profesionales del sector que debatieron sobre los principales problemas a los que se enfrenta la apicultura en la región. El talón de aquiles del gremio continúa siendo el intrusismo y la ausencia de control sanitario de las denominadas 'colmenas piratas', que contribuyen a extender plagas a otros panales. Como la denominada varroasis, que en el pasado 2006 incidió en casi el 100% de la producción a tenor de los datos facilitados por el servicio técnico de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias. En el 9% de las colmenas la incidencia fue grave, dos puntos por encima de la registrada en 2005. La parasitación de las abejas influye directamente en la polinización de las especies vegetales y éstas, a su vez, en el ciclo vital de las especies animales.
«Aunque la situación sanitaria en Asturias nos puede parecer pesimista, nos da esperanza saber que cada vez son más los apicultores que intentan realizar un manejo profesional, técnico y legal de sus colonias; entendemos que es así como podemos reducir los problemas que se nos vayan planteando», explicó Carlos Marín, representante del servicio técnico de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias.
Para Juan Carlos Díaz, representante de la Consejería de Medio Rural, «censar todas las colmenas es una auténtica utopía, pero no cesaremos en el intento de mantener un control lo más extendido posible para evitar las plagas y la irregularidades».
O. SUÁREZ/GIJÓN
La Consejería de Medio Rural cifra en 42.000 las colmenas existentes en Asturias. Sin embargo, el número real podría incluso duplicar esa cantidad. «Muchos propietarios de panales no se inscriben en el registro y por lo tanto no pueden ser sometidos a ningún control tanto sanitario como burocrático», apuntó Juan Carlos Díaz, veterinario del servicio sanitario del Principado.
La I Jornada sobre Sanidad y Legislación Apícola reunió ayer en el Palacio de Congresos del recinto ferial a medio millar de profesionales del sector que debatieron sobre los principales problemas a los que se enfrenta la apicultura en la región. El talón de aquiles del gremio continúa siendo el intrusismo y la ausencia de control sanitario de las denominadas 'colmenas piratas', que contribuyen a extender plagas a otros panales. Como la denominada varroasis, que en el pasado 2006 incidió en casi el 100% de la producción a tenor de los datos facilitados por el servicio técnico de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias. En el 9% de las colmenas la incidencia fue grave, dos puntos por encima de la registrada en 2005. La parasitación de las abejas influye directamente en la polinización de las especies vegetales y éstas, a su vez, en el ciclo vital de las especies animales.
«Aunque la situación sanitaria en Asturias nos puede parecer pesimista, nos da esperanza saber que cada vez son más los apicultores que intentan realizar un manejo profesional, técnico y legal de sus colonias; entendemos que es así como podemos reducir los problemas que se nos vayan planteando», explicó Carlos Marín, representante del servicio técnico de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Asturias.
Para Juan Carlos Díaz, representante de la Consejería de Medio Rural, «censar todas las colmenas es una auténtica utopía, pero no cesaremos en el intento de mantener un control lo más extendido posible para evitar las plagas y la irregularidades».
sábado, 5 de mayo de 2007
Navarra ha abierto el plazo para repartir ayudas a la apicultura
El Gobierno de Navarra ha autorizado abrir el plazo de convocatoria de ayudas agroambientales a la polinización, para este año 2007, acogidas al régimen de “minimis”. Las ayudas se otorgarán por colmena para mantener el nivel de actividad apícola.
Navarra. 03/05/2007
Aimar Bretos Loidi
Según el Ejecutivo Foral, entre las actividades agrarias existentes en Navarra que tienen una "notable y beneficiosa" repercusión medioambiental, se encuentra la apicultura. La labor polinizadora de las abejas se considera de suma importancia para la buena conservación de muchas de las especies existentes de flora autóctona.
Por ello, desde Gobierno de Navarra señalan que la desaparición o disminución de esta actividad apícola puede suponer un riesgo para el adecuado mantenimiento de la biodiversidad existente en muchas partes de la Comunidad Foral.
De esta forma, en apoyo del sector apícola, se considera oportuno establecer unas ayudas por colmena, con objeto de mantener el nivel de actividad apícola, por sus importantes y positivas repercusiones ambientales.
Se propone, además, el sistema de evaluación individualizada, porque el beneficio para la flora de vegetación espontánea realizado por la labor de polinización de las colmenas es independiente del tipo de colmena o de las características de su titular.
Además, como un requisito es ser apicultor profesional que utilicen zonas de pecoreo de vegetación espontánea. Por su parte, el número de solicitantes es limitado y con el presupuesto existente es previsible que se puedan atender todas las solicitudes que se presenten.
Navarra. 03/05/2007
Aimar Bretos Loidi
Según el Ejecutivo Foral, entre las actividades agrarias existentes en Navarra que tienen una "notable y beneficiosa" repercusión medioambiental, se encuentra la apicultura. La labor polinizadora de las abejas se considera de suma importancia para la buena conservación de muchas de las especies existentes de flora autóctona.
Por ello, desde Gobierno de Navarra señalan que la desaparición o disminución de esta actividad apícola puede suponer un riesgo para el adecuado mantenimiento de la biodiversidad existente en muchas partes de la Comunidad Foral.
De esta forma, en apoyo del sector apícola, se considera oportuno establecer unas ayudas por colmena, con objeto de mantener el nivel de actividad apícola, por sus importantes y positivas repercusiones ambientales.
Se propone, además, el sistema de evaluación individualizada, porque el beneficio para la flora de vegetación espontánea realizado por la labor de polinización de las colmenas es independiente del tipo de colmena o de las características de su titular.
Además, como un requisito es ser apicultor profesional que utilicen zonas de pecoreo de vegetación espontánea. Por su parte, el número de solicitantes es limitado y con el presupuesto existente es previsible que se puedan atender todas las solicitudes que se presenten.
El misterioso mal de las abejas ha matado ya al 80%
02/05/2007- Galicia- España
Crónica | El problema en la comarca
Apicultores expertos ofrecen el triste dato: Ferrolterra es una de las áreas que más sufren el desconocido mal que vacía las colmenas; de 115 cosechadores quedan apenas 20.
(Lugar: e.d. | ferrol)
LA COLMENA DE CRISTAL.
Apicultores como Julio Allegue, ex directivo de AGA, la usaban para mostrar el interior.
?ulio López Allegue, ex directivo de la Asociación Galega de Apicultores; (AGA) y Rafael Díaz Nieto, actual responsable de la entidad en Ferrolterra, explican con tono ya de resignación el problema que afecta a las abejas de buena parte del mundo.
Rafael Díaz sostiene que la mortandad de las abejas, que comenzó a detectarse a mediados de los años noventa en Francia, tiene una incidencia muy diferente según las zonas. «Hay áreas de Ourense donde no mueren más del 30%», explica, como considerando un mal menor que sólo caigan un tercio de los individuos.
El delegado de AGA afirma que en Ferrolterra, Eume y Ortegal, las cifras son mucho más desalentadoras. El 80% de las abejas, en el mejor de los casos -hay quien habla de 95%- han perecido. Y no es un cálculo realizado a la ligera, no. Ha colaborado con profesores universitarios en la realización de varios estudios.?
Menos socios
Además, continúa Rafael, AGA contaba hace seis años con 115 socios en la comarca. «Hoy somos 34, pero a casi la mitad ya se le han muerto las abejas».
Los estudios realizados, sobre todo en el entorno del Xuvia, determinan, a juicio de Rafael, que son los pestic¡das y los insecticidas los causantes de la epidemia. Se trata de nuevos productos, muy sofisticados, que no sólo matan al escarabajo que tienen que matar, sino también a la abeja. Y hace suyas las palabras del galo Bernard Fau, profeesor universitario en París, al decir que los propios pesticidas «poden converterse eles mesmos en plagas se se aplican mal».
Crónica | El problema en la comarca
Apicultores expertos ofrecen el triste dato: Ferrolterra es una de las áreas que más sufren el desconocido mal que vacía las colmenas; de 115 cosechadores quedan apenas 20.
(Lugar: e.d. | ferrol)
LA COLMENA DE CRISTAL.
Apicultores como Julio Allegue, ex directivo de AGA, la usaban para mostrar el interior.
?ulio López Allegue, ex directivo de la Asociación Galega de Apicultores; (AGA) y Rafael Díaz Nieto, actual responsable de la entidad en Ferrolterra, explican con tono ya de resignación el problema que afecta a las abejas de buena parte del mundo.
Rafael Díaz sostiene que la mortandad de las abejas, que comenzó a detectarse a mediados de los años noventa en Francia, tiene una incidencia muy diferente según las zonas. «Hay áreas de Ourense donde no mueren más del 30%», explica, como considerando un mal menor que sólo caigan un tercio de los individuos.
El delegado de AGA afirma que en Ferrolterra, Eume y Ortegal, las cifras son mucho más desalentadoras. El 80% de las abejas, en el mejor de los casos -hay quien habla de 95%- han perecido. Y no es un cálculo realizado a la ligera, no. Ha colaborado con profesores universitarios en la realización de varios estudios.?
Menos socios
Además, continúa Rafael, AGA contaba hace seis años con 115 socios en la comarca. «Hoy somos 34, pero a casi la mitad ya se le han muerto las abejas».
Los estudios realizados, sobre todo en el entorno del Xuvia, determinan, a juicio de Rafael, que son los pestic¡das y los insecticidas los causantes de la epidemia. Se trata de nuevos productos, muy sofisticados, que no sólo matan al escarabajo que tienen que matar, sino también a la abeja. Y hace suyas las palabras del galo Bernard Fau, profeesor universitario en París, al decir que los propios pesticidas «poden converterse eles mesmos en plagas se se aplican mal».
España resuelve el enigma de la muerte masiva de abejas
POR ARACELI ACOSTA. MADRID.
Desde Estados Unidos hasta Austria, desde Argentina a Polonia, pasando por España, las abejas melíferas están desapareciendo, no por miles, sino por millones. Muchas son las causas que se han puesto sobre la mesa, incluso esta misma semana en una reunión de científicos y miembros del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Las hipótesis más probables que manejaron en esa cita para esta desaparición se refieren a un virus, un hongo o un pesticida. Pero desde hace tiempo esta cuestión ha sacado a relucir algunas hipótesis sin base científica alguna, como las semillas modificadas genéticamente, las antenas de telefonía móvil o las líneas de alta tensión.
Sin embargo, la respuesta al llamado «síndrome de despoblamiento de las abejas» la han encontrado en España, concretamente en el Centro Regional Apícola de Marchamalo, en Guadalajara, que depende de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, y que se ha convertido extraoficialmente en laboratorio de referencia mundial para conocer qué está pasando con las abejas. Hasta aquí han llegado muestras de todas partes de España, pero también de Francia, Alemania, Eslovenia, Polonia, Austria, Argentina y, en estos momentos, están esperando muestras enviadas por asociaciones de apicultores de Estados Unidos.
Laboratorio de referencia
Así lo explicó a ABC Mariano Higes, asesor de investigación del Centro Regional Apícola de Marchamalo, para quien, sin haber analizado aún las muestras americanas, pero por contactos con investigadores de universidades de Estados Unidos, la causa será la misma que en España y que en el resto de países estudiados: el microsporidio «Nosema ceranae», un parásito de origen asiático que no sólo está incidiendo en la despoblación, sino también en el descenso de la producción de las colmenas.
Para llegar hasta este parásito han sido necesarios siete años de investigación, pues los síntomas que produce en las abejas melíferas son parecidos a los causados por otro parásito, como el «Nosema apis». Sin embargo, este parásito suele producir ondas epidémicas cada ocho o diez años, explica Higes, lo que no cuadraba con la prevalencia creciente año tras año del fenómeno de despoblamiento. Además, el hecho de que se observara el fenómeno en zonas muy concretas y alejadas entre sí, incluso en colmenares aislados, descartaba otros factores externos.
Análisis de pesticidas
Asimismo, se hicieron pruebas sobre algunos pesticidas, como el que se usa para tratar las semillas de girasol en Francia, y las muestras de miel, abejas, polen y girasoles no presentaban efectos que pudieran ser tóxicos para las abejas. Es más, en Francia se prohibieron algunos pesticidas sospechosos y las abejas seguían desapareciendo. A la vista de estos resultados y de que el fenómeno se daba tanto en años secos como húmedos, fríos o calurosos, «algo que no es normal desde el punto de vista parasitológico», dice Higes, se empezó un estudio epidemiológico a nivel nacional, financiado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), y «desarrollamos una técnica de biología molecular que permite amplificar y secuenciar el gen».
Así se descubrió el nuevo patógeno («Nosema ceranae»). Este microesporidio afecta a los ejemplares más adultos, es decir, a los que están trabajando en el campo. La espora del «Nosema ceranae» entra por la boca de la abeja y se dirige al ventrículo (estómago) donde despliega un filamento y lo clava en la célula epitelial del ventrículo, transfiriéndole el esporoplasma, esto es, todo su material genético.
Ataca al aparato digestivo
Ahí empieza un ciclo biológico que alcanza a todas las células del estómago, que deja de ser funcional, por lo que la abeja ya no puede comer, se debilita y muere. Aunque aún estén vivas, pese a su debilidad, la mayoría no vuelven a sus panales por un mecanismo de defensa, explica Higes. Por eso normalmente la abeja reina y las jóvenes no suelen verse afectadas. Los cuerpos de las adultas no se encuentran, pues suelen morir alejadas de la colmena y son pasto de otros insectos y reptiles, y la colmena queda casi vacía, con la reina y unas pocas abejas jóvenes.
Bajo los efectos de este parásito podrían estar más del 50% de las colmenas de nuestro país. «Es un problema sanitario muy grave», dice el asesor de investigación del Centro Apícola de Guadalajara. Estamos hablando de más de un millón de colmenas afectadas, sobre un censo oficial de unos dos millones y medio de colmenas, o de un millón y medio en el caso de la cifra no oficial de tres millones de colmenas existentes. Sea una cifra u otra, lo cierto es que en los últimos años ha desaparecido entre un 30 y un 35% de las colmenas existentes.
La mayor prevalencia de este parásito se da en Madrid hacia el sur, sin embargo hemos detectado «una altísima prevalencia en la Cornisa Cantábrica, similar a la que podamos encontrar en Extremadura y Andalucía, por lo que lo estamos analizando», explica Higes, pues esto demuestra que es prevalente en cualquier clima. Si estas colmenas parasitadas no se tratan, el despoblamiento puede producirse en un plazo de seis meses a un año y medio. El tratamiento con el antibiótico fumagilina está dando buenos resultados, explica Higes.
La producción de miel también cae. Según Félix Campos, de la Asociación Nacional de Apicultores, en los últimos tres años la producción ha caído a razón de un 20 por ciento anual. Para este año, aunque estamos en el inicio de la cosecha, las previsiones no son muy halagüeñas para la miel de azahar y de limón, por ejemplo, pues las temperaturas anormalmente frías de las últimas semanas han mermado la cosecha. No obstante, dice Campos, la sequía también ha tenido mucho que ver en estas cifras de producción de miel.
Factores climáticos adversos
Y es que la apicultura es una actividad ganadera ligada a la trashumancia y muy determinada por las condiciones climatológicas, ya que las abejas necesitan de los recursos naturales a través del polen, para satisfacer sus necesidades nutricionales. Por tanto su alimentación depende de las floraciones, muy castigadas por una climatología adversa, como son las temperaturas elevadas y la sequía persistente que ha azotado a nuestro país en los últimos años, todo lo cual ha sido determinante para la disminución de la producción de miel, a la vez que contribuye a un debilitamiento de las colmenas que se hacen más vulnerables a condiciones extremas, como pueden ser problemas sanitarios como el del parásito «Nosema ceranae».
En el Programa nacional de medidas de ayuda a la apicultura 2008-2010, el Ministerio de Agricultura apunta además a los incendios, que han arrasado numerosas regiones de nuestro país y que en este caso han tenido repercusiones importantes en Castilla y León, Andalucía, Extremadura y Valencia, comunidades con un censo apícola importante, ya que lleva a la desaparición de asentamientos para los colmenares, la búsqueda de nuevos asentamientos y la alimentación extra que debe aportarse.
Pero más allá de la importancia económica de la producción apícola, el papel que desempeñan las abejas en el medio ambiente es fundamental, sobre todo por su función polinizadora, con la consiguiente contribución al equilibrio ecológico, ya que su presencia es muy importante para la preservación de una gran diversidad de plantas además de elevar la productividad de gran parte de los cultivos, aprovechando recursos que no podrían ser utilizados directamente por ninguna otra actividad agraria ni por el hombre.
Desde Estados Unidos hasta Austria, desde Argentina a Polonia, pasando por España, las abejas melíferas están desapareciendo, no por miles, sino por millones. Muchas son las causas que se han puesto sobre la mesa, incluso esta misma semana en una reunión de científicos y miembros del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Las hipótesis más probables que manejaron en esa cita para esta desaparición se refieren a un virus, un hongo o un pesticida. Pero desde hace tiempo esta cuestión ha sacado a relucir algunas hipótesis sin base científica alguna, como las semillas modificadas genéticamente, las antenas de telefonía móvil o las líneas de alta tensión.
Sin embargo, la respuesta al llamado «síndrome de despoblamiento de las abejas» la han encontrado en España, concretamente en el Centro Regional Apícola de Marchamalo, en Guadalajara, que depende de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, y que se ha convertido extraoficialmente en laboratorio de referencia mundial para conocer qué está pasando con las abejas. Hasta aquí han llegado muestras de todas partes de España, pero también de Francia, Alemania, Eslovenia, Polonia, Austria, Argentina y, en estos momentos, están esperando muestras enviadas por asociaciones de apicultores de Estados Unidos.
Laboratorio de referencia
Así lo explicó a ABC Mariano Higes, asesor de investigación del Centro Regional Apícola de Marchamalo, para quien, sin haber analizado aún las muestras americanas, pero por contactos con investigadores de universidades de Estados Unidos, la causa será la misma que en España y que en el resto de países estudiados: el microsporidio «Nosema ceranae», un parásito de origen asiático que no sólo está incidiendo en la despoblación, sino también en el descenso de la producción de las colmenas.
Para llegar hasta este parásito han sido necesarios siete años de investigación, pues los síntomas que produce en las abejas melíferas son parecidos a los causados por otro parásito, como el «Nosema apis». Sin embargo, este parásito suele producir ondas epidémicas cada ocho o diez años, explica Higes, lo que no cuadraba con la prevalencia creciente año tras año del fenómeno de despoblamiento. Además, el hecho de que se observara el fenómeno en zonas muy concretas y alejadas entre sí, incluso en colmenares aislados, descartaba otros factores externos.
Análisis de pesticidas
Asimismo, se hicieron pruebas sobre algunos pesticidas, como el que se usa para tratar las semillas de girasol en Francia, y las muestras de miel, abejas, polen y girasoles no presentaban efectos que pudieran ser tóxicos para las abejas. Es más, en Francia se prohibieron algunos pesticidas sospechosos y las abejas seguían desapareciendo. A la vista de estos resultados y de que el fenómeno se daba tanto en años secos como húmedos, fríos o calurosos, «algo que no es normal desde el punto de vista parasitológico», dice Higes, se empezó un estudio epidemiológico a nivel nacional, financiado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), y «desarrollamos una técnica de biología molecular que permite amplificar y secuenciar el gen».
Así se descubrió el nuevo patógeno («Nosema ceranae»). Este microesporidio afecta a los ejemplares más adultos, es decir, a los que están trabajando en el campo. La espora del «Nosema ceranae» entra por la boca de la abeja y se dirige al ventrículo (estómago) donde despliega un filamento y lo clava en la célula epitelial del ventrículo, transfiriéndole el esporoplasma, esto es, todo su material genético.
Ataca al aparato digestivo
Ahí empieza un ciclo biológico que alcanza a todas las células del estómago, que deja de ser funcional, por lo que la abeja ya no puede comer, se debilita y muere. Aunque aún estén vivas, pese a su debilidad, la mayoría no vuelven a sus panales por un mecanismo de defensa, explica Higes. Por eso normalmente la abeja reina y las jóvenes no suelen verse afectadas. Los cuerpos de las adultas no se encuentran, pues suelen morir alejadas de la colmena y son pasto de otros insectos y reptiles, y la colmena queda casi vacía, con la reina y unas pocas abejas jóvenes.
Bajo los efectos de este parásito podrían estar más del 50% de las colmenas de nuestro país. «Es un problema sanitario muy grave», dice el asesor de investigación del Centro Apícola de Guadalajara. Estamos hablando de más de un millón de colmenas afectadas, sobre un censo oficial de unos dos millones y medio de colmenas, o de un millón y medio en el caso de la cifra no oficial de tres millones de colmenas existentes. Sea una cifra u otra, lo cierto es que en los últimos años ha desaparecido entre un 30 y un 35% de las colmenas existentes.
La mayor prevalencia de este parásito se da en Madrid hacia el sur, sin embargo hemos detectado «una altísima prevalencia en la Cornisa Cantábrica, similar a la que podamos encontrar en Extremadura y Andalucía, por lo que lo estamos analizando», explica Higes, pues esto demuestra que es prevalente en cualquier clima. Si estas colmenas parasitadas no se tratan, el despoblamiento puede producirse en un plazo de seis meses a un año y medio. El tratamiento con el antibiótico fumagilina está dando buenos resultados, explica Higes.
La producción de miel también cae. Según Félix Campos, de la Asociación Nacional de Apicultores, en los últimos tres años la producción ha caído a razón de un 20 por ciento anual. Para este año, aunque estamos en el inicio de la cosecha, las previsiones no son muy halagüeñas para la miel de azahar y de limón, por ejemplo, pues las temperaturas anormalmente frías de las últimas semanas han mermado la cosecha. No obstante, dice Campos, la sequía también ha tenido mucho que ver en estas cifras de producción de miel.
Factores climáticos adversos
Y es que la apicultura es una actividad ganadera ligada a la trashumancia y muy determinada por las condiciones climatológicas, ya que las abejas necesitan de los recursos naturales a través del polen, para satisfacer sus necesidades nutricionales. Por tanto su alimentación depende de las floraciones, muy castigadas por una climatología adversa, como son las temperaturas elevadas y la sequía persistente que ha azotado a nuestro país en los últimos años, todo lo cual ha sido determinante para la disminución de la producción de miel, a la vez que contribuye a un debilitamiento de las colmenas que se hacen más vulnerables a condiciones extremas, como pueden ser problemas sanitarios como el del parásito «Nosema ceranae».
En el Programa nacional de medidas de ayuda a la apicultura 2008-2010, el Ministerio de Agricultura apunta además a los incendios, que han arrasado numerosas regiones de nuestro país y que en este caso han tenido repercusiones importantes en Castilla y León, Andalucía, Extremadura y Valencia, comunidades con un censo apícola importante, ya que lleva a la desaparición de asentamientos para los colmenares, la búsqueda de nuevos asentamientos y la alimentación extra que debe aportarse.
Pero más allá de la importancia económica de la producción apícola, el papel que desempeñan las abejas en el medio ambiente es fundamental, sobre todo por su función polinizadora, con la consiguiente contribución al equilibrio ecológico, ya que su presencia es muy importante para la preservación de una gran diversidad de plantas además de elevar la productividad de gran parte de los cultivos, aprovechando recursos que no podrían ser utilizados directamente por ninguna otra actividad agraria ni por el hombre.
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